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CARLOS GAVIRIA SÍ LE PUEDE GANAR A URIBE

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Jorge Enrique Robledo

Bogotá, 21 de Marzo de 2006.

Como era de esperarse, los principales medios de comunicación interpretaron el resultado electoral del 12 de marzo de manera sesgada a favor del Presidente–candidato. Y también ha sido notorio su silencio sobre las diferencias entre lo ocurrido y lo anunciado por los encuestadores, descuadre que en otros países hubiera generado una conmoción. Veamos los hechos.

 

El uribismo apenas mantuvo la fuerza parlamentaria que ya tenía y la abstención aumentó en más de dos millones de votos, verdades que aterrizan la realidad uribista. Los conservadores tuvieron un retroceso tan notable, que podría anunciar su tendencia a disolverse o a convertirse en un apéndice cada vez menor del Príncipe de turno. Bastante mediocre fue el resultado de Cambio Radical, que quedó de último entre las mayores organizaciones de la política tradicional. El liberalismo mantuvo lo que le quedó luego de que Uribe le sonsacara los barones que después hicieron parte del partido cuyo nombre salió de su apellido. Y la precaria mayoría gobiernista quedó necesitada de los votos de los partidarios del Presidente que este catalogó como indeseables antes de las elecciones, situación que puede conducir a pagarles a estos, con puestos y contratos, su regreso formal a las filas del Mesías.

 

El resultado del uribismo es más mediocre aún si se considera que tuvo origen en el uso del poder del Estado, con lo que esto implica a la hora de orientar los aportes de cacaos y cacaitos y del clientelismo al que deben someterse quienes requieren de los servicios oficiales, sin olvidar que tampoco le tembló el pulso para permutar dádivas por votos. Aunque la mona se vista de seda… También le generan saldo en contra las enormes sumas gastadas en radio, prensa y televisión, ostentoso derroche que ocurrió en el mismo país en el que la pobreza y la miseria nos avergüenzan ante el mundo. Y nadie puede negar que a muchos votantes uribistas los arrearon las organizaciones armadas ilegales que en zonas del país controlan la economía, la administración pública y la política.

 

En cuanto al Polo Democrático Alternativo (PDA), nos fue bastante bien. Por primera vez en la historia de Colombia la izquierda obtuvo alrededor de un millón de votos. Su representación parlamentaria llegó a veinte, con un incremento del 25 por ciento. Y el Polo salió unificado de la consulta presidencial, como bien lo atestigua que Antonio Navarro y sus adherentes estén participando con todo entusiasmo en la campaña de Carlos Gaviria.

 

El triunfo de Carlos Gaviria puede generar una situación nueva, pues a nadie se le escapa que es el único capaz de vencer a Uribe. Y puede hacerlo porque en la consulta volvió a confirmar su gran capacidad para ganar el respaldo ciudadano, fenómeno que se explica por sus muchas virtudes y la claridad de sus concepciones, las cuales representan todo lo contrario de lo que los colombianos tanto detestan de la politiquería tradicional. Hablando con franqueza, digamos que Serpa puede derrotar a Gaviria pero no a Uribe, en cambio Gaviria puede vencer a Serpa en la primera vuelta y en la segunda a Uribe.

 

Por último, hablemos de mí votación al senado, aburridor oficio que me toca desempeñar ante el silencio de los que se supone debieron registrarlo. Con un sistema electoral que inducía a la baja de los votos marcados por cada congresista en trance de reelegirse, fuimos muy pocos los que mantuvimos la votación o la aumentamos. En mi caso pasé del puesto 81 al sexto por el número de sufragios obtenidos y logré el mayor incremento entre todos, del orden del 75 por ciento.

 

Coletilla: De acuerdo con Portafolio del 21 de febrero pasado, en las negociaciones del TLC Colombia “dejó de insistir en el comité de trabajo para superar los impedimentos al ingreso de productos agroindustriales al mercado de Estados Unidos sustentados en medidas sanitarias y fitosanitarias innecesarias”. Pero no obstante ello, el gobierno no deja de hablar del “éxito” de la negociación en este aspecto. Otro caso en el cual se falta a la verdad y el sometimiento del país a los intereses extranjeros se presenta como un triunfo nacional.