Jorge Enrique Robledo
Bogotá, 5 de marzo de 2009.
Por unanimidad, los delegados elegidos por cerca de 700 mil colombianos al II Congreso del Polo Democrático Alternativo (PDA) aprobaron la siguiente resolución:
“El Polo Democrático Alternativo tendrá candidato en las elecciones presidenciales del año 2010. Dicho candidato se seleccionará entre los precandidatos afiliados al partido. La Dirección Nacional del Polo, de acuerdo con los estatutos y el Ideario de Unidad, definirá el programa presidencial y los mecanismos de selección del candidato, incluida la consulta cuando haya más de un precandidato que llene los requisitos, de acuerdo con la reglamentación que apruebe la Dirección Nacional del Partido. El Partido y su candidato liderarán un gran acuerdo programático con todos los sectores políticos y sociales que estén dispuestos a ganar la Presidencia de la República en el año 2010 para sacar a Colombia de la guerra, profundizar la democracia y derrotar el proyecto económico, social y político del uribismo”.
Hay que tener muy poco apego por los hechos para afirmar que la resolución anterior dice que el Polo aprobó participar en la consulta interpartidista propuesta por César Gaviria Trujillo, de la que podría salir con un candidato que no fuera un polista sino alguien como el mismo ex presidente Gaviria o Germán Vargas Lleras. Porque una lectura honesta de lo aprobado no permite dudar que el candidato del Polo a la Presidencia “se seleccionará entre los precandidatos afiliados al partido” y no a otras organizaciones, que será la Dirección Nacional del PDA (y no en conjunto con otras fuerzas políticas) la que definirá el programa presidencial y los mecanismos de selección del candidato y que dicho candidato encabezará un gran acuerdo nacional para derrotar “el proyecto económico, social y político del uribismo”, concepción que tampoco hace parte de la idea del ex Secretario de la OEA, quien ha sido perentorio en afirmar que su proyecto no puede ser antiuribista, porque, por ejemplo, él comparte la política de “libre comercio” del gobierno.
De otra parte, el 24 de diciembre pasado, el senador Gustavo Petro le escribió a César Gaviria Trujillo: “Usted como jefe del liberalismo cree firmemente en la posibilidad de una convergencia hacia las presidenciales de 2010 con el Polo, las fuerzas independientes y un sector del uribismo. Aunque sin respuesta oficial de mi partido, que solo lo hará dependiendo de los resultados del Congreso del Polo, a finales de febrero, tengo que adelantarme a decir que estoy en total acuerdo con esa propuesta”.
Si la minoría del Polo en el II Congreso quería una alianza con César Gaviria para escoger conjuntamente un candidato presidencial, ha debido proponerlo con franqueza y redactar su propia resolución para que la votaran los delegados. Pero es inaudito que haya firmado la fórmula redactada por la mayoría, que fue la que se aprobó por unanimidad, para luego decir que ese texto dice lo que no dice, que desconoce la máxima instancia del PDA y que insistirá en aliarse con el jefe del liberalismo.
Además, la mayoría del Polo, antes y durante el II Congreso, hizo esfuerzos por convencer a la minoría de acordarse en la orientación del Partido, al igual que para elegir por consenso Presidente y Secretario. Y ante el desacuerdo insuperable, le propuso aplazar la elección de los dignatarios por sesenta días, hasta la reunión de la nueva Dirección Nacional. Luego también es inaudito que ahora la minoría –que fue la que impuso la votación que a la postre perdió– se rasgue las vestiduras porque, con estricto apego a los estatutos del PDA anteriores al II Congreso, se eligió a Carlos Gaviria y a Carlos Bula.
En el Polo hay dos grandes debates. En el primero, un puñado de dirigentes, en minoría en el Partido pero con poderosos respaldos por fuera de este, pretende que el Polo renuncie a su programa para aliarse con César Gaviria y seleccionar un candidato que puede salir del uribismo, mientras que otros, la mayoría, están porque el PDA, con un candidato de sus filas y con sus concepciones, encabece un amplio proyecto de unidad capaz de derrotar a los candidatos y las políticas del uribismo. En el segundo se discute si en el Polo se aplica el principio democrático y estatutario que señala que las mayorías tienen derecho a decidir o si, por el contrario, la minoría puede imponer contra los estatutos y a las malas sus puntos de vista. Que quien ha disfrutado de garantías hasta abusar de ellas no diga que no las ha tenido, cuando de lo que carece es de las mayorías en el Partido.