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SOLEDAD EN UNASUR Y RESISTENCIA AL REFERENDO

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Jorge Enrique Robledo

Bogotá, 4 de septiembre de 2009.

El gran derrotado en la Cumbre de Unasur fue Estados Unidos o, mejor, el imperialismo norteamericano –calificativo que algunos tontamente se empeñan en negar–, porque ninguna contradicción existe con el pueblo de ese país. La derrota consiste, en primer término, en que Unasur salió unida a pesar de las contradicciones, porque su existencia, sin la presencia y el poder que Washington ejerce en la OEA, mina la hegemonía estadounidense en la región. Y también significa una derrota para la Casa Blanca que todos los gobiernos, menos el de Colombia, cuestionaran la estrategia de guerra del Pentágono para la vigilancia y control del Continente y del mundo, hecho sin antecedentes en la historia regional.

 

La otra verdad incontrovertible, que no pueden negar ni los uribistas que aúpan miradas sesgadas sobre lo ocurrido, es que no hubo un jefe de Estado de América del Sur, ni uno tan solo, ni siquiera Alan García, que respaldara la instalación de siete o más bases militares gringas en Colombia. Inclusive, días antes de la cumbre, Felipe Calderón, presidente de México, advirtió que bajo ninguna consideración admitiría tropas extranjeras en ese país, a pesar de los graves problemas de narcotráfico. Tiene razón Semana cuando en su portada titula: “Colombia aislada”, texto que en verdad significa aislados Álvaro Uribe y Estados Unidos.

 

De otro lado, Álvaro Uribe en persona, con la ayuda insustituible del conocido Fabio Valencia Cossio, impuso la aprobación de la ley del referendo reeleccionista, acto que les desnuda el alma. En medio de las peores presiones del clientelismo burocrático, que hasta llevaron a que el partido del Presidente convirtiera en tránsfugas a Juan Lozano y a otros dirigentes de Cambio Radical, el país observó indignado el carrusel del “yo te absuelvo para que tú me absuelvas” que los uribistas montaron en la Cámara para burlarse de la Ley Quinta sobre los impedimentos. Cómo no recordar los casos del cohecho de Yidis y Teodolindo y del reparto de las notarías.

 

La ilegalidad en el trámite del referendo empezó en la recolección de las firmas, acto que carece del imprescindible paz y salvo de la Registraduría y el Consejo Electoral, porque sus promotores violaron los topes de la financiación, la cual además pagaron grandes negociantes enriquecidos por el gobierno nacional. Que la Cámara tramitara el referendo sin dicho paz y salvo es lo que investiga la Corte Suprema de Justicia, en respuesta a la atinada y valerosa acusación del Representante Germán Navas Talero. Ilegal también fue la citación a sesiones extras al Congreso en una madrugada de diciembre y que se aprobara la reelección para el 2010, fecha que se negó la primera vez que se votó en la Cámara.

 

Álvaro Uribe y Fabio Valencia dirán que no importan las ilegalidades, incluidas las de contenido en contra de la Constitución, pues para eso escogieron a los magistrados de la Corte Constitucional, la encargada de definir sobre su legalidad.

 

El triunfalismo de los jefes uribistas se rebate con facilidad. A pesar de que el látigo burocrático tiene tanto poder en la Cámara, apenas lograron el 52 por ciento de los votos, lo que refleja una gran oposición. En contraste con 2006, el uribismo está profundamente dividido sobre la reelección. Si la Corte Constitucional falla en derecho, el referendo no puede pasar. Los tiempos son muy escasos y la indefinición de Uribe constituye una irresponsabilidad, incluso para muchos que lo han respaldado. Crece entre poderes distintos a la clase política el repudio a la reelección. No es creíble que el referendo logre sacar los votos necesarios. Y las políticas que quieren reelegir apestan.

 

La hora no es, entonces, de derrotismos, sino de promover la mayor unidad y resistencia para hundir la tercera candidatura de Álvaro Uribe.

 

Coletilla: Hace unas décadas divirtió a los universitarios bogotanos el Doctor Goyeneche, personaje que cada cuatro años se inscribía como candidato a la Presidencia y proponía ponerle marquesina a Bogotá y pavimentar el río Magdalena. También decía que había que ingeniárselas para que Estados Unidos se tomara a Colombia, pues de esa manera el país estaría mejor administrado. ¡Hubiera sabido el Doctor Goyeneche que Álvaro Uribe se propondría realizar uno de los puntos de su programa!