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SE DESINFLAN LAS BURBUJAS

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Jorge Enrique Robledo

Bogotá, 30 de junio de 2006.

Alguien podrá pensar que el plural del titular de este artículo es equivocado, porque debería referirse a una burbuja, la especulativa de la Bolsa de Valores de Colombia. Pero no, está bien, porque también se refiere al desinfle del globo retórico que creó el uribismo con el cuento de que el crecimiento económico se explicaba por sus medidas y no por factores externos ajenos a su voluntad, los cuales, eso sí por su responsabilidad, concentraron todavía más la riqueza en unos pocos, incluidos los especuladores que ganan por la prerrogativa que les brinda el Estado de comprar barato y revender caro. El momento también es propicio para juzgar la cantidad y calidad del crecimiento y mencionar lo que seguramente vendrá con la nueva situación.

 

Según Cambio (12.06.06), entre los enchapados en oro en esta etapa hay una empresa que pasó de ser una modesta casa de corredores de bolsa a registrar “operaciones diarias por tres billones de pesos” y que tiene que ver con el 20 por ciento de las operaciones en la Bolsa y con el 23 por ciento de las transacciones del “Sistema de Negociación del Banco de la República”, sistema creado en beneficio de los llamados “creadores de mercado” (qué tal el descaro del nombrecito) que montó el Ministerio de Hacienda en 1999 y que les permite a algunos “acceder de forma exclusiva a las subastas primarias de títulos de deuda pública”. Y son tales los chalaneos de este mundillo de la especulación que esa firma fue multada en 2003 con 160 mil millones de pesos, suma que en los alegatos ya va en veinte mil millones. ¿Alguien apostaría a que no será exonerada o a que no pagará con una bicoca?

 

El desinfle de la burbuja bursátil les ha generado pérdidas a quienes compraron acciones al principio de 2006 por unos siete billones de pesos, al igual que por alrededor de 600 mil millones a los tenedores de TES. Pérdidas que son reales y que no solo afectan a los especuladores profesionales. También lesionan a pequeños inversionistas, a empresas del Estado y a gentes del común por la vía de golpearles las pensiones y las cesantías, lo que terminará por afectar a toda la economía. Luego es falsa la afirmación del director de Planeación Nacional y próximo funcionario del BID de que “es un evento muy concentrado en pocas personas y sectores”.

 

Es unánime la explicación de por qué cayó la Bolsa de Colombia, cuya baja fue mayor que las del resto del mundo porque estaba más inflada por los especuladores: la decisión de la Reserva Federal de Estados Unidos de subir las tasas de interés de sus papeles cambió la dirección del capital rentista, de manera que este, cual golondrina, empezó a regresar de los países a donde había ido atraído por las mayores rentabilidades. También cuenta que el alza de la tasa de interés internacional empeora las finanzas públicas, pues vendrá más devaluación del peso, mayor costo del dinero e incremento de la abultada deuda oficial, endeudamiento exagerado que también contribuyó con la burbuja y el crecimiento económico.

 

Además, salió un estudio del CID de la Universidad Nacional de Colombia que señala otras verdades. El crecimiento del país de los últimos tres años ha debido ser mayor que el de otros países del vecindario, pues también se benefició del ciclo ascendente de la economía mundial e incluso más por la bonanza de los precios del petróleo, el carbón, el níquel y el café. Explica que, “en el mejor de los casos”, el nivel de pobreza de 2005 (49,2 por ciento) es apenas 0,3 por ciento menos malo que el de 1995 y pone el dedo en la llaga de la especial y vergonzosa concentración de la riqueza. Y agrega que ese crecimiento –mediocre, no hay que olvidarlo– “es insostenible”, porque entre los cambios posibles están el TLC y la pérdida de la suficiencia petrolera.

 

Quienes piensen que estas son “calumnias de lo oposición”, que mediten sobre el editorial de Dinero Nº 254, revista tan afecta al establecimiento neoliberal: “Antes del bajón que se acaba de presentar en los mercados financieros, quizás era posible imaginar que en adelante todo seguiría igual… La pregunta que surge ahora es si, en un contexto externo mucho menos favorable, a la economía le va a ir igual de bien. La respuesta es no, definitivamente”.

 

¿Insistirá el uribismo en que la economía creció por la “seguridad democrática” y en que su baja será por las condiciones externas?