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Medimás y la crisis de la salud

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Con mis saludos y mis agradecimientos a quienes están aquí presentes y de igual manera a quienes nos están viendo por la televisión o por mis redes, también un saludo muy especial. En primer término, decir que las audiencias públicas son una de las formas de trabajo de los congresistas. ¿En qué consisten? Se escoge un tema, el que se quiera, y se reúnen expertos para analizarlo y proponer soluciones. Es justamente lo que estamos haciendo hoy aquí. Con una advertencia. Quienes van a intervenir lo hacen de acuerdo con sus convicciones y su leal saber y entender y con sus propios puntos de vista políticos. Este no es un evento de la organización política que yo represento. E insisto, cada quien puede hablar con absoluta libertad sobre cómo ve la situación.

El tema que vamos a tratar y así se titula la audiencia es “Medimás y la crisis de la salud”. Porque, como vamos a ver, el problema es mucho más grave que el ya gravísimo de Medimás. En Medimás estamos hablando de más de 4 millones de compatriotas en terribles dificultades por la falta de acceso a su derecho a la salud y estamos cumpliendo 25 años de la Ley 100, que, a mi juicio, está en la base de todos los males que padece el sistema. Medimás ilustra a nuestro juicio las tragedias del sistema, pero habíamos podido coger otro caso que también nos sirviera de ejemplo.

¿Dónde empieza la discusión sobre Medimás? Aquí me toca hablar un poco de mi trabajo en el Congreso. Hice en el 2011 un debate en la plenaria del Senado que impactó mucho analizando los problemas de la salud. Mostramos cómo Saludcoop y sus otras EPS habían hecho fraude en medicamentos del orden de 800 mil millones de pesos. Acababan además de ser sancionadas por la Superintendencia de Industria las más importantes EPS del país por fraude con los recursos públicos de la salud, y la Superindustria las definió como un cartel, el cartel de Acemi, como dijo específicamente en ese momento. Y expliqué también cómo Saludcoop estaba intentando echar atrás una sanción de la Supersalud por más de 600 mil millones de pesos, por haberles metido la mano a los recursos de la salud para pasarla a su patrimonio. Es el inicio de la historia que pasaré a explicar.

Apenas descubiertos los ilícitos, la contralora Sandra Morelli, y he de hacerle el reconocimiento, investiga con más detenimiento y descubre que lo que se está robando Saludcoop de plata de la salud llegaba, en unos cuantos años, no en todos, a unos 1.4 billones de pesos, mediante el truco de coger el dinero de la UPC y pasarlo a su patrimonio. Fue la acción de la Contralora lo que en buena medida llevó al gobierno a intervenir a Saludcoop, remover a sus directivos y poner unos nombrados por la Superintendencia de Salud. Lamentablemente, como lo expliqué en otro debate, los interventores de Saludcoop siguieron haciendo las mismas cosas de quienes hasta allí habían tenido el control de Saludcoop. El modo Palacino, exdirector de Saludcoop, se convirtió en el modo del gobierno nacional, encabezado por el doctor Guillermo Grosso. En el debate que adelanté, le expliqué con mucho detenimiento al Supersalud de esos días, doctor Gustavo Morales, lo que estaba ocurriendo bajo cuerda. Los funcionarios se burlaron de todas las explicaciones que hicimos y las cosas siguieron. Años después, Palacino y Grosso terminaron en la cárcel. En el caso de Grosso, se habla de un detrimento patrimonial de 200 mil millones de pesos, básicamente el yo denuncié por esos mismos días.

A partir de este desastre de Saludcoop, que se terminó volviendo el desastre de Cafesalud, el gobierno del presidente Santos se inventa a Medimás como solución, entre comillas. Hay que hacerle también un reconocimiento al Procurador General de la Nación, por haber sido el primero en advertir que lo de Medimás iba para un desastre. Con José Roberto Acosta y otros muchos analistas de estos asuntos nos atrevimos a plantear que no se debía hacer ese negocio, pues íbamos a salir de guatemala para caer a guatepeor. Los compradores no tenían experiencia en administración de recursos de la salud, como tampoco músculo financiero. No nos hicieron caso. El gobierno les armó unas condiciones, llamemos leoninas, para que pudieran hacer el negocio, les convirtió en plata líquida para pagar lo que compraban, unas facturas impagables y que estaban perdidas, y les dijo, por el resto de la plata no se preocupen, que la pagan con fondos del gobierno nacional sacados de recursos públicos de la UPC. El gobierno salió a afirmar que era un negocio entre privados, vale decir, que se podían pasar por la faja todas las normas de la salud, y les autorizó la integración vertical, con toda la corrupción que eso permite, por la inexistencia de controles en la práctica. Y el gran atractivo que les ofrecía a los de Medimás era un chorro de plata pública de 5 billones de pesos al año, sobre los 5 millones de afiliados que la EPS tenía en ese momento. Más una garantía secreta, pues parece que las EPS no tuvieran que cumplir con las leyes de la República en no pocos de sus actuaciones.

Nosotros demandamos la venta ante el Tribunal Superior de Cundinamarca, que nos dio una medida cautelar deteniendo el negocio. ¿Por qué? Porque era evidente que iba a terminar mal. Desafortunadamente, las presiones del gobierno central se salieron con la suya, y la operación arrancó a andar. Además, nos la habían puesto a andar antes de que se tomara esta medida cautelar.

Ya en el 2018, porque esto ocurre a finales de 2017, Contraloría y Procuraduría, y nosotros también, pero me remito a los organismos de control, empezaron a decir: eso es un desastre, eso es un desastre, eso es un desastre, y plantearon intervenir a Medimás. El Procurador alcanzó a plantear incluso la necesidad de declarar nulo el negocio, porque no estaban cumpliendo ni siquiera con los pagos que se comprometieron a hacer por los bienes de Cafesalud y de Saludcoop. ¡Un completo desastre! Y claro, la nube de abogados de Medimás metidos a volver todo un enredo jurídico. En el sector de la salud va a terminar pasando lo del sector de las infraestructuras, que tiene más abogados que ingenieros, y en este caso, más abogados que médicos o trabajadores de la salud. Y en ese embrollo estábamos al terminar el año pasado. Se enredó en él hasta la Supersociedades.

En qué estaba el desastre. Empecemos por los pacientes y sobran las denuncias. Es tan grave lo que pasa que acaban de quitarle a Medimás sus pacientes de Sucre, Cesar y Chocó, no sabemos si de verdad preocupados por ellos o para quitarle a la EPS el hueso, como se dice coloquialmente, y dejarle el lomo, para ver si así le mejoran el negocio. Pasan cosas que de ninguna manera debían pasar. Y es la suerte de los pacientes lo que está en veremos, quiero enfatizarlo porque hay quienes no lo entienden. Todo lo que hablamos de economía y política de la salud, es pensando en los pacientes y en los trabajadores, maltratados también.

La EPS está prácticamente quebrada. Le debe 123 mil millones de pesos al pago de los activos que compró. Acumula pérdidas por más de 700 mil millones de pesos y deudas de todo tipo por 2,2 billones. Y todo, inferior a los activos que posee. Una situación malísima para todos, para pacientes, para trabajadores de la empresa, para las IPS públicas y privadas que no hacen parte de este grupo de Medimás, a las que no les pagan, porque también son víctimas.

Y así estábamos en diciembre. Y en todo diciembre los colombianos debemos proponernos dormir con un ojo abierto, porque muchas de los peores atropellos nos los hacen en diciembre. Siempre que haya una decisión del gobierno al final del año, ¡pongan los ojos encima!, colombianos, porque fácilmente es un torcido. En diciembre, entonces, un periódico muy importante informó por sorpresa, “Está lista la venta de Medimás, en 60 días se cierra el negocio, una compañía norteamericana la va a comprar”. Y como en Colombia nos han metido el cuento de que donde haya un extranjero todo es perfecto, pues la felicidad y todo el mundo en fiestas.

Estuvieron de malas. Como yo no había tomado vacaciones, puse los ojos sobre el torcido. Muy preocupado de entrada viendo que el comprador era norteamericano, porque actúa bajo la tutela de los TLC. Y bajo la tutela de los TLC quiere decir tribunales internacionales de arbitramento, en extremo leoninos. Colombia queda en un inmenso estado de indefensión, como el que nos tiene puesto Odebrecht o Electricaribe y eso solo ya me prendió. Porque fácilmente lo que iban a comprar los compradores era un pleito y alegar que eran terceros de buena fe para acabar de enredar las cosas. Porque parte del problema que enfrentamos aquí es la habilidad de los abogados, buscando cómo perjudicando a Colombia.

El doctor Duque seguía con las políticas del doctor Santos, algo llamativo y sobre lo cual hago una anotación.

Nosotros hicimos un esfuerzo por alertar, porque la respuesta del gobierno fue un desastre. La liquidadora más o menos dijo: no se metan, que este es un negocio entre privados. El Supersalud dijo lo mismo. El ministro de Salud se sorprendió cuando le preguntaron, y al aire admitió que no sabía que eso lo fueran a vender, pero bueno, es un negocio entre privados. El ministro de Salud, el doctor Juan Pablo Uribe, todos, fueron capaces de hacer la misma afirmación.

Averiguando, averiguando, supimos que el comprador era un norteamericano al que se nos presentó como la panacea, pero que no pasaba ninguna prueba ácida. Era como Medimás uno y Medimás dos, en el sentido de la lógica del negocio. Se trataba de un caballero de industria sin ninguna experiencia como asegurador o como administrador de recursos de salud. Algo sabe de software en salud, pero eso no es garantía de conocimiento necesario. Se enorgullecerse de haber sido vendedor de turismo en salud, que no es exactamente lo que debe hacerse en Colombia, e incursionó en algunos negocios petroleros. La suya, además, es una pequeña empresa en el concierto de Estados Unidos y aquí en Colombia quien lo representa es una empresita microscópica, por lo menos la que aparece con el mismo nombre de la empresa. Detrás puede haber otras otras, es probable que las haya, pero estamos hablando de lo que vemos puesto encima de la mesa.

El supuesto comprador envió carta con copia al presidente Duque, al Presidente de la República, en la que hace afirmaciones falsas. ¿Qué importancia tiene esa carta? Como es con copia al Presidente, no puede el doctor Duque, como hizo el doctor Santos, aducir que no sabía del negocio.

Hay un paso importante que hemos dado en esta lucha, porque estamos es en una lucha. Se ha derrotado, por lo menos, en la posición pública, la idea de que se trata de negocios entre privados que pueden hacer entre ellos lo que se les dé la gana y que nadie tiene derecho a vigilarlos, ni Contraloría ni Procuraduría ni ciudadanía, como si fuera una venta de aguacates o de zapatos. No. Es verdad que aquí hay operaciones entre privados, pero está en juego el derecho a la salud de más de 4 millones de colombianos y estamos hablando, con los usuarios de hoy, de 4 billones de pesos anuales de recursos públicos.

Que no nos metan entonces el cuento de que son negocios entre privados, porque, además, les cuento un secreto que está detrás de la corrupción del sistema de salud y de otras corrupciones. Usted pone a dos privados a hacer negocios entre sí con su propio dinero y cada uno se hace matar para que el otro no lo robe. Pero si la plata de esos mismos dos negociantes es pública, resulta muy probable, no digo que en todos los casos, que los dos se pongan de acuerdo para robarse en compañía la plata del Estado. A coro dirán, “un peso para ti, un peso para mí”. En la base de la corrupción nacional está el cuento de que los recursos públicos se pueden manejar como si fueran recursos privados.

Pusimos la demanda de Medimás hace año y medio, ya les conté lo que pasó. Volvimos a demandar, coincidimos allí con la Procuraduría y otra vez con el doctor José Roberto Acosta. Y el Tribunal Superior de Cundinamarca nos dio la razón. Nosotros le pedimos una medida cautelar de urgencia y el Tribunal la tomó. ¿Y el Tribunal qué es lo que dice? Lo que nosotros le pedimos. La compraventa no se puede hacer si no hay todas las garantías de que en ella les va a ir bien a los pacientes, a los trabajadores de la salud, a las clínicas y a los hospitales, o sea, al sistema de salud. Esa es la posición que ha fijado el Tribunal, que además está por fallar de fondo la demanda que pusimos nosotros hace años y medio.

Mantengamos entonces la vigilancia. Esta discusión no ha terminado y tendremos que seguir actuando todos los que estamos comprometidos, para que las cosas salgan bien.

Medimás es un espejo de la Ley 100, que está cumpliendo 25 años. Deberíamos convertir el 2019 en el año del balance de la Ley 100. Cómo nos ha ido con ella. Todos los problemas de la salud, a nuestro juicio, tienen que ver con la Ley 100, empezando por la mala calidad del servicio. La mitad de los colombianos, y estas son cifras oficiales, se mueren por enfermedades ya superadas por el desarrollo científico y médico. Es un sistema que no promueve la prevención, sino la curación, algo antediluviano en políticas de salud. Porque es claro que es mejor que la gente no se enferme a tener que curarla. Es un sistema que maltrata a los trabajadores de todas las maneras, tercerización, sobrecargas laborales, malos pagos, y un hecho que me mortifica mucho, y yo tengo un hermano médico, es que les impone a los médicos violar su juramento hipocrático, en el sentido de no actuar de acuerdo con su sabiduría y con sus conocimientos. Es una aberración. Difícilmente puede haber nada más violento contra un profesional, contra un médico, que impedirle actuar como su conocimiento le indica. A las IPS les debe el sistema cerca de 10 billones de pesos, tanto a las públicas como a las privadas. Un montón de EPS están quebradas y hay 21 de 76 intervenidas. Y digamos que plata sí hay.

¿Por qué falla la Ley 100? Mi primera idea es muy simple. Porque la Ley 100 no es la ley para la salud de los colombianos, sino la ley para el negocio de las EPS con la plata de la salud de los colombianos. No es un trabalenguas, es una apreciación de fondo. Las EPS son como los reyes del sistema: primero yo, segundo yo, tercero yo. Someten a todos el mundo, someten al Ministerio de Salud y al gobierno, actuando como una especie de pésimo ministerio de salud. Someten a la clase política tradicional, la tienen en la palma de la mano, y someten a la brava a los usuarios, a los trabajadores y a las clínicas y a los hospitales. No promueven la prevención, sino la curación, y ese es un error de base, que si no se corrige, no hay sistema de salud que valga ni aquí ni en ninguna parte. La Ley 100 facilita la corrupción. Les iba a pasar un video, ya no alcanzamos, de una intervención que hice en el 2016, demostrándole al ministro Gaviria y al senador Uribe cómo esa ley que él tramitó, la Ley 100, facilitaba que se robaran la plata de la salud, porque les daba a los actores un tratamiento como de ángeles, prácticamente sin auditoría, sin seriedad para impedir que se robaran la plata. 

¿Qué es lo que hay que hacer? Esbozo brevemente unas ideas. Primero, Colombia necesita una ley de salud que sea para la salud de los colombianos. Parece una bobería, pero hay que decirlo, el objeto principal de una ley de salud tiene que ser mejorarles la salud a los colombianos.

Segundo, los reyes del sistema, por usar esa figura, tienen que ser, primero los pacientes, y, además, los trabajadores de la salud, médicos, enfermeras, enfermeros, todos, y el aparato institucional prestador de servicios, o sea, clínicas y hospitales, públicos y privados. Sin eso no puede haber nada. Esa tiene que ser la forma como se estructura el sistema.

Y en todos los casos con un Estado actuante vigilando contra los abusos, contra los atropellos y facilitando que las cosas se desarrollen como se deben y tramitando las diferencias entre los colombianos.

Como ha de haber administración del servicio, tiene que haber gerentes, contadores, ascensoristas, toda la estructura del sistema, y entonces las EPS, o como se llamen, deberán tener un conjunto de controles para que ellas se pongan al servicio de la salud y no la salud al servicio de sus intereses.

Y en ese sentido, los costos tendrán que ser ajustados a la realidad. Repito, tiene que haber administrador de los recursos, pero un administrador que no se parezca a lo que hemos padecido en todos estos años. Los detalles podrán mirarse, pero estoy planteando en general cuál es la idea que debería orientarnos.

Ya lo dije, tiene que ser un sistema centrado en la prevención.

Y tiene que ser un sistema que proclame cero corrupción. Estábamos comentando con algunos de ustedes que se nos viene encima el Plan Nacional de Desarrollo y cualquiera pensaría que en el tema de salud habría en él una política de ataque frontal a la corrupción en el sistema de salud. No hay una palabra. Como si aquí no se robaran la plata de la salud de los colombianos. Es obvio que hay que diseñar una política que tenga como criterio fundamental el tema de la corrupción.

Les cuento una anécdota. Cuando discutíamos en un corredor el tema de Reficar, le comenté al actual Presidente, el doctor Duque, siendo todavía senador, que parte del problema es que como todo se rige por las normas del derecho privado, robarse la plata es una ganga. A lo que me respondió, no, lo impide la eficiencia de la empresa privada. Entonces le pregunta, ¿cómo es la tal eficiencia si todos los días vemos que se roban la plata? No nos dejemos meter cuentos. Dicen que es que lo hacen rapidito. No. Se la roban rapidito. La auditoría es un tema de fondo en el debate, tal como existe en otros países, no vamos a inventar que el agua moja o la bicicleta. Se necesita, así haya que pagar unos costos adicionales para que no se roben la plata. Hay otros países de economía de mercado cuyo sistema de salud se orienta por criterios como estos.

Por último, me veo precisado a aclarar qué es lo que no estamos pensando, qué es lo que no estamos proponiendo. Y hay que enfatizarlo, porque como el país está controlado en proporciones inmensas por los mentirosos, por los tramadores, por los fabricantes de fake news, entonces explico por anticipado lo que no proponemos, para que no pongan en mi boca lo que nunca he dicho.

Primer cosa que no es. No es para estatizar el sistema. Llevo años remarcándolo y lo repito, no estamos hablando de estatizar el sistema. El sistema de salud tiene que ser un sistema mixto, con participación de actores privados y públicos. Privados, entre otras cosas, porque el 80 por ciento de las IPS son privadas, no es posible sustituirlas. Pero además, porque pueden prestar un buen servicio. Y público, porque se necesita un Estado que controle, pero además, se necesita un estado que preste servicios, porque, entre otras cosas, hay sitios de Colombia adonde los privados no llegan. Aquí tenemos que tomar la verdad de los hechos. No más ideologismos irresponsables y desproporcionados.

Otra cosa que advierto desde ya. Dentro de ese sistema público nadie en Colombia se quedará sin salud, nadie. Por el contrario, van a tener acceso real a la salud los que hoy lo tienen en el papel y no en la realidad. Porque aquí nos hablan mucho del gran cubrimiento, pero cuando uno va y mira, las barreras de acceso hacen que la gente no goce del derecho. No. Se trata de que acceda todo el mundo.

Tercero, que no es lo que proponemos. Nadie que trabaje en el sistema de salud perderá su empleo, no se dejen meter mentiras. Lo que estamos proponiendo exige que trabajen en el sistema todos los que hoy lo están haciendo, hasta los administradores. Y por supuesto, médicos, enfermeros y enfermeras, todo el personal que se necesite.

Y tendrá que pensarse en un plan de transición, muy bien pensado, de lo que tenemos a lo que tendríamos. El diseño ha de ser supremamente riguroso, porque si no, se corre el riesgo de que se tomen decisiones desacertadas.

Y por supuesto, mi propuesta incluye una gran unidad. Que hagamos esfuerzos por unificarnos todos los que estemos dispuestos a sacar esto adelante, así tengamos diferencias en otros temas, e incluso en estos mismos. Y entre todos, en un ejercicio de diálogo, de conversaciones y de mirar a fondo los problemas, seamos capaces de precisar una reforma legal al sistema de la salud diseñada entre todos dentro de estos y otros criterios que se puedan plantear, no estoy agotando el tema, pero que nos permitan generar una lucha democrática para lograr las transformaciones que se necesitan.

Conclusiones

Ante todo, agradecerles a todos ustedes, a quienes no han seguido o nos sigan por la televisión o por las redes, a todo el cuerpo técnico del Canal.

Un par de ideas. Lo primero, todos estamos de acuerdo en que la crisis es extremadamente grave. También en que mientras se mantengan las mismas políticas, no hay ninguna esperanza de que los problemas se puedan resolver. Alguien dijo una frase muy sencilla y a la vez muy profunda: usted no puede esperar que las cosas cambien si siempre hace lo mismo. El sistema actual es un desastre para los pacientes, un desastre para los trabajadores de la salud, un desastre para las propias instituciones prestadoras de los servicios de salud, sean públicas o privadas. Al final no le funciona bien sino la intermediación financiera y la corrupción de los pillos de todos los pelambres. Porque este es un sistema montado sobre la corrupción, a partir de unas normas absolutamente permisivas, y así, robar en el sector salud es una ganga. Sueltan un peso para que llegue a donde el paciente y lo picotean por todo el camino los pillos. De milagro llega una porción insignificante.

Alguien dijo aquí otra frase que vale la pena resaltar. Dijo, es que los que están mandando no quieren cambiarlo ni lo van a cambiar. Sí, está en lo cierto. El lío que tenemos es que este no es un debate de razones, de argumentos. Llevamos 25 años dando razones y argumentos sin que el sistema se corrija. Lo que pasa es que aquí hay unos que ganan con el desastre. Voy a decir algo bien cruel. Aquí hay quienes ganan con la muerte del prójimo y con la enfermedad y con el dolor del prójimo. Ahora, el problema no es que haya ganancias, no estoy discutiendo eso, estamos en una economía de mercado. El problema es que el sistema ha sido montado de una manera absolutamente irresponsable e inaceptable.

Y a esos que son los que nos han gobernado no hay que persuadirlos, suelo decir, o convencerlos, o explicarles. No, ellos saben más que nosotros. A ellos lo que hay que hacer es derrotarlos, vencerlos, en la lucha civilizada, democrática, pacífica, pero vencerlos. Porque o si no, van a seguir haciendo lo mismo. Pensar que este Congreso va a cambiar la Ley 100 en serio resulta ilusorio. Hacen reformas que favorecen el negocio de los unos y los otros. Los ministros, los presidentes de la República, todos ellos, los banqueros están en este negocio.

Con lo que estoy diciendo, y a pesar de las dificultades, no quiero afirmar que esto no tiene arreglo. No. Esto sí tiene arreglo, esto sí puede cambiar. Hay países de economía de mercado donde las cosas son distintas. Es que uno de nuestros derechos democráticos es construir el país que queremos. No en todas partes se reproduce esta miseria que estamos padeciendo en Colombia. Luego, no estamos buscando utopías, no estamos, y en esto quiero ser enfático, hablando ni siquiera de estatizar el sistema. Les puedo dar una lista de países donde actúa la empresa privada en el sector salud y no se ve la desgracia que tenemos aquí. Es que en Colombia ni siquiera se puede perseguir a los ladrones, con el cuento de que estamos en una economía de mercado. No. Son explicaciones tramposas.

Entonces sigamos insistiendo en promover una gran unidad para esta lucha. Varias ideas, las repito, ya las mencioné. La ley debe ser para la salud de los colombianos. Esto parece menor, pero es el punto central. Para la salud, no para los intermediarios y para los pillos que se lucran con la salud.

En segundo término, el sistema tiene que estar montado para que les vaya súper bien a los pacientes, a los trabajadores de la salud, al mundo de las IPS, públicas y privadas.

Tiene que haber una administración del recurso, con el nombre de las EPS o con otro, pero los administradores no se pueden quedar con toda la plata del sector. Hay que ver cómo se resuelve en concreto, pero ahí hay que trabajar. Y es posible lograr muchos avances, como sucede en otras partes. El sistema no puede estar al servicio de los administradores, sino los administradores al servicio de un sistema democrático de salud.

Tiene que ser un sistema centrado en la prevención. Obvio, son cosas elementales. Es mejor que la gente no se enferme que tener curarla. 

Más barato, por supuesto. Y cero corrupción, cero corrupción. Aquí tiene que haber una batalla sin cuartel contra los ladrones. Y hay que llenar esto de normas anticorrupción, dejando a un lado ese cuentico de que los privados se cuidan los unos a los otros. Nos tratan como a imbéciles. 

La tarea necesita una gran unidad, una gran convergencia de todos los orígenes políticos, con gente de todos los orígenes sociales, con toda la gente del sector, para que seamos capaces de promover la fuerza suficiente que nos permita modificar las normas. Porque si no, el cambio no es posible. Sin una gran fuerza social no es posible modificar las normas.

Insisto, el sistema de salud sí tiene arreglo. Lo que tenemos es que proponernos arreglarlo.