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Jorge Enrique Robledo

Bogotá, 20 de octubre de 2006.

Los que nos pasamos media vida en la universidad aprendimos a valorar como una virtud escuchar con respeto otras posiciones, incluso las más contrarias. Pero también aprendimos a repudiar con desprecio el ocultamiento o la falsificación de los hechos para sustentar los puntos de vista, pues así se rompe con la primera norma de un debate honrado: interpretaciones puede haber varias, pero las realidades deben ser sagradas.

 

De ahí que sea tan repudiable la actitud del ministro Arias, quien, para descalificar las cifras que mostraron el desastre de un agro que crece doce veces menos que el promedio nacional, puso en duda las estadísticas de su propio gobierno (las del Dane), las mismas que festejó cuando lo favorecieron. Y fue capaz de proponer que se modificara su cálculo, oportunismo que pretende coronar el estilo oficial de “resolver” los problemas nacionales modificando la manera de calcularlos, que fue como el uribismo mejoró los índices de empleo, crecimiento industrial y pobreza.

 

Y peor sucede con las cifras tributarias, las cuales se manipulan con verdades a medias o mentiras completas, desvergüenzas que amplifican los medios de comunicación. ¿Qué colombiano informado no ha oído y leído miles de veces que en Colombia el impuesto de renta de las empresas llega al 38,5 por ciento? ¿Cuántas veces se ha dicho y escrito que son los cinco mil llamados “grandes contribuyentes” los que pagan la parte fundamental de los impuestos, y que los demás poco o nada tributan? ¿No está montada la reforma tributaria en curso sobre las “verdades” que expresan las preguntas anteriores, las cuales, como se verá, son mentiras? ¿Carecen de culpa los “tanques de pensamiento” en que el debate tributario se libre sobre cifras falsas? ¡Que los neoliberales defiendan las teorías se les antojen, hasta las más reaccionarias, pero que no oculten ni falsifiquen los datos!

 

La verdadera carga tributaria de los monopolios y las trasnacionales ha sido fugazmente mencionada por personas autorizadas. José Antonio Ocampo dijo que es del 20%. Mauricio Cabrera explicó que la banca paga el 23% y la industria el 17%. ¿Por qué tales diferencias con las cifras “oficiales”? Por las enormes exenciones de que gozan los que más chillan por el 38,5% que no pagan. Para acabar de revelar la verdad, en exposición poco conocida, casi clandestina, el director de Fedesarrollo (2006) explicó que la tasa promedio efectiva de renta es de apenas el 13%, porcentaje que sacó, entre otros, de estos que también dio: construcción: 36%, comercio: 32%, sector manufacturero total: 23%, servicios financieros: 19%, fabricación de automóviles: 17%, confección de prendas de vestir: 13%, hoteles: 5%, minería e hidrocarburos: –5%, transportes y comunicaciones: –12%, electricidad, gas y vapor: –33% y sector agropecuario: –33%. ¡Un escándalo noticioso! Pero en otro país.

 

Y la Dian y el Ministerio de Hacienda nos dieron otras cifras que demuestran que los llamados “grandes contribuyentes” lo son, no porque paguen muchos impuestos, sino porque son recaudadores al servicio de la Dian de los tributos que pagan otros. Los “grandes” aparecen como que aportan el 60% del total de los impuestos, pero lo cierto es que solo contribuyen con el 15,8%, porque el 44% restante corresponde a IVA y retenciones que ellos les cobran a los colombianos del común. Y si se restan los aportes que Ecopetrol, EPM y ETB hacen a la renta de los “grandes”, sus impuestos solo representan el 12,3% del total, bien poco en relación con la riqueza que poseen. Los principales esquilmados en Colombia son los pobres, incluidos los indigentes, por ser los que más le aportan al IVA, la carga regresiva por excelencia, que equivale al 43% del recaudo. Y la retención en la fuente por salarios, honorarios y negocios contribuye con el 26% del total, el cual llega a 42,3 billones de pesos (2005). Aquí sí que se cumple que los que verdaderamente mandan en los países son los que no pagan los tributos que se supone les corresponden.

 

Es bien probable que el clientelismo parlamentario del minhacienda Carrasquilla –a quien, por razones obvias, tanto quieren en el Fondo Monetario Internacional– logre subir el IVA en los mismos billones de pesos en que les bajarán la renta a monopolios y trasnacionales (!!!). Pero que por lo menos lo hagan sin la desfachatez de decir que es que en la plutocracia que está montando Uribe los magnates tributan en exceso.