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Probadas las razones por las que el ministro Cárdenas debe renunciar por Isagén

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Intervención del senador Jorge Enrique Robledo en la moción de censura al ministro Mauricio Cárdenas por la venta de Isagen. Plenaria del Senado, 4 de abril de 2016.

En Reficar, Mauricio Cárdenas incurrió en omisión de denuncia. Hubo colusión entre Colbum y Brookfield para defraudar el patrimonio público. Privatizar a Isagen fue una exigencia explícita del Plan Colombia. El gobierno mató la gallina de los huevos de oro, porque a Isagen no se la entregan a Brookfield por mala, sino porque es el gran negocio. En Colombia hubo agentes del Credit Swiss que, solo por intermediar esta privatización, se ganaron 24.300 millones de pesos. Seis falsedades del ministro Cárdenas: el sector eléctrico está maduro, Isagen no es un bien estratégico, una empresa pública es igual que una privada, se cambia un activo por otro, es igual la plata en Isagen que en vías y la peor, en la subasta va a subir el precio. Las subastas de uno son ilegales porque defraudan el patrimonio nacional, pero también violan la libre concurrencia y la moralidad administrativa, ambas con fuerza constitucional. Doce indicios muy graves que, juntos, configuran una prueba de la actitud dolosa y fraudulenta. Por todas las irregularidades conocidas, el ministro estaba obligado a desmontar la subasta.

Antes de entrar en materia, un par de menciones. La primera, lamentar que por la manera cómo se organizó el debate no vaya a hablar sino un senador por cada partido. Y digo lamentarlo, porque el senador Alexánder López, del Polo Democrático Alternativo, que está aquí con nosotros, venía muy preparado para hacer este debate y estoy seguro de que hubiera hecho un trabajo excelente.

El otro punto, llamar la atención sobre lo que está pasando con este escándalo de Panamá. Esperemos que el Congreso y el país sean capaces de escarbar hasta el fondo. No solo por los muchos actos delictivos que debe de haber ocultos, sino además, por una sola idea en la que voy a hacer énfasis: cuánta evasión fiscal, cuántos impuestos que no se pagan en Colombia en razón de esas conductas. Al final del año seguramente nos van a clavar aquí hasta el alma una reforma tributaria, bien antipopular, mientras que estos delincuentes de cuello blanco no responden por un deber elemental de todo ciudadano, como es el de pagar oportunamente sus impuestos.

Voy a hacer también una mención muy breve a Reficar. Sería lamentable no hacer una mención del tema, dada su importancia y porque se va a discutir de pronto la semana entrante. Y vale la pena decir un par de cosas, porque tienen que ver las dos con el doctor Cárdenas. Lo primero, la Contraloría hace estallar el escándalo de Reficar, un negocio que debería valer 4 mil millones de dólares y se va a 8 mil millones de dólares. Se discute si allí solo hay equivocaciones o si además hay dolo, corrupción. En algún momento a mí alguien me criticó: cómo se atreve usted a pensar que hubiera corrupción. Bueno, ya hoy, vista la demanda que puso Reficar ante un tribunal internacional, queda en claro que aquí estamos hablando de corrupción y de delincuentes. La demanda reclama por lo menos 2 mil millones de dólares —debe de ser lo que ellos están en condiciones de probar— y aclara de entrada que trata de buscar un pronunciamiento de la Corte contra CBI, y oigan los términos, por fraude, dolo, negligencia grave, abuso de derechos, transacciones en beneficio propio, engaño, incumplimiento de deberes fiduciarios, violación del principio de buena fe, violaciones flagrantes del contrato y dolo. Espero que de aquí para allá no se le vuelva a ocurrir a ningún ministro que aquí solo hay un problema de menor cuantía y de pronto un incidente menor de tipo administrativo. Cito la demanda que interpone Reficar, es decir, Ecopetrol, es decir, el gobierno nacional.

Entonces el debate, cuando se haga, va a ser muy interesante, porque primero se va a tener que establecer cómo fue que nos metimos en ese lío. Y nos empezamos a meter desde bien temprano, por allá como desde el 2006. Va a tocar mirar con cuidado la actuación del doctor Cárdenas, porque él es probablemente en toda esta etapa de la historia de Colombia la persona que más tiempo ha estado en la junta de Ecopetrol, desde abril del 2008. Y lo que ya tenemos establecido es que la conducta del doctor Cárdenas fue lamentable. Porque en el 2012, en un informe de junta directiva de Ecopetrol, informa él mismo que se reunió con el director de CBI, con estos que parecen ser grandes delincuentes o que por lo menos cargan con graves acusaciones internacionales, a quien “le reclamó el incumplimiento intolerable del contratista”. Y le advirtió que el gobierno nacional “no está dispuesto a permitir más retrasos ni costos adicionales del proyecto”. Son muchas las actas de junta directiva de Ecopetrol y de Reficar que evidencian que los señores de CBI estaban tumbando al Estado colombiano de mil maneras. Y sin embargo, doctor Cárdenas, y esto es gravísimo, usted hace unos días, en febrero 28, admite: “Desde 2013 se optó por seguir adelante con el contratista y conformar un equipo legal para preparar una reclamación”. Es el caso, como bien lo dijo la periodista María Isabel Rueda, de quien encuentra a alguien robándole su casa y en vez de proceder, se sienta a recaudar las pruebas para instaurar un proceso mientras el otro se acaba de robar los enseres. Eso se llama en derecho penal, doctor Cárdenas, omisión de denuncia. Esté usted realmente en problemas, lo mismo que toda la junta de Ecopetrol y de Reficar.

Vamos a lo de Isagen. Les voy a pedir paciencia, porque el tema está lleno de detalles y si no se miran, no se entiende el debate. Porque lo que voy a demostrar es, primero, que fue inconveniente la idea de vender a Isagen. Pero la segunda parte es la más compleja, porque voy a explicar cómo en este caso se presentó una colusión entre las dos trasnacionales, Colbum y Brookfield, que anunciaron participar en una subasta que finalmente se volvió de uno. Ahí ya hay una idea fraudulenta. Hubo una colusión entre las dos trasnacionales, y creo yo, además, con funcionarios del gobierno nacional para defraudar el patrimonio público y adquirir a menos precio esa empresa que tanto queríamos, llamada Isagen. Y va a exigir paciencia, porque la gravedad de los cargos, llenos de detalles que habrá que explicar cuidadosamente, así lo amerita. Necesitamos que los organismos de control se vayan a fondo. La colusión para defraudar al patrimonio público es un delito de carácter penal y voy a presentar aquí una serie de indicios, más de diez, para señalar que es bien probable que se pueda demostrar que esa colusión existió, no solo en razón de los indicios, sino de la pruebas que tendrán que recaudar las autoridades.

Isagen no se privatiza por mala, sino por buena

Hablemos primero de la inconveniencia. Se trata de otro pésimo negocio de privatización, con un agravante, por ser una exigencia explícita del Plan Colombia, que aquí les gusta tanto a ciertas personas. El Plan Colombia le exigió al país, para entregar los dolarcitos que dieron los gringos —bastante escasos por lo demás en comparación con lo que puso el país, menos del 8 por ciento por parte de ellos y el 92 por ciento por parte de Colombia—, la privatización de Isagen. Siendo ministro de Hacienda Juan Manuel Santos, el gobierno logró que el Fondo Monetario Internacional asumiera el Plan Colombia en una carta de intención y allí vuelve a imponerse que había que privatizar a Isagen y a ISA y todas las empresas del Estado.

Por qué el gobierno vende a Isagen. No la vende por mala, porque sea un hueso, no, la vende es por buena, porque es un negociazo. Van por el lomo quienes se pusieron detrás en este acto repudiable de privatizar a Isagen. Y hago una importante advertencia, que a mí se me escapó. Estos místeres no compraron solamente el 57% de Isagen, la parte de las acciones del gobierno nacional. No. El reglamento induce a que los socios menores tengan que venderle a la trasnacional el resto de las acciones y al mismo precio, como ya empezó a suceder. EPM ya tomó la decisión, Empresa de Energía también, seguramente los fondos de pensiones van a hacer lo mismo. Y entonces estamos hablando, ojo con el dato, no de un contrato de 2 mil millones de dólares, sino de un negociazo de 3.505 millones de dólares. Es clave fijar esta cifra en la cabeza. 3.505 vale el negocio que compraron los señores de Brookfield.

Es el caso, muy conocido, del que mató la gallina de los huevos de oro. Es lo que hicieron el doctor Cárdenas y el doctor Santos cuando les venden a los extranjeros todas las inmensas posibilidades de Isagen. Por qué hacen eso tan absurdo. Primero, aquí hay un problema ideológico y de dominación global y es que todo lo que les sirva a las empresas privadas es bueno, así se defraude al Estado. Al ministro Cárdenas lo suelen felicitar los banqueros extranjeros, obvio, porque gobierna de acuerdo con sus criterios. Pero en este caso, como en todos los demás, también hay de por medio intereses de grupos colombianos. En Colombia hubo agentes del Credit Swiss que, solo por intermediar esta privatización, se ganaron 24.300 millones de pesos. Aquí no se trata solo de posturas ideológicas. Hubo dinero de por medio, porque es claro que el neoliberalismo no es solo ideología.

¿Cómo probar que Isagen es una buena empresa, hecho que intentó poner en duda el doctor Cárdenas, y quedó mal, porque todas las cifras prueban que era una empresa excelente? En los últimos diez años, sus ingresos aumentaron en 196 por ciento, la utilidad neta 159 por ciento, el Ebidta 110 por ciento y pagó 156 mil millones en impuestos, un dato clave para el resto del análisis. El Grupo Bancolombia advirtió incluso que en los próximos años le iba a ir mejor, porque ya había entrado en operación HidroSogamoso, hasta ahora una especie de carga para los resultados financieros. También se quedó Isagen, y no es un asunto de menor cuantía, con el 25 por ciento del agua embalsada en el país. Los compradores admiten que compraron una franquicia de excelente calidad a perpetuidad. El agua de los colombianos se la dimos a los extranjeros a perpetuidad.

Seis falsedades del ministro

Seis falsedades sobre este negocio. Estamos en la parte de las conveniencias, repito, no hemos entrado a la parte de las ilegalidades. Primero dijo el doctor Cárdenas que el sector eléctrico era un sector maduro. Maduro quería decir en ese momento un sector impecable, donde sobraba una empresa del Estado como Isagen, porque los privados lo hacían todo de maravilla. Qué importaba entonces, nos dijo, que esta propiedad pública pasara a manos de privados. Yo les pregunto a ustedes, senadores, senadoras y colombianos: si el sector de la generación eléctrica es un sector de maravillas, ¿dirán lo mismo los costeños de Electricaribe, que lo padecen? Qué tal los problemas de los últimos meses y el riesgo inmenso de apagón, que ojalá no suceda, pero que podría ocurrir en cualquier momento. Y si no estamos ya en apagón es porque estamos trayendo energía de Ecuador, no por los méritos propios. Qué tal el fracaso del gas de La Guajira, que hacía tanta falta en razón de los costos de la electricidad. Qué tal el Cargo por Confiabilidad, que nos costó cerca de 18 billones de pesos. Qué tal el conejo de TermoCandelaria, que se voló cuando llegó la hora de pagar el seguro. Qué tal los aumentos de las tarifas. Y qué tal esta que no la he oído comentar, de Portafolio de marzo 22: “Las generadoras térmicas amenazan con entregarles las plantas al gobierno”. Y añade el jefe de las térmicas en Colombia que si el 1º de mayo el gobierno nacional no ha doblado el precio de escasez, le entregan las plantas al gobierno. Doblar el precio de escasez de 302 a 685 pesos el kilovatio quiere decir que la tarifa se va a pegar la disparada del siglo. O sea, que decir, como lo hace el doctor Cárdenas, que este es un sector buenísimo donde no pasa nada resulta por lo menos una exageración efectista para poder facilitar la venta.

Segunda falsedad, Isagen no es un bien estratégico. Afirma Santos: “Nada tiene Isagen de estratégico”. Son capaces de decir cualquier cosa. Añade Cárdenas: “Otro gran mito es que la venta de la empresa pondrá en peligro la expansión del sector eléctrico y que subirán las tarifas”. Pues bien, el Banco de la República, Eafit, la Contraloría General de la República, un estudio grueso del gobierno, todos confirman que el sector de generación eléctrica es un oligopolio. Y usted, doctor Cárdenas, debe de saber que el oligopolio se termina aprovechando de la fuerza para maltratar de mil maneras a los usuarios. Qué esclarece la Contraloría en 2015: “Por su capacidad en la generación eléctrica es de importancia estratégica”. Agrega: “En un mercado oligopólico donde participan pocas empresas”, la privatización “es un riesgo para el Estado, pues limita el control natural que tiene hoy el Estado en el mercado nacional de energía”. Falso entonces aducir que no era estratégica.

Y miren este interesante detalle. Hace poco estuvo en Bogotá el gerente mundial de Enel, uno de los grandes comerciantes de la generación de energía, que en Colombia controla Codensa y Emgesa. Visitó El Quimbo y allí alguien le preguntó cuál es el futuro de esa empresa, y el tipo explica las dificultades de El Quimbo y aclara: digamos, que hasta cien megavatios estará bien. Explica luego con todo detalle cómo la decisión de ellos y de todo ese sector a escala global estriba en no montar plantas de generación mayores de cien megavatios. Está hablando de planticas. Para que ustedes se hagan una idea de cómo son de chiquitas esas plantas de las 14 térmicas, que son las más pequeñas: sin Gualanday, apenas 13 son de menos de cien, todas las demás son mayores. Tebsa, 877; Termosierra, 455; Termoflores, 441. Y si nos vamos a las hidráulicas, y él dice que tampoco las hidráulicas pueden pasar de cien, miren, San Carlos, 1.240; Chivor, mil; Hidrosogamoso, 820. O sea, que el señor de Enel y en general todo ese sector sentencian a Colombia a producir energía costosa, tanto hidráulica como térmica, porque esas plantas pequeñas, ese subproblema, tienden a operar con mayores costos de producción por kilovatio. Y Colombia es una potencia hídrica donde hay posibilidades de hacer proyectos diferentes a lo que están planteando.

Tercera falsedad, la empresa pública es igual que la privada. No me opongo a que haya actividad y empresas privadas, esa no es la discusión con el Polo, es más, ataco los TLC en buena parte porque arruinan las empresas privadas. Pero de ahí a concluir que todas las empresas tienen que ser privadas y que no puede existir sector público porque es una incoveniencia, es un absurdo. Les doy estos datos: generación eléctrica estatal en Noruega, ciento por ciento pública. India, ciento por ciento pública. Francia, 84 por ciento pública. Y podría seguir. Es más, sin el sector público nunca contaríamos con la generación que tenemos hoy en Colombia. Ahora, que eso se lo entreguen a los extranjeros tampoco parece preocuparle al doctor Cárdenas, una de las razones para esta moción de censura.

Cuarta falsedad, se cambia un activo por otro. Se asume que que da lo mismo tener a Isagen que tener carreteras. Todo este enredo nos lo echaron con el cuento de tener carreteras. Y resulta que tampoco es cierto que sea lo mismo. Isagen pública le renta al Estado, en metálico, además de prestarle el servicio de electricidad a todo el mundo, como lo ha explicado la Contraloría. El Isagen de Brookfield no. Isagen pública se valoriza para el Estado. Las vías, en cambio, no se valorizan porque no se venden como se pueden vender otras cosas. Tercero, Isagen pública reinvierte sus utilidades en Colombia, la Isagen de Borokfield no. Isagen pública puede romper o controlar el oligopolio, Isagen de Brookfield lo fortalece. Isagen pública paga impuesto de renta, 156 mil millones de pesos en el 2013, Isagen de Brookfield no, porque en el contrato hay una cláusula que le permite a Brookfield localizar su empresa en el exterior el séptimo año, por ejemplo, en Panamá, ahora tan de moda. Lo dice con claridad, señor ministro, para que no abra los ojos, séptimo año, a partir del séptimo año Brookfield podrá localizar a Isagén por fuera del país. Sí, ya le dijo su asistente que sí, señor ministro, lamento que haya leído el contrato con tan poca enjundia y cuidado.

Quinta falsedad, que es igual la plata en Isagen que en vías. Pregunto, si es tan igual, por qué los señores de Brookfield, grandes contratistas de obra pública, no se vinieron a hacer las carreteras y sí a comprar a Isagen. Ese juego de falsa rentabilidad no nos lo puede echar el señor ministro a quienes algo entendemos de estas cosas. No es lo mismo. Pero además, porque los créditos que se les van a dar a los constructores de vías con la plata de Isagen van a ser créditos subsidiados, a menos precio, y los hechos terminarán demostrándolo. Dice el especialista José Roberto Acosta, “créditos a 20 años a empresarios privados que tendrán ocho años de gracia, tomando riesgos financieros que ningún banquero en su sano juicio estaría dispuesto a asumir”. Es en eso en lo que va a poner el gobierno la plata de la venta Isagen, a financiar la Financiera Eléctrica Nacional.

Y ojo, ¿quién va a controlar la plata de la Financiera Eléctrica Nacional? Hoy la FEN le pertenece en dos tercios al Estado colombiano y en un tercio a la suma del Banco Sumimoto —y no olviden este nombre porque lo voy a mencionar más adelante— y otro pedazo al Banco Mundial y otro pedazo a la Corporación Andina de Fomento. Y establecen las normas de la FEN que una vez entre la plata del Estado colombiano a la FEN, se mantendrá el poder de veto de los extranjeros sobre ella. O sea que serán los extranjeros los que terminarán definiendo en qué invierte el Estado colombiano su dinero. Y no crean ustedes que los tres sectores que he mencionado no se van a mover para favorecer precisamente a los propios extranjeros.

Y la falsedad más escandalosa. En su campaña, el doctor Cárdenas, el doctor Santos y todos sus amigos arguyeron que no importaba que el precio inicial de la subasta fuera bajo, porque en la subasta iba a subir el precio en proporciones nunca vistas y que iba a ser la maravilla de negocio. Miren ustedes las citas de ellos mismos. Mauricio Cárdenas: “Habrá una subasta donde la competencia entre reconocidos inversionistas estratégicos permitirá que el precio pagado sea mayor”. Otra frase del doctor Cárdenas sobre lo mismo: Isagén “generará una competencia fuerte que permitirá vender a un precio beneficioso para el país”. Añadió el presidente Santos —y es increíble porque es de enero 12 en Blu Radio, cuando ya los chilenos habían confirmado que no iban a participar y ya el ministro había dicho que no importaba, porque las subastas de uno eran muy chéveres, que nadie se preocupara—: “El precio de $6.5 billones es solo el punto de partida, pues la venta se ha diseñado para procurar que se realice a través de una subasta de manera competitiva, con la que se busca generar una puja por parte de los interesados, que permitirá vender al mejor precio posible”. Esos son los hechos, fue lo que nos ofrecieron, es el debate que estamos haciendo.

Y ojo a un detalle interesante. Puesto el precio en dólares, entre el primer intento de subasta, el que les fracasó, y la subasta que al fin se pudo hacer, hubo un detrimento en dólares para el país, sobre el precio base del total del negocio, no solo de la parte del gobierno nacional, de 1.126 millones de dólares por la variación de la tasa de cambio. Sin mover un dedo, estos místeres se ganaron toda la plata del mundo.

La subasta de uno, ilegal e inconstitucional

Veamos otros hechos no menos graves. Primero, una subasta de uno aquí y en Cafarnaún es un fraude, una trampa, y resulta absurdo llamarla subasta. La subasta tiene una definición precisa. Una subasta es una puja, una competencia. Por definición, el precio base de una subasta es bajo, porque de lo que se trata es de atraer inversionistas para que pujen y compitan entre sí y alguien se termine quedando con el bien sacado a la subasta. Pues aquí se inventaron el doctor Cárdenas y el presidente Santos la subasta de uno y hay que aplaudirles la genialidad. Y ahora vamos a ver que es inconstitucional e ilegal.

Hecho dos. Según el gobierno, el reglamento de la subasta permitía la subasta de uno. Pero si ustedes leen el articulito, encuentran que es muy extraña la redacción, pues en ninguna parte estipula que las subastas de uno se pueden hacer. Es es una interpretación que ustedes, señor ministro, le dan. No sé si desde el principio calcularon enredar la redacción, pero doctor Velasco, usted que es abogado, léalo, ahí no dice que se pueda hacer una subasta de uno. Pero bueno, el ministro ratifica que sí se puede hacer. Pero ojo con esto, también de una gravedad inaudita. No es una ley la que lo permite, ni un decreto, ni siquiera una resolución del Estado. Es apenas un reglamento hecho por la Bolsa de Valores de Bogotá, dando paso a algo no permitido por ninguna ley ni por la Constitución, porque las subastas de uno, como es obvio, defraudan el patrimonio nacional.

Hecho tres. Yo voy a hablar aquí de unos indicios graves, pero estoy estableciendo hechos, porque los indicios se relacionan con los hechos. Los indicios son en sí mismo un hecho, pero tienen que relacionarse con otros hechos. Hecho tres, repito. Brookfield se ganó una millonada al no haber subasta. Obvio. Se queda con un negocio de 3.505 millones de dólares en el que no hubo puja. Si hubiera habido puja, el precio habría subido mínimo un 10 por ciento, 350 millones de dólares que se le dieron gratis a los señores de Brookfield. Si la puja hubiera subido el precio en 15%, 525 millones de dólares de más habrían tenido que pagar los señores de Brookfield. Si fuera el 20 por ciento, 701 millones de dólares. Y se les regalaron porque aquí en un simple reglamento de una Bolsa de Valores se inventaron las subastas de uno con una frase confusa. Estamos hablando de asuntos muy graves, señor ministro.

Hecho cuatro. La subasta de uno es inconstitucional, primero, porque viola el derecho constitucional a la libre competencia. Y segundo, porque viola el derecho constitucional a la moralidad administrativa, es decir, a actuar de buena fe. Es tan impublicable lo de la subasta de uno, que en ningún documento del gobierno nacional se motiva por qué puede haberla. Inaudito.

Veamos cómo es lo de la ilegalidad. Las enajenaciones de la propiedad accionaria del Estado colombiano están reglamentadas por la Ley 226 de 1995, que tampoco autoriza subastas de uno. Es más, los articulos dos y nueve hacen referencia explícita a la amplia publicidad y a la libre concurrencia como una característica esencial en la enajenación de acciones del Estado colombiano. Y advierte esa norma que la Ley 80 de 1993 no es aplicable a estos procesos de enajenación accionaria. Espero señor ministro que no me vaya usted a armar un enredo con otras formas de contratación. Los que aquí son abogados van a intentar montar la posibilidad de las subastas de uno con normas de contratación que no aplican a una privatización como la de Isagen.

Las normas que aplican a la privatización de Isagen son la Constitución Política, la Ley 226 de 1995 y los Decretos 1609 de 2013, 2316 de 2013 y 1512 de 2014. De ahí no se pueden salir. Y en ninguna parte se permite la subasta de uno. Ahora, hay un claro antecedente, una decisión de la Sala Plena del Consejo de Estado sobre una subasta de uno que casi sucede en Colombia, la del famoso tercer canal de televisión. Ustedes recordarán que se hundió porque fue un intento de subasta de uno.

Y entonces el Consejo de Estado se va a fondo sobre el tema. Aclara: “El principio de libre concurrencia plural de interesados al mercado, busca ante todo hacer énfasis y determinar los procesos de contratación pública bajo senderos de competencia real con el fin de obtener, a través de la presencia plural de oferentes interesados interactuando, una oferta adecuada al mercado y por lo tanto óptima para la administración pública”. No puede ser más diáfana la defensa del principio constitucional de libre concurrencia, esencial en todas estas enajenaciones. Agrega el Consejo de Estado en Sala Plena: “Esa pluralidad se requiere para que a través de la confrontación de estos actores, surjan precios que maximicen los recursos para el Estado”. Y ratifica: “Exigencia (…) no constituye un mero requisito formal o del arbitrio del legislador, sino por el contrario, una talanquera legal para evitar procesos de selección carentes de la sustantividad pluralista y participativa”, de un bien público. Más claro no canta un gallo.

El Consejo de Estado también se pronuncia sobre la moralidad administrativa, ministro, usted está encartado, gravemente encartado en este caso. La moralidad administrativa hace alusión a la buena fe con la que se actúa. Los actos públicos deben llevar de manera intrínseca una actitud moral frente a lo que está sucediendo. Y el primer deber moral en una venta de Isagen es buscar el mayor ingreso para el Estado. Y si se metieron por el camino de la subasta, ese mayor ingreso tiene que estar en la pluralidad de oferentes. Hablando de esa famosa fracasada subasta de uno, agrega la Sentencia de la Sala Plena del Consejo de Estado: se introdujeron “mecanismos que limitan la formación dinámica del precio, además de que impidió que el precio se formara, por la libre interacción con el único oferente, de cara a la maximización de los ingresos estatales”. O sea, no se dieron los máximos ingresos porque había un solo proponente. Remarca: “La moralidad administrativa es un valor supremo dotado de fuerza normativa y protección constitucionales”, que es la manera de decirles que tiene fuerza constitucional y ustedes no pueden violarla. Establece además: La moralidad (…) constituye un punto de partida imperativo para el logro de los fines esenciales del Estado”. Estamos hablando de palabras mayores.

Repito, no soy abogado, pero le toca a uno aquí estudiar de todo. Existe un principio carísimo en la constitucionalidad colombiana, el principio del precedente jurisprudencial. Las decisiones de las Altas Cortes generan precedentes legales a los que los funcionarios deben acogerse. No es de libre escogencia del funcionario público si acata o no este fallo del Consejo de Estado al que me estoy refiriendo. Lo confirma la Corte Constitucional con toda claridad: “Todas las autoridades públicas (…) se encuentran obligadas a acatar el precedente judicial dictado por las Altas Cortes”. Agrega: “El acatamiento del precedente jurisprudencial es estricto, sin que resulte admisible la opción de apartarse del mismo”. ¿Ustedes, ministro, no leyeron esas sentencias? Para inventarse la subasta de uno ni siquiera se tomaron la molestia de leer la Sentencia del tercer canal, porque si se la leyeron, no podían actuar así y tampoco si no se la leyeron, porque la ignorancia de la ley no sirve de excusa. Estaban en el deber de hacerlo ¿o es que no les pareció extraño el cuento de la subasta de uno? ¿Tan creativos son? No es raro que la Fiscalía ya esté investigando al señor ministro. Y que lo esté investigando también la Procuraduría, porque estamos hablando de violaciones especialmente graves.

Diez indicios

Empiezo con la parte de los indicios, la más carnuda y compleja de este debate. Son los indicios que me permiten a mi concluir que los señores de Brookfield y Colbun, las dos trasnacionales que iban a participar, según se le dijo a la opinión pública, se coludieron, creo que con la ayuda de funcionarios del Estado, se conchabaron de manera corrupta para defraudar el patrimonio de los colombianos. Ya tenemos unos hechos. Un hecho es que hubo subasta de uno. El otro hecho, tampoco en discusión, es que compraron por el precio base. Los indicios apuntan entonces a descifrar por qué ocurrió eso. Tenemos otro hecho y es que es ilegal e inconstitucional lo que se hizo.

Entonces veamos por el camino de los indicios qué encontramos. A los que no sean abogados les explico. Un indicio es algo como esto: una persona va y compra un veneno, arsénico, y se sabe que lo compró. Al otro día el socio de esa persona aparece muerte envenado por arsénico. Y al tercer día se abre el testamento del muerto y resulta que todos los bienes se los deja el difunto al sobreviviente. No sabemos a ciencia cierta que el primero es el asesino, pero los indicios revelan que las sospechas son muy grandes y que hay que investigar. Hay quienes afirman incluso que bastantes indicios se convierten en plena prueba. Vamos entonces a examinar los indicios de la subasta de uno a ver qué pudo haber sucedido.

Primer indicio. La subasta se planificó para hacerla a las escondidas. La convoca el gobierno el 23 de diciembre para que se realice el 13 de enero. ¿Por qué? Para aprovechar las fiestas decembrinas y para que los colombianos no tuviéramos tiempo de reaccionar. Para que estuviera cerrado el Consejo de Estado y no tuviéramos tiempo de movernos los senadores que hemos estado en esta lucha. O sea, primer indicio, la subasta la intentaron hacer a las escondidas. Este país es lleno de cosas hechas a las escondidas. No es raro que el 90 por ciento de las normas colombianas se aprueben los 28 de diciembre. Y de la misma forma se gastan los presupuestos.

Segundo indicio, gravísimo. No se buscaron más oferentes. Si dentro de la moralidad administrativa estoy haciendo una subasta, a lo que aspiro es a que vengan muchos para que en la puja suba el precio. De eso se trata. Y miren ustedes lo que hicieron, cómo no buscaron más oferentes. El gobierno empieza este proceso, el segundo de privatización de Isagen, pues el otro se había suspendido. El proceso arranca el 21 de diciembre con una nueva valoración de Isagen, que en pesos aumentaba el precio en 21 por ciento, o sea, se trata de un proceso completamente distinto. Y el ministro Cárdenas pone un aviso en la prensa el 23 de diciembre y anuncia que la subasta se hará el 13 de enero. A quienes pudieran participar o estuvieran interesados, y en ese momento nominalmente había tres posibles, les da 18 días hábiles para que se consigan todos los papeles y la plata y todo lo demás. Pero cuando uno mira en detalle el asunto, descubre que no se les están dando 18 días hábiles, porque ellos tenían plazo solo hasta el 31 de diciembre para entregar una póliza sin la cual no se podían presentar en la subasta, sino apenas 7 días para que consiguieran todos los papeles, para que se decidieran a participar en un negocio de 5 mil millones de dólares, un negocio que había cambiado por completo. Es el indicio número dos.

Indicio tres. Aquí se nos dijo hasta el último día y lo insinuó el presidente Santos el 12 de enero, cuando ya se sabía que Colbun no iba a participar, que estos señores sí iban a tomar parte en la subasta. Fue el cuentico que nos echaron, el garlito, que todavía estaban Brookfield y Colbun participando en la subasta. Pues bien, esto lo hemos investigado minuciosamente en mi oficina. Nos hemos comunicado incluso con la Superintendencia de Valores de Chile para establecer la certeza y la seriedad de lo que estamos diciendo. No existe un solo documento ni privado ni público ni documento periodístico que pruebe que los señores de Colbun sí iban a participar en la subasta. Lo máximo es que ellos dicen que lo están pensando. Miren los detalles. El 24 de diciembre y el 29 de diciembre, por requerimiento de la Superintendencia de Valores de Chile, Colbun le dice a la Superintendencia que están pensando en participar. Más exactamente, que están “evaluando (…) la conveniencia y la posibilidad de continuar en el proceso”. Ya el 8 de enero van a decir que no también en carta a la Superintendencia, pero en diciembre no dijeron jamás que sí. El 22 de diciembre el presidente de Colbun, el señor Thomas Keller, en una entrevista de una página entera en un diario chileno, enumera los negocios de esa empresa y no menciona a Isagen ni una sola vez, sino que se regodea, y ahora me voy a detener en este punto, de haber comprado una empresa de energía peruana. Pero nunca menciona estar interesado en Isagen. Al día siguiente, el 23 de diciembre, este mismo personaje admite: “Ya ha advertido públicamente que la paciencia de la eléctrica es limitada respecto de los obstáculos que muestra la compra de Isagen”, o sea, el señor expresa su desagrado porque esa operación no se hubiera hecho inicialmente. En síntesis, nadie puede afirmar que los señores de Colbun iban a participar en la subasta, pero aquí se nos dijo que sí todo el tiempo. Es el tercer indicio de que nos están manipulando.

Cuarto indicio. Los medios de comunicación chilenos y algunos colombianos siempre dudaron de que Colbun fuera a entrar en la subasta. El 23 de diciembre, el titular de la revista Minería Chile: “Colbún: Gobierno colombiano sube precio de Isagén, y complica compra”. El nuevo precio complica la compra, señalan. Viernes 25 de diciembre, Portafolio, internet, titula: “Colbun se retira de subasta de Isagen”, pero adentro informa distinto: “Se retiraría”. Y añade que toma la noticia de Bloomberg, la agencia internacional de noticias. El mismo día, un periódico en internet, Entorno Económico, reproduce completa la noticia de Portafolio.

En enero 12, y es el mejor de los indicios, cuando ya el mercado chileno sabe que Colbun no va a participar en la subasta, miren lo que pasa. Un periódico en internet tituló: “Mercado celebra decisión de Colbún de no presentar oferta por la colombiana Isagen”, pues su acción tuvo el mejor día en cuatro meses. Hubo una fiesta en Chile entre los especialistas chilenos, la gente que se mueve en el negocio de la Bolsa cuando Colbun anunció que no iba a meterse a comprar a Isagen.

¿Por qué? El quinto indicio nos revela que era casi imposible que Colbun pudiera intentar participar en esa subasta por la simple razón de que no disponía de caja suficiente con que atender el nuevo negocio. ¿Y por qué no tenía caja? Porque el 18 de diciembre los señores de Colbun compraron en Perú a Fénix Power Perú, una empresa de energía relativamente importante. Les costó 171 millones de dólares, que tuvieron que dar en rama y asumir una deuda por 614,6 millones de dólares. Colbun es una empresa relativamente pequeña. Sus activos valen unos 7 mil millones. Entonces Colbun termina el año endeudada. La deuda de Colbun al final del año era de 2.235 millones de dólares, equivalentes al 31 por ciento de sus activos. Tan apretados quedaron los de Colbun con la compra de Fenix Power Perú, que el 19 de febrero tuvieron que refinanciar sus deudas, asumiendo un crédito de 366 millones de dólares. ¿Y saben quién les dio ese crédito? No olviden las palabras Scotiabank y Sumimoto Mitsui. A Sumimoto Mitsui ya lo mencioné. Es uno de los socios de la Financiera de Desarrollo Nacional. Y a los de Scotiabank ya los vamos a volver a mencionar.

Lo que celebra el mercado chileno es que en las condiciones de la subasta, resultaba muy riesgoso para Colbun meterse en un negocio como este. Ya mencioné que el endeudamiento de Colbun, sin comprar Isagen, equivalía al 31 por ciento de sus activos a 31 de diciembre. Si se hubiera metido a comprar el 57 por ciento de las acciones del gobierno nacional, el endeudamiento se le habría ido al 59 por ciento sobre activos. Y si hubiera comprado todo Isagen con crédito, el endeudamiento se habría ido a 79 por ciento de los activos. En suma, dificilmente esos personajes estaban realmente interesados en meterse.

Indicio seis, y es uno de los más escabrosos. Ya les expliqué antes que usted no podía entrar a la subasta el 13 de enero si antes del 4 de ese mes no había entregado unas polizas de cumplimiento que costaban más de 200 mil dólares, pólizas en las que usted como comprador asumía el compromiso de pagar, si se ganaba la subasta, so pena de una multa de 100 mil millones pesos. Entonces miren lo qué pasa, una de las cosas más curiosas de esta historia. El lunes 28 de diciembre el banco Colpatria Multibanca, que es en Colombia Scotiabank, le da la póliza a Brookfield, lo que no tiene nada de raro. Al otro día, el 29, Scotiabank, o Colpatria, le da la póliza a Colbun. ¿No resulta muy extraño que el mismo grupo les dé las pólizas a dos empresas que están compitiendo entre sí para ver cuál se queda con el negocio?

Pero ojo, y esta es la parte más grave, el 29 de diciembre, el día en que se expide la póliza, los señores de Colbun le escriben al supervalores de Chile y le comunican que todavía están pensando en si participan o no. Pero si todavía lo estaban pensando, ¿por qué compraron la póliza, por qué le ocultaron esa información al supervalores de Chile? Son preguntas que hay que hacerse. Con esta anotación. Revisamos cuidadosamente las notas de los estados financieros de Colbun a 31 de diciembre y no aparece registrado el gasto en esa póliza, ministro. Luego aquí se abre la duda de si realmente pagaron o no la póliza o cómo fue que se expidió.

Indicio siete. Resulta que Scotiabank y Brookfield son un par de empresas muy asociadas en muchos negocios. Scotiabank es Colpatria y les da pólizas a Brookfield y a Colbun, lo que no deja de ser una novedad, porque si yo soy un banquero amigo de una empresa, por qué le voy a dar la póliza a otra empresa que me puede entrar en competencia. El señor Aaron W. Regent, hoy de la junta directiva de Scotiabank, fue hasta el 2012 gerente senior de Brookfield y codirector ejecutivo de la empresa de infraestructura de Brookfield. Hay muchos documentos en Toronto que muestran la estrecha cercanía entre Brookfield y Scotiabank. Hay incluso un artículo en una revista que habla de los Brookfiend’s, algo así como “los diablos de Brookfield”, refiriéndose a asuntos de negocios con Scotiabank.

Indicio ocho. Brookfield es una empresa severamente cuestionada y tampoco es un asunto de menor cuantía. Lo oímos en los medios de comunicación. Los señores de Brookfield están acusados de sobornar con sumas enormes a funcionarios en Brasil. Brookfield es una empresa investigada también en Estados Unidos por la Comisión de Valores y por el Departamento de Estado por promover la corrupción internacional. Y especifican los analistas en Estados Unidos: “Esto hace que la compañía no pueda analizarse, si es que no es propensa a la manipulación (…) Hay muchas partes sueltas, demasiadas oportunidades para que los administradores jueguen con las cifras”. Y se pregunta el analista: “¿Vale realmente la pena mantener en su portafolio una firma con este perfil de riesgo?”. Esa pregunta se la ha debido también hacer usted, ministro. Porque usted hubiera debido desmontar esa subasta. Era su obligación y no la quiso desmontar. Tenía todo el derecho legal de desmontarla y no lo quiso hacer.

Indicio nueve. Muy cercana Brokfield al señor Tony Blair, y nos estamos acercando por otro lado a Colombia. Recordemos que el señor Tony Blair fue primer ministro de Inglaterra. Y cuando salió de ese cargo se aprovechó del prestigio que ganó como jefe de Estado y se dedicó a hacer negocios, entre sospechoso y turbios, por el mundo. Si ustedes entran a internet, encuentran que es una persona de pésima reputación. Y resulta que el señor Guss O´Donnell, secretario de gabinete en el gobierno del señor Tony Blair, es miembro de la junta directiva de Brookfield, en Toronto.

Indicio diez. ¿Saben quién trabajó con Tony Blair en la Comisión para el África de su gobierno? El actual presidente mundial de Credit-suisse, que se ganó 24 mil millones de pesos intermediando en la privatización de Isagen. Son muchos indicios y muchos hechos.

Indicio once. Las relaciones de Santos Juan Manuel con Tony Blair. Él se ufana de que son amiguísimos, que escribieron un libro juntos e incluso aquí lo trajo a defender sus políticas. Pero además aquí hubo un pequeño escándalo, y no fue a más porque los medios le hicieron el quite, sobre la presencia de la empresa de Tony Blair en el Departamento Nacional de Planeación moviendo hilos en beneficio de unos inversionistas árabes interesados en negocios de minería. Busquen en internet y verán que el hecho hace parte de los escándalos mundiales.

Tenemos entonces unos hechos gravísimos y también otros hechos que a mi juicio son indicios gravísimos en relación con el asunto de fondo que estamos debatiendo. Y pregunto, doctor Cárdenas, ¿usted no se dio cuenta de nada? Una oficina enclenque como la mía, por su debilidad, no por la sabiduría de la gente que trabaja conmigo, pudo establecer todas estas realidades ¿y usted no, con todo el aparato del Estado? ¿No era su deber maximizar los ingresos del Estado, no era su deber cortar por lo sano e impedir que esta colusión tuviera éxito, no es parte del trabajo de un funcionario público prudente no facilitar este tipo de situaciones? O me van ustedes a decir que este mundo de las finanzas es un mundo de señoras pertenecientes a la congregación de la Madre de Cálcuta. No. Es un mundo turbio, lleno de cosas turbias como estas que he estado mencionando.

Indicio doce, muy importante. La subasta se podía aplazar o cancelar. No hay ni una sola norma que le impida al gobierno nacional cancelar una subasta. Y se tenía a mano un argumento poderosísimo, que era subasta de uno, un fraude al Estado porque por definición se iba a vender barato y el patrimonio público iba a terminar sacrificado en esta operación. Y además a usted, ministro, por los días de la subasta, el Consejo de Estado le dijo que podía prorrogar la subasta hasta el 27 de enero, y le agregó: “Sin perjuicio de lo que pudiera disponer el Ministerio para ampliar el plazo”. Espero que usted no vaya a decirnos ahota aquí que estaba obligado a hacerla en ese plazo ni en ninguno.

A mi juicio, son cargos extremadamente graves. Este es un debate de control político y, por supuesto, son las autoridades las que tienen que ir más al fondo y las que están obligadas a investigar con más detalle. Pero pregunto, ¿todo esto son casualidades, una tras otra? No. A mí no me tratan como a un imbécil, me da pena, pero no. Yo no soy un genio, pero tampoco soy un tonto. Aquí hubo un torcido, tengo la íntima convicción. Que lo puedan y lo quieran demostrar o no las autoridades respectivas, no sé. Yo cumplo con mi deber de senador de la República de hacer un debate de control político y de manera minuciosa estoy denunciando hechos de extrema gravedad. Y que en otro país, dentro de cinco minutos, tendría que renunciar el ministro Cárdenas, no me cabe la menor duda, por lo menos por no haber sido prudente en el manejo del patrimonio público, el mínimo deber de tener es la prudencia, que se dice hace verdaderos sabios.

Conclusiones. Pésimo negocio para el país. Actuación inaceptable del gobierno. Por lo menos un gobierno de irresponsables. Por lo menos. Y por supuesto, pésima la actuación del ministro Mauricio Cárdenas. Ahora, qué puede pasar con esta moción de censura. No me hago muchas ilusiones, porque aquí hay un espíritu de cuerpo de la Unidad Nacional, que detenta las mayorías. Las presiones del gobierno nacional son inmensas, ya se nota. El doctor Cárdenas además es el que maneja la chequera, así sea por encargo, por delegación. Seguramente aquí el doctor Cárdenas nos va a sacar unos certificados de buena conducta de los banqueros globales, del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial, esos banqueros globales que controlan a Brookfield, los mismos que trabajan con Tony Blair, con Credit-suisse, con Colbun. Y, claro, cómo no les van a encantar las gestiones del gobierno de Colombia, que permite que estos desafueros sucedan. No me sorprendería que lo condecoraran.

No me hago ilusiones, pero creo que el Congreso tiene hoy una buena ocasión de actuar debidamente. Con independencia de la filiación política de cada uno de ustedes y de las inmensas presiones de las que estoy seguro están siendo víctimas de una u otra manera, más abiertas o más solapadas.

El 85 por ciento de los colombianos rechazó enfáticamente este negociado de Isagen. Ahí están las encuestas. 80 senadores, nosotros, le enviamos una carta al gobierno aconsejándole no privatizar a Isagen y al doctor Cárdenas le importó un pepino. Cuando se votó la ley del Plan Nacional de Desarrollo se aprobó un artículo, ustedes se acordarán, aquí en el Senado, que generaba unos trámites para estas privatizaciones, que obviamente tenía que ver con este debate, y el artículo lo perdimos en la conciliación con la Cámara. Todo esto al doctor Cárdenas le importó un pepino. Todavía menos qué opinan los sectores políticos de Colombia sin excepción, todos, sobre estos asuntos. Él está ahí atornillado y lo tiene sin cuidado el interés de la nación.

En ese sentido creo que si el Congreso de la República actúa como debe ser, el Senado actúa como debe ser y pone el oído en lo que están pensando los colombianos, la semana entrante, cuando se vote esta moción de censura, debemos todos votar de forma tal que al doctor Mauricio Cárdenas le toque renunciar a su cargo por el cúmulo de pruebas que se han presentado esta tarde aquí. Esperemos, senadores de todas las bancadas, que ninguno de nosotros sea inferior a sus deberes.