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La verdad sobre el manejo del Covid-19

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Los recursos públicos invertidos son insuficientes y ha estado mal orientados. El dogmatismo neoliberal le impide a Duque y a Carrasquilla acertar. Se necesita bastante más plata pública para atender las varias necesidades. Urgen cambios tributarios que no le saquen ni un centavo más a los pobres y a las clases medias y que sí toquen a los super superricos.

Empiezo por saludar muy especialmente al senador Lidio García y a todos los colegas del Senado de la República, a quienes nos están viendo por las redes mi saludo muy cordial, a los ministros de Agricultura y de Hacienda también mis saludos.

Este es un debate que va a tocar varios aspectos, como es apenas natural. La parte primera se propone pasar revista a lo hecho por el gobierno hasta hoy, tanto en los asuntos que tienen que ver con salud, aun cuando más brevemente, porque ya en eso enfatizó el senador Castro, como en las decisiones económicas y sociales con algún grado de detalle. Y para cada uno de estos asuntos voy a ir planteando propuestas, qué se debe ir haciendo. Y voy a hacer hincapié en un punto crucial: aquí se pueden plantear muchas cosas sobre cómo gastar plata, pero lo fundamental termina siendo es cuánta plata hay para gastar y de dónde se va a sacar. Porque no es lo mismo sacarla de deuda que de otras fuentes, porque las deudas hay que pagarlas. Va a ser entonces un punto en el que me voy a detener al final para, ojalá, promover un debate grande que lo debemos hacer entre todos de qué medidas tomar para atender la crisis y qué otras para conseguir los recursos.

Esto no puede seguir siendo como hasta ahora, el doctor Duque apoltronado en la televisión –sale más que las presentadoras de los noticieros– echando todo el día una carreta interminable sin que nadie tenga derecho a opinar ni a discutir, y tomando, como vamos a verlo, decisiones equivocadas o mediocres.

En primer término, ya entrando en materia señalar que esta crisis nos cae encima en medio de otra crisis que ya había estallado. Es falso lo que están aduciendo los amigos del presidente Duque, de que “tan pobrecito el doctor, porque el país iba perfecto como en un vuelo de crucero, y de repente le cayó la pandemia y se le dañaron las cosas”. No. El país ya estaba muy mal antes de estallar la pandemia. Hay cifras elocuentes y que no dejan mentir. El alza del dólar es una prueba de la crisis profunda. Que las calificadoras de riesgo nos hubieran bajado la calificación también es un medidor de la crisis profunda en la que estábamos, como también el desempleo de marzo, ojo, cuando no había empezado de verdad este problema. ¿Qué pasó en marzo? Que los desocupados, sumados desempleados y quienes no buscan empleo, aumentaron en 1,5 millones de colombianos, la peor situación desde el 2005. La crisis, entonces, nos cae como sal en la llaga, agravando una crisis económica y social que ya venía desde antes.

La parte más complicada que tenemos con las decisiones del presidente Duque, es a mi juicio que él y el doctor Carrasquilla, dogmáticos neoliberales como los que más, no cambian el chip para ver qué cosas nuevas hay que hacer, sino que todo el tiempo se pegan de la ortodoxia, pero dentro de la ortodoxia las crisis no se pueden atender bien, ni definir tampoco con acierto en qué se gastan los dineros ni en cómo se consiguen los recursos que hay que gastar. Este debate, es bueno que los colombianos así lo entiendan, no se hace por molestar a nadie. Son debates que apuntan a que, hoy y hacia adelante, se hagan las cosas bien. Porque el doctor Duque está mostrando su incapacidad para acertar, de todas las maneras como lo miremos.

Hay un primer hecho que ya se mencionó, pero que quiero enfatizar. El error cometido por el presidente Duque cuando no cerró oportunamente El Dorado. Miren, él apenas cierra El Dorado el 24 de marzo. Y resulta que desde el 30 de enero la Organización Mundial de la Salud explicó lo que estaba pasando, porque un mes antes ya había empezado la pandemia en China. Y sin embargo, aquí se arrancharon tercamente en no hacer lo debido, olvidando que El Dorado, y eso explica los problemas más complicados de Bogotá, era como un chorro de contagio que nos entraba desde el exterior.

No satisfechos con eso, se necesitó que los alcaldes y los gobernadores se pusieron duros para exigir que arrancara la cuarentena y el aislamiento social, que se terminó aplicando. Acuérdense de que quien primero con más fuerza lo determina es la alcaldesa Claudia López, en Bogotá, pero se le atravesaron los del gobierno nacional. Hay un titular de la prensa en esos días que dice: “Por decreto del gobierno en limbo el simulacro de cuarentena”. Por decreto se le atravesaron. Y hay una frase de la doctora Marta Lucía Ramírez, la vicepresidenta, que voy a leer –genio y figura hasta la sepultura–, y miren esta bomba que le tiró al cuidado social el 17 de marzo, cuando ya Claudia, la víspera, había anunciado el simulacro de cuarentena para Bogotá. Dice la doctora Marta Lucía Ramírez: “No es necesario ni cerrar el transporte aéreo ni cerrar el transporte terrestre dentro del país ni cerrar todo el país, ahí sí entraríamos en una situación de crisis que debemos evitar. Si los colombianos acatamos los adecuados controles y asumimos nuestra responsabilidad, cumpliendo con las normas mínimas de autocuidado, lavado permanente de manos y evitar aglomeraciones, no sería necesario tomar medidas más fuertes”. Una salida muy grave, porque mientras la alcaldesa de Bogotá hacía esfuerzos para que se entendiera la gravedad de lo que pasaba, desde la Casa de Nariño le tiran una especie de bomba para terminar estimulando, así no fuera ese el propósito, la irresponsabilidad y la confusión de los colombianos en relación con lo que había que hacer.

Tenemos ahí entonces un Presidente y una administración pegados de la ortodoxia, desenfocados y tratando mal todos los problemas, como si no entendieran lo que pasaba. Es que en parte no se los deja entender la miopía que la concepción neoliberal le impone a su pensamiento. Es escaso el gasto social; es mediocre lo que se está haciendo en salud; es bien equivocado el tratamiento que se le ha dado al sector financiero; poco y tardío el respaldo a las nóminas de las empresas que lo necesitan; las alzas de las tarifas de la energía siguen disparadas, como si nada, y los dueños haciendo fiestas; en educación, ni se diga; lo del agro es prácticamente un desastre y, si no fuera tan doloroso, sería hasta cómica la actuación del ministro de Agricultura.

Y pocos recursos. Ojo con esto. Pocos recursos nacionales y, sobre todo, pocos nuevos recursos, porque advirtamos desde ya que parte de la plata gastada es la que ya estaba en el presupuesto nacional aprobado el año pasado. Y resulta que aquí el debate no es tanto si la plata aprobada el año pasado se gasta o no, obvio que hay que gastarla, sino dónde está la nueva plata que hay que meterle a la crisis, porque si no es con un chorro de plata, va a ser imposible de atender como se debe.

Miremos el tema de la salud en primer término. Todos sabemos que frente a esta crisis del coronavirus, Colombia adolece de una debilidad por la normatividad de la Ley 100, que hace muy difícil que las cosas funcionen bien. Les va bien a las EPS, pero les va mal a los pacientes, les va mal a los trabajadores de la salud y les va mal a la IPS, a las clínicas privadas y a los hospitales públicos.

Lo de los pacientes todavía no sabemos en qué va a terminar. Ojalá no termine en una tragedia terrible cuando suba el pico y cuando quede clara la insuficiencia de los respiradores y de las UCI que se necesitan. Es bien probable que ahí vayamos a enfrentar un problema de extrema gravedad, entre otras cosas, porque el gobierno no fue capaz de adquirir oportunamente el número suficiente de ventiladores e inclusive porque lo invertido allí es poca plata. Por parte del gobierno nacional, que fue el que asumió la responsabilidad, quitándosela a los mandatarios locales, una inversión de apenas 229 mil millones de pesos. Y ojo, apenas están llegando algunos respiradores y otros van a llegar en agosto y otros hasta octubre no van a poder llegar. Si el pico se da en cualquier momento, como puede suceder, nos va a coger en graves dificultades.

Probablemente, lo que mejor muestra la incapacidad del gobierno y del sistema de salud es el caso de la bioseguridad de los médicos, del personal de enfermería, camilleros, etcétera, toda la gente que trabaja allí. Cómo es posible que un Estado, con todo su poder y su fuerza, no haya sido capaz de resolverla bien resuelta desde el principio, cuando no estamos hablando de grandes sumas. Dejaron que se convirtiera en un enredo absurdo de quién pagaba los elementos de bioseguridad, cuando era obvio que el gasto había que cargárselo a la UPC, por ser una responsabilidad del gobierno nacional, dados por los empleadores, pero pagados por la UPC y por el sistema de salud. Absurdo haber armado el enredo que armaron para que nadie asumiera con seriedad esa responsabilidad, mientras los trabajadores de la salud se contagiaban a sí mismos y a sus familias. Es cruel pedirle a una persona que cumpla con su deber contagiándose a sí misma y que además vaya y contagie a su familia. Es una de las cosas más terribles que hemos visto a lo largo de esta pandemia.

Tampoco se resolvió con seriedad la contratación de este sector de colombianos, que, como sabemos, padece relaciones laborales inicuas. Cero estabilidad laboral, pagos bajísimos, sobrecarga de trabajo, no pago oportuno de sus sueldos ni de sus prestaciones. Parece mentira que a un sector social de esta importancia el país los trate como lo trata. Y es un problema que el gobierno nacional aún no ha resuelto a estas alturas, cuando llevamos meses en la crisis.

Me detengo en el caso de Leticia, Amazonas. Ustedes deben saber que esta bellísima población, en la frontera con Brasil y Perú, está teniendo los peores indicadores, no solo de Colombia sino también del mundo. ¿Y por qué? Porque está abandonada a su suerte. Un sistema de salud que no funciona en ninguna parte, y allá menos, porque la  red pública hospitalaria está llena de corrupción y de problemas. Y aparece el brote y realmente el desdén del gobierno nacional ha sido absoluto. Llamo nuevamente al presidente Duque a atender con seriedad a estos compatriotas. Y le llamo también la atención sobre un hecho: en la misma situación de abandono y debilidad hay más de 1.100 poblaciones de Colombia que carecen hasta de los elementos mínimos. Ahí acaba de mencionar el senador Castro el caso de Tumaco, un puerto que puede terminar convertido en otra Leticia.

El tercer aspecto que quiero mencionar es el problema de las deudas, particularmente, de las deudas de las EPS, las encargadas de financiar a las IPS públicas y privadas, a las clínicas y los hospitales. La cartera vencida es altísima y las EPS no les pagan. Pedir entonces que haya un sistema robusto de atención a los enfermos entre comillas benignos y a los que se van a agravar es imposible en estas circunstancias. Y el gobierno nacional les sigue manteniendo el poder a las EPS para que, a su amaño, les impongan a las IPS si le pagan o no les pagan. El sistema sigue siendo el del reino de las EPS, y son ellas las que en últimas determinan. Es uno de los problemas más graves del desenfoque del gobierno nacional, junto con lo que pasa con el sector financiero, y es que no se atreve a asumir el control. No se trata de estatizar a las EPS, no es nada de eso, pero sí de tomar medidas. Y para eso les servía la emergencia económica, para decirles a las EPS, bueno, señores, esto aquí es funcionando y no me van a seguir maltratando a las IPS con el cuento de que ustedes tienen tantos misterios, y darles las orientaciones de lo que deben hacer. Pero el ministro de Salud toma entonces algunas decisiones, pero le mete a la frasecita un “podrá”. La empresa podrá o no podrá y así las cosas jamás se modifican.

Y a eso sumémosle un punto grave del que se están quejando con razón las IPS, públicas y privadas. Es que como el confinamiento les creó una ganancia de carambola a las EPS, porque como no estamos yendo a las consultas y se han reducido en grande los procedimientos quirúrgicos y hospitalarios para tener el país preparado para el coronavirus, pues lo que está sucediendo es que a las EPS les sigue llegando a chorros la plata de la UPC. En lo que va corrido de la crisis les han llegado cerca de 4.4 billones de pesos, pero lo que se han gastado en el pago a las IPS es mucho menos, haciendo aún más grave la crisis de las clínicas y hospitales. Y no veo al gobierno en la actitud de decir, bueno, señores, qué va a pasar con esa plata, se la van a echar al bolsillo o qué va a pasar. Son asuntos claves de atender con todo el rigor, porque, además, recordemos que el sistema de la Ley 100 creó un problema prácticamente insoluble, porque el negocio de las EPS es no gastar plata. Cuanto menos gasten, más pueden ganar. Y la ley ni siquiera determinó cuáles eran los topes de sus utilidades.

¿Qué está ocurriendo entonces? Que mientras la IPS necesita que las EPS le paguen cuanto antes para actuar bien, y el personal de la salud necesita también que se le pague mejor para actuar mejor, la EPS decide ser cicatera y bregar a no hacer los gastos para poder ganar más. Es lo que los banqueros llaman, en su propio beneficio, un inmenso “riesgo moral”. El juego del riesgo empuja a la EPS a no actuar pensando en los colombianos sino en sus propias utilidades.

El gobierno cacarea mucho la plata y da cifras en billones y billones. A quien lo vea en la televisión, el doctor Duque le debe parecer un Papá Noel o un Santa Claus, repartiendo plata para todos los lados. Ya lo mencioné, pero lo enfatizo. En buena parte es plata vieja que venía en el presupuesto desde el año pasado. O sea, ahí no hay ningún mérito, plata que además tampoco llega con la diligencia debida. Y la plata nueva, aún menos. Por ejemplo, la plata del FOME no está llegando como debería, apenas ha llegado un poco más de un billón de pesos para salud y nos cacarearon cerca de 7 billones de pesos. Ahí también hay un trancón que tiene que resolverse.

Qué propongo, qué hay que hacer. Primero, más plata real del gobierno, no de bla, bla, bla, doctor Carrasquilla y señor ministro de Salud. Que llegue y plata nueva de verdad para poder atender las crecientes realidades. Otra propuesta: fortalecer el poder de intervención del Estado sobre las EPS. Las EPS no pueden seguir haciendo lo que se les dé la gana, y repito, no se trata de expropiarlas ni de nacionalizarlas. Pero ellas prestan un servicio social, y el gobierno nacional debe mirar los correctivos con toda la seriedad. Otra propuesta, para el caso de las IPS, y es que como una parte grande de los equipos necesarios están en poder de las IPS privadas, el gobierno nacional tiene que empezar desde ya a tomar medidas que aseguren que esos equipos y esas camas de UCI lleguen a donde tienen que llegar. El gobierno les puede dar a los privados todas las garantías de pago efectivo por esos servicios, pero el punto es que no se queden quietos, que no pase lo que pasó en España, que hubo miles de ventiladores sin usar, porque los tenían acaparados ciertas clínicas privadas a las que no les resultaba negocio, entre comillas, ponerlos a funcionar.

Estamos como en una especie de guerra. Aquí hay que tomar entonces decisiones que atiendan esta realidad, porque el problema es realmente muy complicado.

Cómo es el punto del gasto social. Esto sí que lo han cacareado. Ahí sí, como un ministro que conocí, que prometía diez huevos, ponía apenas dos, pero cacareaba 20. Parecido pasa lo que nos está sucediendo con el gobierno nacional. Repitamos que una plata muy grande del total plata que ha llegado para gasto social es de lo que ya estaba en el presupuesto nacional para familias en acción, adulto mayor, jóvenes en acción, incluso lo de la devolución del IVA ya venía en el presupuesto. Lo único nuevo es el ingreso solidario, unos 160 mil millones de pesos para tres millones de familias. No me opongo a que se les den, no vayan a falsear mi pensamiento, lo que estoy es contando cuál es la verdad de la historia. También es cierto que a esos programas viejos les aumentaron unos recursos de cierta importancia.

Veamos cuál es el total del asunto. Son casi siete millones de familias, con más de 23 millones de colombianos, a las que les están llegando esos recursos. Lo que refleja la cifra es una pobreza descomunal en este país, porque esa plata solo les llega a los más pobres de todos. Ahora, son pobres, no por atenidos, señora vicepresidenta, como usted insinuó, sino porque padecemos un régimen inicuo que no desarrolla ni siquiera la economía de mercado, que no genera empleo, que tiene a la gente en la informalidad. Es por los malos gobiernos, no por brutos. ¿No hay cinco millones de colombianos en el exterior trabajando porque aquí no consiguen empleo? No porque sean malos trabajadores, allá en el exterior todos consiguen empleo y son reconocidos como muy buenos trabajadores. Es un régimen y un sistema que no funcionan.

Pongamos las cifras en lo que son, porque cuando hablan y hablan de billones, nadie sabe. Miren cómo es de precario el recurso que le está llegando a la gente. El total por familia al mes, 333 mil pesos, para una familia que perdió el empleo, que antes vivía del rebusque y ya no lo puede hacer, que se comió su patrimonio, su plante, como dicen los sectores populares. Y por persona, 97 mil pesos al mes.

Dejemos claro entonces que ese cacareo con fines políticos sobre lo que damos y repartimos y entregamos, no es un regalo del presidente Duque ni de nadie. A los pobres y a las clases medias en Colombia, doctora Martha Lucía Ramírez, nadie les ha regalado nada. Porque más de la mitad de los impuestos que se recaudan lo pagan los pobres y las clases medias. Aquí nadie vive de gorra, aquí entre todos construimos todo, y aportan los trabajadores rasos, los campesinos, los indígenas, las clases medias, los empresarios también, pero no nos monten la película de que lo que pasa es que los más pobres se merecen su suerte, porque no corresponde con la realidad.

Y bueno, con esos montos, los sufrimientos ciudadanos siguen siendo descomunales, porque hay hambre y hacinamiento. Una cosa es el confinamiento como nos toca a nosotros los senadores y otra cosa es cómo le toca una familia en una pieza de cuatro por cuatro con tres o cuatro hijos y con un solo baño para 30 familias en una casa vieja y en ruinas porque los moradores han perdido los ahorros de toda su vida. Y en salud, cuando llegue el golpe duro, estemos seguros de que van a sufrir más.

Hay un punto, doctor Carrasquilla, sobre el que le hago reclamo formal. Porque miren ustedes, para uno saber y poder comparar cuál es el gasto colombiano en esta crisis y cuánto el gasto de otros países, miremos las cifras, a fin de comparar el total de la plata en algunos países, no sólo en salud ni en gasto social, sino también en respaldo a las empresas y muchos otros rubros. Como porcentaje del Producto Interno Bruto, del total de los bienes y servicios que se producen en un año, en la Unión Europea 19%; Estados Unidos 12.6%; Perú 12%; Chile 6.7%. ¿Y saben cuánto en Colombia? Mísero 2.4%. Así es imposible, doctor Carrasquilla. Con tacañería no se pueden hacer las cosas. Porque si países como Perú y Chile pueden invertir mucho más que Colombia, por qué Colombia no puede. Cuál es la diferencia. La diferencia está es en buena medida en esa mentalidad, me excusa la palabra tan directa, obtusa que el neoliberalismo le ha impuesto a Colombia. Porque ustedes se volvieron como una secta cuyo jefe es el presidente Duque, y están terriblemente equivocados. Si no liberan un poquito las mentes, aquí no se van a poder hacer las cosas bien.

Entonces es obvio que Colombia necesita más gasto social, se cae de su peso porque lo que está llegando es muy poco. Además, porque está crisis no termina mañana. Si hubiera una especie de milagro y se resolviera el problema de la pandemia, nos quedaría una catástrofe social de todos modos, con desempleo, caída general del consumo, quiebras de empresas que se comieron los plantes y los patrimonios. En ese sentido, soy de los signatarios del documento leído ahora por el senador Iván Marulanda, en el propósito de buscar una renta básica universal. Esa puede ser una idea plausible. Puede haber otras, pero el punto es que si no hay más plata, cómo dar más, y si de encima hay un gobierno cicatero, amarretas, como se dice, ¿de dónde va a salir la plata? De ningún lado va a poder salir.

Analicemos el tema del sector financiero, porque es otro ejemplo de cómo no hacer las cosas. A mis estudiantes yo les enseñaba las lecciones por ejemplo positivo y negativo. Esto háganlo así porque está inventado que así funciona bien, y esto otro no lo hagan así porque se sabe que no funciona. Aquí en esto del sistema financiero el país aprende por ejemplo negativo, doctor Carrasquilla. Empiezo contándoles a los colombianos que en los mismos días en que empezó este lío, ya estaba en el Reino Unido. Y la primera decisión del Banco de Inglaterra, el Banco de la República de allá, fue llamar a los bancos, algunos de los más poderosos del mundo, esos sí cacaotes, para indicarles, señores, ustedes no me reparten un peso de las utilidades del año pasado. No se las voy a confiscar ni a quitar, pero no la reparten. O sea, me las dejan para reinvertirlas en dineros que necesita la sociedad para funcionar. Y de paso les anotó, con voz gruesa, y no se van a poner a recomprar sus acciones ni a hacer negocios recomprando sus acciones para valorizarlas.

La advertencia se hizo en el mismo momento en que aquí el doctor Carrasquilla y el presidente Duque le aceptaban al sistema financiero, con sus grandes ganancias, que repartieran más de 3.3 billones de utilidades, plata que no fue a irrigar el crédito en el país. Entonces allá con esa medida se consiguieron 9.500 millones de dólares y aquí con la medida perdimos la posibilidad de tener en el flujo de la economía 3.3 billones de pesos. ¿Y por qué eso lo pudieron hacer en Inglaterra? ¿Sería porque son castro-chavistas? Por supuesto que no. Es porque allá sí entienden que la banca es un servicio público, y los servicios públicos son vigilados y controlados por el Estado.

Es más, quien le cuadra la ganancia a la banca privada es el Estado. Se juntan el presidente de la República, el ministro de Hacienda, la Superintendencia Bancaria y el Banco de la República, y les montan el negocio. Y sí que se los han montado bueno. Les doy este dato: en 2019, utilidades, 10.57 billones de pesos. Les va muy bien. Además, Colombia tiene una de las tasas de interés más altas del mundo y uno de los mayores márgenes de intermediación del mundo. Miren este dato, todavía más impresionante: entre 2006 y 2018, el sistema financiero creció dos veces lo que creció el conjunto de la economía. Y en los dos últimos años, entre el 2017 y el 2019, el sector financiero creció cinco veces más que el conjunto de la economía. ¿Qué nos dice la cifra? Que la nuestra es una economía enferma. Es natural que todos los sectores económicos crezcan, pero debe ser a ritmos semejantes, un poco más un poco menos que el promedio de Colombia, ¿pero cinco veces más? ¿Y con unas utilidades cuadradas por el Estado para un servicio público? Así por supuesto es bien difícil que las cosas funcionen.

Inclusive está porque el doctor Carrasquilla nos explique si con la plata grande que les dio el Estado a los banqueros, y que en seguida paso a explicar, también se dedicaron ellos a recomprarse sus propias acciones para valorizarlas, práctica que en Inglaterra se les prohibió taxativamente.

En esta pandemia, el gobierno le ha inyectado una montaña de plata al sector financiero. Y no me opongo a eso por definición. Una crisis como esta necesita cuidar el conjunto de la economía, incluido el sector financiero. Los países sin bancos no pueden funcionar. Y aclaro que no estoy por estatizar la banca. Pero sí tenemos que entender, como lo hicieron los ingleses, que si la banca es un servicio público y debe ser respaldado con ciertas medidas, las que sean convenientes, no las inconvenientes, al mismo tiempo el Estado tiene derecho a exigirle y a ver cómo está operando.

En distintas operaciones y con distintos tipos de medidas, el gobierno les aumentó a los bancos la capacidad de prestar plata en proporciones inmensas. No sabemos exactamente en cuánto, pero en el caso del famoso Decreto 444, ese que con tanta razón protestaron las alcaldes y gobernadores porque el gobierno le metió un raponazo a su plata, sin siquiera conversar con ellos y dejarles algo, alcaldes bien quebrados como están y necesitados de atender a su gente. No. Todo el mérito político para el doctor Duque y para el doctor Carrasquilla. Y que a los gobernadores y a los alcaldes les toquen las vacas flacas.

El Decreto 444 creó el FOME. Ahí no sabemos cuánto va a ir para la banca. Hay una plata para salud, 6.6 billones dicen, yo no sé para dónde van a coger, aunque de momento apenas le han llegado al sector de la salud 1.3 billones. Pero ojo, vuelvo a dar la alerta, porque el FOME puede terminar manejando sumas astronómicas de dinero, más de 15 billones de pesos. Y ojo con esto, colombianos, porque de lo que voy a hablar es de corrupción, y corrupción en grande. Dice una clausula del decreto: “Los procesos de contratación que se realicen en la ejecución de estos recursos se regirán por el derecho privado”. Aquí puede ir la plata que andan planteando para Avianca y para cualquier otra empresa, porque incluso también el 444 establece que se podrá invertir en empresas que no estén funcionando bien, o sea, inversiones a fondo perdido. 

Le agregan esta perlita. Los procesos de contratación que se realicen en la ejecución de estos recursos se regirán por el derecho privado. ¡Qué tal! Se relamen los gatos el bigote. Esta maroma no la entiende mucha gente, y habrá incluso algún neoliberal bien astuto que dirá, es la eficiencia de la empresa privada. No, no, señores, aquí es sinónimo de facilitar el robo para que los recursos públicos se gasten con criterios de empresa privada. La explicación es bien simple. Si usted junta dos privados a hacer un negocio los dos se van a vigilar entre sí y seguramente el uno no se va a dejar robar del otro. Pero cuando usted coge plata pública, sea que la toque un burócrata o sea que la toque un privado, es muy común en Colombia que ambos terminen coludidos para robarse la plata o para despilfarrarla.

Tenemos dos ejemplos a la mano de mal manejo de recursos públicos. Reficar, un negocio que debía costar 4 mil millones de dólares, terminó costando 8 mil millones. ¿Por qué? Porque se utilizaron los criterios de la empresa privada, tanto que los contratos estaban en inglés, para que aquí nadie los entendiera. Y el segundo caso, los famosos Bonos Carrasquilla, que terminaron en el desastre en que terminaron porque también se las ingeniaron para que los recursos públicos se gastaran como recursos privados. Ni interventoría hubo en el proceso.

Entonces yo protesto formalmente por esta decisión del Decreto 444. Que en esta crisis, que en los niveles de corrupción de Colombia, se emita una norma que facilite que se roben la plata es inaceptable. Presidente Duque, doctor Carrasquilla, esa norma deben cambiarla, enmendarla.

(Interrupción en el sonido) Estaba diciendo, si aparece un neoliberal bien dogmático, va a aducir que la eficiencia consiste en gastarse rápido la plata. No, señores. La primera norma de la eficiencia, y en eso la empresa privada da ejemplo, es que no se roben la plata. No hay eficiencia donde la plata se pierde, donde la plata se dilapida o donde no se hacen las obras que se deben hacer. Y el FOME es una compuerta así de grande y abierta para que eso suceda.

Es notorio que el gobierno les ha dado a los bancos una montaña de plata. La deuda externa de los bancos, por ejemplo, es una manera de facilitarles dinero a montones, y en este año ha crecido 39%. Les pasó los famosos Repos, de 9 billones de pesos, a 23 billones. Les bajó la tasa de interés, les alargó el plazo, o sea, les ha dado liquidez a la lata, y repito, no tengo una posición de principios contra la liquidez, pero sí me hago una pregunta, ¿les está poniendo controles como se hizo en Inglaterra, les está haciendo exigencias? Aquí debe haber una relación de va y viene. El gobierno les ayuda en esto y ustedes ayudan en esto otro. Porque de lo contrario, el sector financiero se va a terminar ganando una plata gruesa en medio de esta crisis como si nada hubiera pasado.

Hay un detalle inaceptable, doctor Carrasquilla, y lo ha rechazado toda Colombia, creo yo, una de esas cosas de la liquidez. El Banco de la República les redujo a los bancos unos encajes, esa plata que los bancos tienen que dejar guardada allí mismo en el Banco de la República, y se la dio para que la prestaran, para que ganaran plata con ella, de otra manera no lo podían hacer. Estoy hablando de 9.4 billones de pesos. Es de lo más escandaloso que ha pasado en medio de la crisis de la pandemia. Al mismo tiempo el gobierno expidió un decreto obligando a los bancos a coger esos 9,4 billones de pesos y prestárselos al gobierno por medio de unos bonos. Con cero riesgos, porque no hay deuda mejor garantizada que la prestada al Estado.

Con ese negocio los bancos adquirieron el derecho a ganarse, o por lo menos a recibir pagos por esa plata, por 500 mil millones de pesos al año. Entonces ¿qué hemos dicho muchos? Que fue un regalo del gobierno a los bancos. Y alguien replicará, ¿por qué regalo, si ellos prestaron la plata y les pagan la tasa de interés? Regalo sí, porque lo mismo había podido hacer el propio Banco de la República cogiendo esos 9.4 billones de pesos, si no esos, no importa que no sean estrictamente los de los encajes, coger esa suma y prestársela al gobierno, incluso con la misma tasa de interés, pero con una diferencia: es que las utilidades del Banco de la República se le tienen que reembolsar al gobierno. En dos palabras, el Estado, o sea, todos nosotros, se hubiera ahorrado 500 mil millones de pesos, que nos habían servido para respaldar las empresas y la economía y para auxiliar a los pobres. Inaceptable lo que se hizo. Otra vez volvemos a lo mismo.

Y algo parecido pasa con otra medida de emergencia que el gobierno no ha explicado. Un decreto, a mi juicio inconstitucional, cogió unos pensionados de mucho riesgo que tenían los fondos privados de pensiones, un negocio medio malo para ellos, porque es un tipo especial de situación previsional, y se los pasaron a Colpensiones y pasaron también una plata detrás. Estamos hablando como de 5 billones de pesos. ¿Cuál es el secreto de la jugarreta? Que esos pensionados tienen lo que se llama un riesgo de longevidad ¿Eso qué quiere decir? Que vivan mucho, entre comillas, y por lo tanto es más costoso el pago de la pensión, y entonces se tienen que asegurar con firmas aseguradoras, pero las firmas aseguradoras no quieren hacerlo. Entonces, muy cómodos, como los fondos privados estaban encartados, le pasaron el cañengue, como se dice, al Estado colombiano y ya veremos cuánto nos va a seguir costando a los contribuyentes. Le pregunto formalmente a la Corte Constitucional, señores magistrados, ¿y qué tiene que ver eso con las necesidades de la pandemia? La emergencia económica no autoriza al gobierno a hacer lo que se le dé la gana.

En relación con la reestructuración de la cartera, pasa lo mismo. El gobierno les dio toda esta plata a los bancos, ¿y qué sucedió? Que la reestructuración de la cartera ha sido muy pequeña, particularmente la cartera que va a las empresas pequeñas, medianas y grandes y a la producción. Apenas ha sido el 25% del total de la cartera reestructurada. Mientras que al crédito de consumo, estamos hablando de vivienda y de tarjetas de crédito y que paga intereses mucho más altos, a ese sí le dio la restructuración prácticamente automática. No perdamos de vista un hecho de bulto. Si el aparato productivo no se sostiene, se hunde el empleo y se hunde la capacidad de generar riqueza y el país va a enfrentar problemas aún mucho más graves.

Y entonces qué hacer en lo que sigue. No se trata de estatizar los bancos ni de quebrarlos, pero el gobierno sí tiene que revisar lo que pasa con las tasas de interés, con el margen de intermediación, con las exorbitantes utilidades que están obteniendo, con las refinanciaciones, si las están otorgando como debe ser y si les están prestando a los distintos actores.

Decirles esto a los banqueros. Señores, no se quiebran si asumen una actitud de comprensión del desastre nacional. Y aun si en algo disminuyen sus utilidades, tampoco va a ser el fin del mundo. Ustedes se han ganado toda la plata habida y por haber. Los trece principales conglomerados financieros de Colombia acumulan activos por 850 billones de pesos, conseguidos casi todos en los últimos veinte años a partir de las privatizaciones. Entonces, asumamos todos la actitud de ver cómo logramos que este barco no se hunda. Este barco se puede hundir, no crean que no, y piensen en lo que pasó con el Titanic.

¿Cómo es el tema del subsidio a la nómina? Bueno, lo plantearon desde temprano la Acopi Bogotá-Cundinamarca y la Acopi nacional. Dijeron, señores del gobierno, necesitamos que ustedes nos den una plata para ayudar a pagar la nómina, para poder mantener los empleos, sirviéndole a la gente, pero también para mantener nuestras empresas hasta donde sea posible. Lo plantearon ellos el 8 de abril y al presidente Duque no se le dio la gana de hacer nada. Y ahora que apareció la segunda tanda de la emergencia económica, otros 30 días para hacer lo que quieran, entonces ahí sí salieron con el cuento de que ahora sí van a pagar esas nóminas. Yo he llamado esta historia de las nóminas como la carnada para meternos otros 30 días de emergencia económica. Un estilo inaceptable.

Y cuando se mira en detalle, la cosa es bastante menos buena. No descalifico de plano que haya unos recursos, pero sin duda son insuficientes frente a las necesidades de esos sectores de la economía nacional, empezando por las pequeñas y medianas empresas, que aportan una proporción descomunal del empleo nacional. No se hicieron las cosas bien. Por ejemplo, no haber cubierto también a las personas naturales que actúan como empresarias y a sus trabajadores es una actitud cicatera, doctor Carrasquilla. 

En relación con la industria nacional, el caso de los tapabocas clama al cielo. Entonces, todo el mundo a ponerse tapabocas, vestidos de bioseguridad. Salen la doctora Martha Lucía Ramírez, el ministro de Comercio, el doctor Juan Manuel Restrepo: industriales de Colombia, se ganaron la lotería, todo el mundo a hacer tapabocas. Y claro, los industriales colombianos y sus trabajadores se pusieron a hacer tapabocas y vestidos de seguridad. Ustedes no me van a creer pero es verdad, porque al mismo tiempo el presidente Iván Duque estaba permitiendo inundar el país de esas prendas chinas, que aquí podemos hacer tan buenas como las que más. No, inundaron el país de prendas chinas, de tapabocas chinos, y nuestros industriales y nuestros trabajadores perdieron todo el esfuerzo y sumas enormes de dinero. Importaciones autorizadas con arancel de 0% entrando de China, donde no hay tratado de libre comercio que nos obligue.

Otro regalo del doctor Duque, después de que como candidato les había dicho a los confeccionistas colombianos que iba a subir los aranceles para protegerlos de las exportaciones de los países asiáticos. No sólo no les cumplió, sino que después les hundió en la Corte Constitucional la reforma legal que aprobamos el Congreso para protegerlos. Y ahora les hace esto. El presidente Duque había podido subir los aranceles así, fácilmente, si se le hubiera dado la gana.

Y la política agraria es como increíble. Uno de esos días de televisión, sale el doctor Duque a cacarear: campesinos colombianos, les vamos a dar plata a la lata, tranquilos que este gobierno es el gobierno de ustedes. ¿Qué pasó? Todos sabemos qué pasó, que la plata les llegó antes a los créditos mayores que a los campesinos, a quienes, hasta ahora, les ha llegado muy poquito de esos recursos. Este otro error gravísimo se cometió porque no se ha creado una nueva política para la pandemia, sino que los funcionarios del Minagricultura siguieron con la política que venía del gobierno anterior y de los otros gobiernos. Y ojo, se demostró un hecho que estaba oculto. Más del 80% de la plata ni siquiera les entró a grandes productores agropecuarios, sino a intermediarios, importadores incluso, a industriales, y no me opongo a que se les preste plata a esos sectores, pero no pueden coger para ello la plata del agro, la plata de los campesinos, de los indígenas, de los jornaleros, de los empresarios, y dársela a otros sectores. No, doctor José Manuel Restrepo, consígase en otro lado la plata para esos sectores, búsquesela por otro lado. Pero que no sea con la plata del agro nacional.

Como si fuera poco, el doctor Duque, baja los aranceles de unos cereales, mandándole al país un mensaje: aquí hasta en pandemia preferimos la comida extranjera a la comida nacional.

Ya la tapa del cóngolo, como dicen los muchachos, es que sale el inefable ministro de Agricultura a aducir que en Colombia está perdida la seguridad alimentaria porque los campesinos, los pobres, se especializaron en monocultivos. No, no es posible, en otro país ya habría tenido que renunciar. Porque, o hay mala leche en la afirmación, o hay una ignorancia suprema. Es que los campesinos producen lo que producen, doctor Rodolfo Zea, primero, porque el clima y las condiciones agrológicas los obligan. Usted no puede producir cultivos de tierra fría en tierra caliente, ni al revés. Y segundo, porque las condiciones económicas que ustedes les han impuesto los obligan a limitarse a unos cuantos productos, porque si se salen de ellos, se quiebran. Un consejo, ministro Zea: si no ayudan, por lo menos no maltraten a la gente. No les echen las culpas a los pobres del campo, a los más débiles, a los pequeños y medianos empresarios, del desastre en que nos ha sumido el libre comercio.

Y mientras tanto los gringos, el Ministerio de Agricultura de Estados Unidos, ya tiraron la línea para la pandemia: aumenten las exportaciones de comida procesada a Colombia, que allá hay unos mensos que reciben lo que sea. Apúrense, que el momento es muy bueno para vender más comida norteamericana.

Aquí la discusión principal, además de cómo se reparte la plata que pueda conseguir el Estado, es cómo conseguir más plata o de dónde sacarla. Y más porque el gobierno declaró otra pandemia, la emergencia económica, y decidió romper con la regla fiscal. Bueno, qué milagro que hubieran roto la ortodoxia neoliberal. Era obvio, la han debido romper desde antes, porque estamos con la casa incendiada, aquí no estamos de cuento.

Ahora, pero de dónde va a sacar el gobierno los nuevos recursos que se van a necesitar. Ya está claro que el decreto incluye las privatizaciones. Otra vez se relamen los gatos gordos y lustrosos. Me imagino que ya le pusieron el ojo encima a Ecopetrol, a ISA, a los buenos negocios del Estado, porque los malos nadie los compra. Va ahí la posibilidad. Pero estoy seguro de que también se inclinan por más deuda, y más deuda externa, pero esa no es una buena idea, porque usted la deuda tiene que pagarla, y además pagarle intereses, y cuando es externa viene con condiciones contra Colombia, como ha sucedido siempre, condicionamientos que no nos ayudan a desarrollarnos.

Hay otras posibilidades para levantarse el dinero. Yo le mandé una carta al Presidente proponiéndole cinco. Voy a mencionar tres para no hacerme largo y para bregar a que nos unamos. Desde aquí les estoy haciendo una propuesta a todos los colombianos, a todos ustedes, senadores, sobre qué hay que hacer para conseguir más plata. En buena medida está planteada en la carta de Iván Marulanda, pero voy a enfatizar en la idea.

Primero, reorientar el gasto público. No seguirse gastando la plata en camionetas ni en armas para el Esmad, ni en contratistas que le mejoren el look al doctor Duque. No. Que se tranquilice, no necesita que se lo anden mejorando o puede que sí, pero que no se gaste en eso la plata de los colombianos. Pero además, reorientar gasto público de platas grandes. Estoy seguro de que si usted, doctor Carrasquilla, se sienta a mirar en serio, podrá encontrar grandes obras de infraestructura que se pueden aplazar, no digo que no se hagan, pero usted las puede diferir un año, dos años, mientras vemos cómo recogemos recursos grandes para meterle a la economía y a este drama en el que estamos metidos.

En segundo término, y sé que en esto no han querido hacer nada, así lo hayamos planteado muchos, recursos de emisión del Banco de la República. Ayer en Blu le preguntaron al doctor Carrasquilla que cuándo era que el Banco de la República iba a emitir. Y el doctor Carrasquilla, que vivo sí es, dijo, claro, ya hemos emitido mucho, les hemos dado a los banqueros no sé cuánta plata. Pero le estaban preguntando no por la plata de los banqueros, le estaban preguntando era por créditos de emisión del Banco de la República directos al Estado colombiano. Cuando expliqué lo de los 500 millones, quedó en claro a qué me estaba refiriendo. De eso nada. Y le vuelvo a insistir, doctor Carrasquilla, esa es la plata más barata y más cómoda que se puede conseguir, así se irriten los neoliberales y el Fondo Monetario Internacional y la OCDE o los que sean, pero pongámosle un poquito de soberanía nacional a esta crisis. Pensemos en los intereses nacionales y dejemos de estar sometidos a lo que nos digan desde afuera.

Y hay un tercer aspecto. Se lo planteé en la carta al doctor Duque y cada vez más gente lo está planteando. Creo que sobre esto, como sobre lo anterior, deberíamos hacer un consenso. La mejor plata que le puede llegar a un país en estas circunstancias es tocando el sistema tributario, porque lo que usted logre conseguir en impuestos no le tiene que pagar tasas de interés, es la mejor plata que se puede conseguir. Es, entre comillas, gratuita. Ahí se deben poner los ojos.

Alguien me dirá que imposible, que no se puede. No creo que no se pueda. Voy a plantear unos cuantos criterios con la mejor buena voluntad, por lo menos para que lo discutamos con tranquilidad, porque aquí no puede haber vetos a temas ni hay temas prohibidos, como si esto fuera una religión. Se me pasaba mencionar que el doctor Duque los puede sacar por decreto, porque se lo autoriza la emergencia económica. El Congreso podrá después definir, pero de entrada lo puede hacer el gobierno nacional para que sea expedita.

Primer criterio. Ni un centavo más de impuestos, pero ni uno, ni a sectores populares ni a clases medias, incluidas clases medias-medias. No es para seguir martirizando a los ciudadanos del común, es tocar tributariamente a los de la cúpula-cúpula de la economía nacional. Y ahí podemos conseguir una plata importante. Los súper mega ricos no se van a quebrar por eso. Ganarán un poco menos de plata, eso será todo lo que les va a pasar, pero concluirán positivamente con el desarrollo nacional. Es un deber que tienen ellos con la nación.

Voy a poner un ejemplo y todo es para que se discuta, como ya lo mencioné. Hay trece conglomerados financieros con activos por 850 billones de pesos, casi el PIB nacional, 850 billones de pesos. Ahí está el Grupo Aval, ¿y será que si el Grupo Aval da hoy una suma importante, se quiebra, será el fin del mundo? Personalmente, no creo. No lo estoy planteando yo solo. También Luis Jorge Garay y Espitia lo han hecho.

Otro ejemplo, un impuesto al patrimonio líquido de las personas naturales. Aquí hay unos cuantos que no son empresas, sino personas naturales y que son súper recontra ricos, porque llevan 20, 30 ó 50 años amasando fortunas y son poderosísimos en cualquier parte donde uno los ponga. Ese impuesto al patrimonio fue el mismo que un gobierno anterior les puso para financiar gasto militar. Esta vez se podría utilizar para financiar las necesidades inmensas que la economía y la sociedad colombiana requieren. Hay una plata importante, puede ser incluso por encima de 4.500 millones de pesos, y son menos del 1% de los colombianos que quedarían tocados ahí.

También se puede plantear una fórmula semejante para algunas empresas, a las súper súper súper empresas, que no pasan de 450, esas a las que llama Garay las súper súper ricas. Y podrían ser incluso menos. Para esta propuesta habría que considerar también como les ha ido este año, sí, porque para darle el respaldo al pago de las nóminas se tomó como un criterio que la empresa hubiera bajado sus ventas en el 20% por lo menos. Criterios parecidos se pueden usar aquí, porque no se trata de hacer una política para desquiciarle a nadie su empresa.

Otro ejemplo, un impuesto al patrimonio en paraísos fiscales. En Panamá hay una montaña de plata que prácticamente no paga impuestos o que los evade de mil maneras. Otro, impuestos a platas de inversión de colombianos en el extranjero, inversiones de cartera, hay 47.665 millones de dólares. Lo que propongo está pensado para tocar lo menos posible la actividad productiva, pero se pueden tocar también otras actividades, repito, tocando a los de arriba. No es a una señora que tiene diez dólares en Miami, no se trata de eso, estoy hablando de tocar arriba-arriba.

Un impuesto a la inversión extranjera también se puede hacer, tal como existe en otros países del mundo. O a las remesas al exterior, ya tocadas en otras reformas. Ahí también se puede conseguir una plata importante. Mirar lo de los descuentos de la pasada reforma tributaria, ahí también se pueden recoger recursos importantes.

Y podríamos poner más ejemplo de cómo conseguirnos una planta grande, que puede ser del orden de 10 ó 15 billones de pesos, plata grande de verdad para salud, para gasto social, para respaldo a la actividad económica, etcétera. Pero, por supuesto, abriendo la mente y saliéndonos de la rigidez de la que hemos estado hablando todo el tiempo. Repito, que por lo menos las propuestas se debatan con tranquilidad, sin temas vedados. Bueno, ¿y si de pronto el doctor fulanito se pone bravo? Pues, primero, decirle al doctor fulanito que no se ponga bravo y que se siente tranquilo y converse con todo el mundo, porque él no tendría lo que tiene sin la actividad y el concurso de la totalidad de los colombianos.

No es para ya, es un proceso hacia el futuro. Hacia el futuro vamos a dar un gran debate, en Colombia y en el mundo, quienes creemos que las relaciones económicas globales necesitan cambios importantes, porque lo que estamos viendo es que esto no funciona sin cambios importantes. Colombia tiene derecho a contar con una industria y un agro poderosos. ¡Cómo así que nos prohibieron las potencias tenerlos! Cómo así que nos dijeron, Colombia tiene que vivir del petróleo y después nos ponen el petróleo a dos dólares y nosotros tenemos que morirnos de hambre, que porque a alguien en el exterior se le ocurrió. Y aquí tienen unos calanchines dogmáticos que se enriquecen con estas malas decisiones, obligándonos a destruir el agro y a ver morir la industria. 

Las leyes de los seres humanos son leyes sociales y económicas, leyes para generar también mejores condiciones laborales y sociales. Quedé preocupadísimo con un artículo en El Tiempo del doctor Germán Vargas Lleras. Alguien debería echarle aire y aconsejarlo un poquito, porque la propuesta que él hace es que el futuro consiste en coger una llave inglesa y darle por ahí cuatro vueltas a la tuerca que empobrece a los colombianos, a los sectores populares y a las clases medias. Inaudito. Es que es el país entero el que se está hundiendo. Piensen en el Titanic. Los de los camarotes de diamante también se hundieron con el buque.

Es el momento de un gran pacto nacional para construir también un país más democrático, menos corrupto y menos violento. Lo que tenemos es terrible. Es horroroso lo que está pasando. No pueden seguir la matanza en este país, es absolutamente inaceptable, bajo ninguna consideración. Y de paso digo esto, cómo es que siguen torturando a los presos de las cárceles de Colombia. Pues sí, cometieron un delito, los que ya están condenados, pero no pueden volver las cárceles un centro de tortura. Llega esta pandemia y los olvidan, que se mueran allá metidos en esas pocilgas. ¡Así no se puede, con esas mentalidades no se puede!

Y un gran pacto nacional por un país que se relacione de la mejor manera con el mundo. No estoy hablando de que no se tengan las relaciones económicas internacionales, pero Colombia debe unirse con otros países del mundo en condiciones de respeto e igualdad y decir, cómo vamos nosotros en este cuento. Qué futuro tenemos para nuestros hijos, para nuestros nietos.

Agradeciéndole, senador Lidio García, que hayamos podido hacer este primer debate, por internet, virtual, pero que es un debate de control político, con las formas propias del debate, y creo que es importante que se recupere, porque estaba perdido.

Alguien dirá, pero es que el senador Robledo es como pesimista. No. Yo les digo que no, yo soy tan optimista que estoy en esta lucha, y a pesar de que no soy un muchacho, sigo en esta lucha como cuando lo era, porque estoy seguro de que este país sí tiene arreglo, este país sí puede salir adelante. Sobre los países no cae el telón como sobre las películas o las obras de teatro. Los países terminan saliendo adelante como va a hacerlo Colombia. Vamos a ser capaces de superar de la mejor manera posible esta crisis. Y vamos, inclusive, a aprovechar la experiencia para construir de verdad el país que necesitamos, que no es otro que un país donde el sol brille para todos. Que les brille a los grandes y muy poderosos, que les brille a los medianos, que les brille a los más pequeños, a los más pobres, a todo el mundo, que es lo civilizado Y un país que sea construido entre todos.

 Muchas gracias, senador Lidio García, a todos ustedes mis colegas y a los colombianos.

Réplica a la intervención de los señores ministros

Gracias, señor presidente. En primer término decir que después de oídas las explicaciones de los ministros, me sostengo en todo lo que dije. No encontré nada dicho por ellos que pusiera en duda mis afirmaciones, por el contrario, me ratificó en ellas. Voy a señalarlo brevemente.

El ministro Carrasquilla, además, ahora en su segunda intervención, insistió en decirle al senador Name que no iba a haber privatizaciones. Pues bien, yo acabo de mandar por Twitter una frase que está en el Decreto de declaratoria de la última emergencia, y que dice: “Contemplar mecanismos para enajenar propiedad accionaria estatal”. El Decreto de la segunda emergencia dice con todas las letras, textualmente, que uno de los propósitos es contemplar mecanismos para enajenar propiedad accionaria estatal. Que no resulte, doctor Carrasquilla, que le toque renunciar después de lo que dijo aquí.

Lo otro es esto. El ministro de Salud se ufana de que hay países que están peor que Colombia. Y probablemente así sea. Siempre hay quien pueda estar peor y sin duda hay que señalar como un hecho que el habernos recluido, afortunadamente en buena medida presionados inicialmente por el punto de vista de la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, sin duda ha producido efectos. Es una especie de conocimiento ya adquirido, sí, que al contagio hay cómo quitarle velocidad. Pero también es verdad que esas normas se están relajando, por condiciones económicas o lo que sea, y el riesgo está aumentando. Entonces, me uno a la preocupación del senador Juan Luis Castro cuando señala que está por verse cómo van a evolucionar las cosas. Y también mantengo en mi gran preocupación de que si las cosas se complican, el sistema de salud no resista adecuadamente y nos veamos abocados a enfrentar una crisis de proporciones muy dolorosas. Ojalá no sea así, pero es un riesgo que está ahí.

Lamento también que el señor ministro no se haya referido a algo que yo planteé y es la necesidad de una mayor intervención de él y del Estado en lo relacionado con la operación del sistema de salud. Es que los recursos que manejan las EPS son públicos y ese es un servicio público. No puede ser que predomine el criterio del negocio de la rentabilidad por cuenta de las EPS y eso redunde en contra de los pacientes, en contra de los trabajadores de la salud y en contra de las propias IPS, a las que tenemos que cuidar. Porque sin IPS, públicas o privadas, la atención no funciona. Dejemos a ver qué pasen los días, pero yo enfatizo, señor ministro, hay que ponerle más decisión a intervenir, no para estatizar el sector, no estoy planteando eso, pero sí para ver cómo lo ponemos a funcionar de la mejor manera, porque él solo, solo, no opera, porque sabemos cuál es el punto de vista de las EPS.

En relación con la crisis económica y social, insistí en que el monto los recursos es muy bajo, el 2.4% del PIB. El doctor Carrasquilla no pudo rechazarlo, simplemente se inventó una teoría según la cual el resto de la plata la vamos a poner para cuando haya crisis financiera. Esa no me la cuente como plata puesta de verdad, porque nadie sabe qué es lo que va a pasar. Hoy estamos en el 2.4% del PIB, malísimo, y es lo que explica por qué las medidas son por completo insuficientes. El sufrimiento de la ciudadanía es descomunal, no se puede negar, porque lo que está transfiriendo el Estado es una suma muy pequeña. El respaldo a las empresas es muy pequeño y eso es gravísimo para el desarrollo del país y para el empleo y para la recuperación nacional.

Él dice que los bancos sí han cumplido. Le tengo que insistir en que no. En la refinanciación de las deudas apenas han refinanciado el 25% de lo que se conoce con el nombre de crédito comercial, que es principalmente el empresarial. La refinanciación ha sido más grande, pero en créditos de consumo, y aquí no estamos hablando del problema en créditos de consumo, sino de créditos en respaldo al aparato económico, y ahí es malísima la refinanciación. Seguramente el doctor Carrasquilla tiene razón cuando afirma que porque los banqueros le tienen mucha aversión al riesgo. El problema es que los bancos son también un servicio público y que funciona con la plata del público, y ganan muchísima plata por las normas del Estado colombiano que los favorecen ampliamente. Lo que estamos reclamando es que el Ministerio de Hacienda, el Banco de la República y todo el mundo caigan sobre los banqueros y les digan, sí, ustedes son una actividad de rentabilidad, eso no está en discusión, pero ustedes también son un servicio público y se tienen que preocupar por las necesidades del desarrollo nacional.

El ministro Carrasquilla, otra vez, como en Blu esta mañana o ayer, le saca el cuerpo al tema de la emisión. No, ministro, usted sabe muy bien de qué estamos hablando. Yo estoy hablando de créditos de emisión del Banco de la República, una forma legítima de financiar al Estado colombiano en condiciones muy ventajosas en relación con el tipo de crédito, que a usted le encanta tomar, que es el crédito comercial de la banca nacional o extranjera. Este es un asunto que es una realidad.

Dice también que no se pueden subir los impuestos, pues por lo menos dijo que no a los poderosos. Falta ver si a las clases medias y populares sí le parezca bien subírselos. Pero yo le quiero enfatizar en que aquí hay que conseguir recursos de cero costo o no va a ser posible atender la crisis. Usted manipula las cosas cuando aduce que ya existe un impuesto al patrimonio de las personas naturales. Yo lo que digo es que hay que subirlo, porque lo que hay es muy bajito.

No se refiere a otras propuestas que señalé de tocar platas en paraísos fiscales o en negocios de rentabilidad en el extranjero. Ahí también puede haber fuentes de recursos. Y cuando hablo de aumentar impuestos, me estoy refiriendo a un conjunto muy pequeño de empresas ultra poderosas a las que ustedes les acaban de rebajar los impuestos en más de 10 billones de pesos y que no tributan lo que ustedes dicen en sus teorías. Luis Jorge Garay y Espitia demostraron hasta la saciedad que esas súper grandes empresas apenas tributan en renta aproximadamente el 5% de sus utilidades. Entonces ahí hay un espacio y un espacio que el país necesita y yo espero que quienes resulten afectados por estas medidas entiendan que es la hora de hacer algún sacrificio. Les ha ido de maravilla a los grupos financieros, con activos por 850 billones de pesos. Piensen incluso en sus propios intereses. También es miopía creer que se puede seguir intentando desarrollar un capitalismo absolutamente mediocre como este, que crece a tasas de nada, con una cantidad de gente en la pobreza y en la miseria y una clase media desapareciendo. Y qué, ¿van a seguir agarrados del petróleo creyendo que solo con eso vamos a salir adelante? No. Si aquí no hay modificaciones y no hay una actitud frente a las necesidades nacionales, no va a ser posible. Recordemos que aumentar el gasto público va en últimas en beneficio de las empresas, porque si hay más capacidad de compra, ¿a quién les  compran los ciudadanos? A las empresas. Finalmente, todas las platas terminan yendo al mismo sitio. Aquí lo que hay es una miopía de un dogmatismo neoliberal, que claro, les sirve también a los intereses de las grandes potencias. Hay que decirlo así, porque a los colombianos no nos sirve ese punto de vista.

Por último decir que al doctor Carrasquilla le gusta es deuda, deuda y deuda. Inclusive lo dice con respecto a la plata esa que pasaron de las AFP a Colpensiones. La frase textual que echó es: “Esto también hay que tomarlo como un préstamo”. Además de favorecer a las AFP, porque les resuelve un lío que tenían de aseguramiento que nadie les daba, entonces también eso lo van a volver deuda.

Pero entonces aquí el punto clave es ¿quién va a pagar la deuda? Quién, si los pobres van a estar súper empobrecidos, las clases medias también, y no se les pueden cobrar los impuestos a los pocos que si tienen con qué, entonces cómo va a ser este asunto. Con disminución del gasto público en sectores populares, con más sufrimiento ciudadano, con más política retardataria que no permite desarrollar la economía de mercado.

Es que si esta tragedia nos está dando tanto tan duro, es por la mediocridad en el desarrollo de la economía de mercado de Colombia. Es la cruda realidad. El peor efecto de todas las fórmulas de globalización es que no nos dejan desarrollarnos, no en el socialismo ni el castrochavismo, sino en el propio capitalismo. Tenemos un capitalismo mediocre, subdesarrollado, atrasado, y en buena medida por eso mismo profundamente corrupto y politiquero y clientelista, porque aquí los espacios donde ganarse la vida honradamente cada vez son más escasos.

Entonces, yo me ratifico en la idea. Hay una concepción equivocada, de parte del Presidente de la República y del ministro de Hacienda, para atender esta pandemia.