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LA PRUEBA REINA DE LA GRAN MANIPULACIÓN

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Jorge Enrique Robledo, Bogotá, 21 de marzo de 2008

Según informó William Calderón en El Nuevo Siglo (Mar.10.08), José Obdulio Gaviria se despachó contra la declaración del Grupo de Río. Contó que en el programa radial de Fernando Londoño, donde Calderón colabora, el asesor de Uribe dijo que “el Presidente no conoció esa declaración y no podía estar de acuerdo con ella”, pues las Farc no aparecían como terroristas para el resto de los gobiernos de América Latina y se condenaba por ilegítima la acción del ejército colombiano en Ecuador.

En Semana (Mar.15.08), otro uribista Triple A, Rafael Nieto Loaiza, afirmó: “Los resultados de las rondas de la OEA y Dominicana, no han sido favorables para nosotros (…) en ambos escenarios se censuró sin ambages el ataque al campamento de Reyes y Colombia aceptó que vulneró la soberanía y la integridad del territorio del Ecuador. En cambio, nada se dijo sobre la conducta de los vecinos”. ¿Se enloquecieron estos connotados uribistas? ¿O los equivocados son los colombianos que hablan del “triunfo” diplomático del gobierno colombiano? Miremos lo que, por unanimidad, se acordó en Santo Domingo.

La declaración de los Jefes de Estado y de Gobierno de la XX Cumbre del Grupo de Río dice que tropas colombianas incursionaron en Ecuador en contra de un grupo de las Farc “que se encontraba clandestinamente acampando en el sector fronterizo ecuatoriano”. Expresa que “Rechazamos esta violación a la integridad territorial de Ecuador, y por consiguiente reafirmamos el principio de que el territorio de un Estado es inviolable y no puede ser objeto de ocupación militar ni de otras medidas de fuerza tomadas por otro Estado, directa o indirectamente, cualquiera fuera el motivo, aun de manera temporal”.

Señala que “Tomamos nota, con satisfacción, de las plenas disculpas que el Presidente Álvaro Uribe ofreció al Gobierno y al pueblo de Ecuador, por la violación del territorio y la soberanía de esta hermana nación”. Y agrega: “Registramos también el compromiso del presidente Álvaro Uribe en nombre de su país de que estos hechos no se repetirán en el futuro bajo ninguna circunstancia”, en correspondencia con el Artículo 19 de la Carta de la OEA.

Y reza: “Reiteramos nuestro firme compromiso de combatir las amenazas a la seguridad de todos sus Estados, provenientes de la acción de grupos irregulares o de organizaciones criminales, en particular de aquellas vinculadas a actividades del narcotráfico. Colombia considera a esas organizaciones criminales como terroristas”, frase esta última que es un clásico autogol del gobierno de Álvaro Uribe, pues hace notoria su soledad al respecto entre los Estados de América Latina.

Razón tienen, entonces, los uribistas citados cuando expresan que al gobierno de Colombia le fue mal en el Consejo Permanente de la OEA y en la Cumbre del Grupo de Río. Pero la que sí no puede ser cierta es la afirmación de José Obdulio Gaviria de que Álvaro Uribe “no conoció” la declaración de Santo Domingo, porque él la suscribió y porque de no ser así, ya lo habría desmentido.

Sobre la XXV reunión de cancilleres de la OEA (Mar.17.08), el editorial de El Tiempo (Mar.19.08) tuvo que afirmar: “Difícil decir” que el gobierno colombiano “salió bien librado”. Porque se ratificaron las declaraciones anteriores, incluido: “Rechazar la incursión de fuerzas militares y efectivos de la policía de Colombia en territorio del Ecuador” y “Registrar las plenas disculpas por los hechos acaecidos y el compromiso de Colombia de que ellos no se repetirán en ninguna circunstancia, manifestados por su Presidente (Álvaro Uribe Vélez) ante el Grupo de Río y reiterados por su delegación en esta reunión”. Estados Unidos fue el único país de la OEA que, fiel a su lógica imperialista y para dejarse la puerta abierta a nuevas agresiones militares en su beneficio, se reservó el “derecho” de violar la Carta de la Organización.

Si son ciertas las encuestas que afirman que un gran porcentaje de los colombianos considera al gobierno de Colombia como “ganador” en el exterior en estos hechos, hay que reconocer que la capacidad de manipulación de la Casa de Nariño no tiene límites, pues ha convertido en común pensar en contra de la realidad, fenómeno que solo puede ocurrir si el grueso de los medios de comunicación no cumple con el que se supone es su deber de informar verazmente.