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Es de la esencia de la democracia que los trabajadores puedan organizar sindicatos: agrocombustibles sí encarecen los alimentos

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Intervención del senador Jorge Enrique Robledo en la audiencia pública convocada en Pradera, Valle del Cauca, con el senador Alexánder López, el 14 de junio de 2008, sobre el tema de las condiciones laborales de los corteros de la caña.

Me uno a los saludos que hizo el senador Alexander López, mi compañero de convocatoria de esta audiencia y quien tuvo la iniciativa de este bellísimo acto, y aprovecho para saludar a los habitantes de Pradera, que con todo cariño nos brindan su generosa hospitalidad, a los indígenas caucanos y vallecaucanos, hoy aquí con nosotros y quienes están dando ejemplo de dignidad y valor civil a la nación colombiana, y por sobre todo, a los queridísimos compañeros trabajadores de la caña de azúcar, que también hoy aquí reclaman sus derechos.

Los demás senadores que han debido venir a esta audiencia no solo cancelaron su asistencia en el último minuto, sino que, en un acto que rechazo, intentaron sabotearla. Sin embargo, cuando medito en las palabras que lanzó alguno de esos senadores en un debate parlamentario, logro explicarme por qué no quisieron venir a compartir con todos ustedes la problemática de la caña, porque ese congresista fue capaz de decir que los salarios de los obreros eran muy altos y que no eran ciertas las condiciones de ignominia en que ellos trabajan en el Valle y en el departamento del Cauca.

Compañeros y compañeros, uno de los temas centrales de esta audiencia tiene que ver con la producción de los llamados agrocombustibles. En la mañana de hoy, en el periódico El Tiempo, el doctor Andrés Felipe Arias, ministro de Agricultura, afirmó en un artículo que la producción de agrocombustibles no afectaba los precios de los alimentos en Colombia. Según él, el fuerte incremento que está sufriendo el trigo, por ejemplo, o el maíz y, con él, la carne de cerdo y la carne de pollo, no tenían nada que ver con la producción de agrocombustibles. Pues bien, debo decirle al ministro Arias que falta a la verdad en materia gravísima por una simple explicación: en razón de las políticas contrarias al interés nacional de los anteriores gobiernos y del gobierno de Álvaro Uribe Vélez, hoy Colombia no es autosuficiente en alimentos. Estamos trayendo de Estados Unidos y de otros países ocho millones de toneladas de comida, y como en Estados Unidos el precio del maíz y otros cereales viene subiendo por haber dedicado esos bienes a la producción de agrocombustibles, pues por esa misma vía del incremento del precio del maíz y del trigo en Estados Unidos hoy le está llegando a Colombia la comida más cara y los colombianos están comiendo menos y sufriendo más por esas políticas retardatarias del “libre comercio”.

Podemos probar minuciosamente, como lo hemos hecho en el Senado, que la importación de comida de Estados Unidos, encarecida en buena medida por la producción de agrocombustibles en ese país, aumenta la pobreza del pueblo colombiano y de los propios corteros de la caña, cuyo trabajo está en parte dedicado a producir agrocombustibles. Aquí lo que se expresa no es otra cosa que pobreza y miseria, por los bajos salarios, el encarecimiento de los precios de la comida, el boleteo mensual de las tarifas de los servicios públicos que suben y suben y suben quitándoles a los colombianos el pan de la boca. Es de hambre, doctor Álvaro Uribe Vélez, es de hambre, doctor Andrés Felipe Arias, es de hambre de lo que están hablando hoy aquí en Pradera los corteros de la caña y los indígenas colombianos.

Agrocombustibles para vender en Colombia y con subsidios

En Colombia se ignora que no se están produciendo los agrocombustibles para exportar; ni el alcohol carburante y ni el agrodiesel a partir de la palma africana, que apenas se inicia. Parte del truco es que han inundado a Colombia de comida extranjera quitándoles a nuestros campesinos y a nuestros jornaleros la posibilidad de trabajar, para darles trabajo a los gringos. Y ese crimen contra el progreso de Colombia y el empleo nacional han querido taparlo metiendo el cuento de que estamos produciendo agrocombustibles para vender en Estados Unidos. ¡Pues también es mentira, doctor Andrés Felipe Arias! Todos, absolutamente todos, los agrocombustibles que se producen en Colombia van al mercado interno y se le echan a la gasolina y al diesel del consumo nacional. Y lo que es peor, ya el ministro de Minas está hablando de abastecer a la Costa Atlántica con alcohol traído de otros países. Y como si fuera poco, ese alcohol carburante y ese agrodiesel que estamos consumiendo en Colombia se producen con fuertes subsidios del Estado colombiano, es decir, con fuertes subsidios de los colombianos. Ese alcohol y ese ACPM a partir de la palma presentan una característica: son de altos costos, mayores que los del ACPM y la gasolina obtenida de hidrocarburos, y eso les cuesta a los colombianos, a todos nosotros, en el caso del etanol, más de cien millones de dólares al año en subsidios, plata que termina saliendo, así no nos demos cuenta, de los bolsillos de los colombianos. Y que ese subsidio lo estamos pagando todos aumenta el derecho que tenemos los colombianos de discutir minuciosamente lo que está pasando aquí en el Valle del Cauca.

Cuando debatíamos inicialmente el problema en la Comisión Quinta del Senado, recuerdo que el ministro de Minas me dijo: senador Robledo, vale la pena pagar ese subsidio, porque esa es una manera de darles empleo a los cortadores de caña del Valle del Cauca. Ese fue un argumento que yo acepté inicialmente como un aspecto que podía explicar la producción de agrocombustibles, pero el empleo viene desapareciendo, y ustedes lo saben mejor que yo, porque se viene reemplazando el corte manual de la caña por corte mecanizado, lo que desplaza a miles y miles de corteros y en la misma medida presiona los salarios a la baja. Le pregunto al gobierno nacional: ¿no dizque el subsidio al alcohol carburante era para mejorar las condiciones laborales del pueblo trabajador que produce tanto el azúcar como el etanol? ¿Qué ha pasado con los salarios? ¿Qué ha pasado con las garantías laborales? ¿Por qué están inundando estas tierras de cortadoras mecánicas de caña que les quitan el trabajo a nuestros corteros, lanzándolos a condiciones todavía peores que las que se están padeciendo?

Cuando se acordó el subsidio a la producción de alcohol carburante, el gobierno también adujo que mejorarían las condiciones del negocio para todos aquellos conocidos aquí con el nombre de colonos, es decir, para los empresarios que les venden la caña a los monopolios de los ingenios azucareros. Pero los análisis y denuncias indican que no es verdad que los ingenios azucareros les estén transfiriendo a los afiliados a Procaña una parte de los subsidios, una parte del incremento de su ingreso por la producción del alcohol carburante. Hoy aquí entonces nos preguntamos: por qué los recursos del Estado colombiano, que son los de todos, por qué los cuantiosos subsidios, por qué la obligatoriedad de consumir alcohol carburante en los vehículos colombianos, solo han terminado beneficiando a cinco ingenios azucareros y no a los miles de trabajadores y tampoco a los colonos del sector empresarial que contribuyen a que haya caña de azúcar en el departamento del Cauca. Si por alguna cosa que hay luchar en Colombia, compañeras y compañeros, es por un tipo de economía en la cual los empresarios del común tomen su parte, no solo los del monopolio, y, por sobre todo, que la riqueza le llegue al pueblo raso, a los jornaleros, a los obreros agrícolas, les llegue a las gentes del común de estos municipios.

Que haya democracia sindical

Vale la pena hacer mención a otro problema muy grave que afecta a la nación colombiana, y es el relacionado con la democracia de los trabajadores. No hay un solo país que se precie de democrático que no tenga establecido en su Constitución, como también lo dice la Constitución de Colombia, que el derecho de organización de los trabajadores, el derecho a constituir sindicatos, es fundamental. En buena medida se habla de democracia porque los trabajadores tienen derecho a construir sus organizaciones sindicales. Organizaciones que, de acuerdo con la lógica de la democracia, no se establecen para ofrecer rifas ni bazares, aun cuando pueden hacerlo, ni para fundar una cooperativa, aun cuando es cierto que pueden promoverlas. No, compañeros, cuando en la Constitución de Colombia y de cualquier país democrático del mundo se dice que existe el derecho de construir sindicatos es para que haya contratación colectiva, es decir, para que el sindicato, en representación de sus afiliados, tome asiento de igual a igual con el patrón a negociar el salario, la jornada laboral, los derechos de salud y de pensiones, y repito, en plan de igualdad, dado por la fuerza del poderoso patrón frente a la fuerza de los trabajadores sindicalizados. Y para que ese derecho de contratación colectiva sea real se necesita además que esté plenamente en vigencia el derecho de huelga, consistente en que el obrero le dice al patrón: señor, si usted no acepta las peticiones que le estamos haciendo y se niega a hacer un acuerdo sensato con nosotros que distribuya de manera democrática la riqueza nacional, los trabajadores nos vamos a huelga para que sea en la huelga como se dirima el conflicto colectivo. Y esto no es socialismo, no es comunismo, no es guerrilla. Es un derecho democrático establecido en la Constitución Política de los países capitalistas, pero, por supuesto, porque algunos manejan una lógica democrática que en Colombia, cada vez más, se les niega a los de abajo, porque lo que se ha montado es la plutocracia, el gobierno de los monopolios y las trasnacionales.

Estamos aquí para expresar también toda nuestra solidaridad a los indígenas colombianos y a los indígenas del departamento del Cauca. Estamos con ustedes, compañeros indígenas, respaldamos sus luchas, nos sentimos orgullosos de ver un pueblo colombiano que lleva 500 años en la resistencia, como lo han hecho ustedes. Y aquí le digo al doctor Álvaro Uribe Vélez que no criminalice la protesta social, que no persiga más a los trabajadores, que no persiga más a los indígenas. Que se reúnan con los trabajadores de la caña de una manera democrática y que resuelvan los problemas de sus peticiones. Que se reúnan con los líderes indígenas y atiendan sus reivindicaciones sin que sea necesario llegar a las confrontaciones a las que están teniendo que llegar los pobres ante el hecho de que el gobierno no los atiende como debiera. Yo me pregunto: con ese tono altanero, despótico, de persecución y de represión con que trata a los pobres de Colombia, ¿se relaciona también Álvaro Uribe Vélez con la Casa Blanca? Yo me pregunto: ¿con ese mismo tono de agresividad se relaciona Álvaro Uribe Vélez con las trasnacionales que operan en Colombia? Por supuesto que no. Porque tenemos un presidente duro, cruel, agresivo con los débiles, y sumiso, rodillón, frente a los poderosos de Colombia y del mundo.

Que Álvaro Uribe no viole la Constitución

Terminemos haciendo un par de apreciaciones. Hace unos días, en otro hermoso municipio del departamento del Cauca, el doctor Álvaro Uribe Vélez se despachó como un patán amenazando a los indígenas y a los trabajadores con meterlos a la cárcel si a él se le daba la gana, criminalizándolos porque luchaban por sus derechos. Y en el colmo de la desproporción y el autoritarismo de la lógica dictatorial, Álvaro Uribe Vélez agredió a nuestro querido compañero, el senador Alexander López, vilipendiándolo, mintiendo sobre la naturaleza de su resistencia y de sus luchas. Fue capaz incluso de violar la Constitución y la ley y de gritarle a un coronel: oiga, coronel, métame al senador Alexander López a la cárcel. ¿Y llaman democracia a eso? ¿Se puede hablar de democracia en un país donde el presidente de la República, violando la Constitución y la ley, amenaza con meter a un senador de la República a la cárcel? Pues bien, hoy aquí los del Polo Democrático Alternativo con toda serenidad le decimos al presidente de la República: podrán calumniarnos, podrán perseguirnos, podrán decir mentiras sobre nosotros, podrán incluso encarcelarnos y cosas más graves todavía, pero lo que no podrá hacer el doctor Álvaro Uribe ni con el Polo Democrático Alternativo ni con los cañeros ni con los indígenas ni con el pueblo de Colombia es arrodillarnos. No nos vamos a arrodillar.

Sepan, compañeros y compañeras, que sin que nadie nos obligara, por una decisión libremente adoptada, los del Polo Democrático Alternativo decidimos ver el país a través de los ojos de los pobres, de los ojos de los débiles, de los que sufren, y decidimos atar nuestra suerte personal a la suerte de ustedes. Al Polo Democrático Alternativo le irá bien cuando al pueblo colombiano le vaya bien, pero no los vamos a traicionar en sus reclamos. Cuenten entonces con el respaldo incondicional nuestro a las luchas democráticas, civilizadas y de resistencia civil que ustedes ejecutan. No va a ser secuestrando como vamos a arreglar a Colombia, no va a ser apelando a la lucha armada como vamos a arreglar a Colombia, pero los del Polo Democrático Alternativo, con su destacamento de líderes y congresistas a la cabeza, estará en las calles, en las plazas y en las carreteras donde el pueblo de Colombia se levante a defender sus intereses y derechos.