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El verdadero Ministerio de Salud son las EPS

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Tan son un fracaso las medidas sobre Saludcoop y Cafesalud, que podrían arrastrar al colapso todo el sistema de salud. Inaceptables las afirmaciones del fical Perdono sobre el caso Saludcoop. Hay pruebas de sobra de la corrupción de esa EPS. La Ley 100 falla por su fondo privatizador y por las normas para ángeles con las que la implementaron. Se perdieron los 1,7 billones de pesos que Saludcoop se embolsilló. Por qué Montealegre y Perdomo defienden a Saludcoop. “El señor Enrique Vargas Lleras es el hombre más poderoso del sector de la Salud”. Repetir y repetir hasta que las verdades se conozcan y así molesten al ministro Gaviria que las alcahuetea. Estamos mamados con las puertas giratorias por la que van de los intereses privados a los públicos y viceversa.

Este debate versa sobre el caso de Saludcoop, pero no solo sobre él, porque Saludcoop es apenas la punta del iceberg del desastre en que está sumido el sistema de salud. Y no voy a tratar todos los temas. El solo paro de los educadores del Cauca, por ejemplo, bastaría para un debate entero, porque deja ver otra faceta de todas las complicaciones que se están presentando. Voy a hacer entonces una selección que contribuya con el propósito principal, demostrar que definitivamente el sistema de salud es un desastre y que en este gobierno del doctor Juan Manuel Santos y en el Ministerio del doctor Alejandro Gaviria, todo se ha hecho de la peor manera. Si el propósito fuera hacerlo todo mal, no les habría salido tan perfecto.

Me propongo desarrollar cinco temas sobre la grave crisis que hay en Saludcoop y Cafesalud. Primero, una insólita afirmación del fiscal encargado de que no hay pruebas suficientes para encausar a Saludcoop por actos de corrupción, frase casi increíble, pero que él pronunció con la mayor sangre fría. Voy a mirar también cómo fue que se desaparecieron los 1,4 billones de pesos de la sanción que la Contraloría General de la República le impuso a Saludcoop por el robo de recursos públicos. Y me voy a detener un poco en la Ley 100, la madre de todas estas desgracias. Y no solo en su enfoque de la ganancia como aspecto principal, sino particularmente en la forma como la aplicaron. Realmente, las cosas están montadas con tantas facilidades para los delincuentes que hay que ser casi un idiota para no dedicarse al delito en el sistema de salud de Colombia. Y por último, mostrar cómo este gobierno ha sido extremadamente alcahuete con todo este fenómeno de corrupción.

Un desastre por donde se mire

En primer término, apuntémosle a los fracasos de este gobierno en la liquidación de Caprecom, una entidad que manejaba el gobierno nacional y en cuya junta directiva tenía silla el propio ministro de Salud. Allí las cosas terminaron, como sabemos, con un fracaso descomunal. Andan volando deudas por cerca de 4 billones de pesos y hubo más de dos mil despidos. La situación de Saludcoop y Cafesalud viene también funcionando bastante mal. La propia idea de liquidar a Saludcoop después de años de intervención —aprobada, supuestamente, para no liquidarla— fue otro gran fiasco, que se profundizó con la decisión de privatizarla. Y le dispararon a Cafesalud, que ya era un desastre, como cinco millones de usuarios, causando, por supuesto, una conmoción todavía mayor.

Cuando tomó esta última decisión, el ministro Gaviria anunció que iba a hacer las cosas de forma tal que no ocurriera lo que infortunadamente está ocurriendo. Lo primero, la caída en picada de todos los pacientes que quedaron en Cafesalud. Las peticiones, las quejas, los reclamos, fueron en el 2015 de casi 65 mil, y hasta agosto del presente año ya iban 73 mil, un medidor de lo mal que están las cosas. El Defensor del Pueblo habla de 67 mil afiliados que no tienen red o no cuentan con red suficiente en 233 municipios. Y son miles y miles y miles los usuarios de Cafesalud que han estado saliéndose o bregándose a salir para irse despavoridos hacia otros sitios.

Los asuntos laborales también han sido un desastre en Saludcoop. Solo 400 trabajadores quedaron medianamente protegidos, los reconocidos como directos. Como los demás estaban sometidos a formas inicuas de contratación, quedaron volando y ya no saben a ratos ni siquiera quién es su jefe ni quién les va a responder por sus acreencias. Está estallando todo este cáncer del sistema público y privado de contratación, en el que los trabajadores son una especie de siervos a quienes no se les atienden sus reclamos. Porque en esta crisis sí hay grandes perdedores: los trabajadores de las EPS, tanto de Caprecom, como de Saludcoop y Cafesalud.

Voy a leer las opiniones de dos líderes sindicales. El señor Fredy Martín, vicepresidente de uno de los sindicatos dice: “No creemos ya en todas las promesas que les ha hecho el gobierno a los trabajadores”. Porque además, mientras sufren las duras y las maduras, los llenan de mentiras, de carretas, de falsas promesas. Y el señor Héctor Arturo Tolosa, también vicepresidente de otro de los sindicatos, dice: “El remedio es peor que la enfermedad, porque todo lo que hacen, lo hacen en contra de los trabajadores y de los usuarios”. Yo creería que este es un buen resumen del drama de los trabajadores, que no tienen ninguna culpa en el desastre, pero que sí terminan pagando los platos rotos.

Se derrumba el sistema creado por la Ley 100

¿Cómo está la situación de las deudas con las IPS? Es uno de los aspectos más dramáticos, porque las EPS lo que hacen es intermediar, pero finalmente las que prestan el servicio son las IPS. ¿Dónde necesita el usuario que lo atiendan? En las IPS. Revela entonces el presidente de Cafesalud que las deudas ascienden a 360 mil millones de pesos, el 34 por ciento de ellas a 90 días, y se trata de deudas que empiezan a complicarse. En el caso de Saludcoop hay un gran desorden y no logramos establecer con precisión qué pasa con las cifras, entre otras cosas, porque la actitud de los funcionarios del gobierno en estos debates es muy negativa. Hay que sacarles con sacacorchos los informes que están obligados a dar a los congresistas. En todo caso, se ha hablado de 4,1 billones de acreencias de Saludcoop. Pero después la liquidadora lo desmintió, afirmando que van a ser apenas 900 mil millones lo que se va a aceptar. Y en ese sentido también hay entonces una situación caótica en contra de los intereses de mucha gente.

Hay un punto especialmente grave. La crisis de Cafesalud, en la que se agrupó Saludcoop, es tan severa que podría arrastrar a todo el sistema, lo sabe muy bien el ministro Alejandro Gaviria. Las cifras son preocupantes: pérdidas de patrimonio, a diciembre de 2014, en números redondos, 342 mil millones de pesos. Al siguiente año, a diciembre, 651 mil millones de pesos. Y a junio de este año, ya acumula 991 millones de pesos negativos. En relación con las pérdidas mensuales, el promedio es dramático. En el 2014 era de 2.622 millones de pesos, en el 2015 fueron ya de 25.900 millones mensuales y en el presente año están del orden de 56 mil millones de pesos mensuales. Vamos a ver en qué para la situación, pero ya el periódico El Tiempo advirtió que se podría generar una crisis sistémica. Lo mismo ha anticipado la revista Dinero, porque este lío trae como consecuencia una serie de carambolas supremamente graves. Digamos entonces que está derrumbándose, en muy buena medida, todo el sistema montado con la Ley 100.

Corrupción con pruebas irrecusables

Paso a analizar el tema de la sanción a Saludcoop. Por denuncias mías y de Daniel Coronell, la Contraloría General de la República, de Sandra Morelli, le abrió investigación a una serie de apropiaciones ilegales de recursos públicos hechas por Saludcoop. Y el caso terminó en una sanción de 1,4 billones de pesos que se le ordenó a esa EPS devolver. Pero vean ustedes otro caso increíble. Hace unas semanas, antes de entregar la Fiscalía, algún medio de comunicación le preguntó al fiscal encargado, doctor Perdomo, en qué iba el proceso penal en relación con el desfalco de una suma tan importante de dinero. Y él declaró: “Se habla mucho de la gran corrupción de Saludcoop, pero las pruebas no existen”. Añadió que “los liquidadores de Saludcoop hablan de 70 mil millones de pesos y no de 1,4”, o sea, que ahí se esfumó, con esa afirmación, el 94 por ciento de la sanción señalada por la Contraloría General de la República. Metió también una baratija y reveló que él tenía un caso por algo que le habían dicho del superintendente Morales. Y explicó que había una especie de conspiración en la Contraloría contra los pobrecitos de Saludcoop. Y lo más grave, y que en parte explica por qué adelanto hoy este debate, fue el remate: “Hay otro tema interesante aquí en este tema de Saludcoop o en los temas de la salud. Es que hay muchas hipótesis delictivas en las que no son muy claras. Por qué. Porque hay una norma que dice esto, porque hay una interpretación de una norma que dice aquello, porque una cosa y la otra, y esto también debe ser parte de una discusión jurídica”.

Este es el centro de mi debate. El de salud es un sistema montado en medio de una gran confusión que permite que cualquier rábula se invente una teoría para entrar a saco en los recursos públicos. Es un fenómeno que viene sucediendo desde hace 25 años sin que se ordenen los correctivos necesarios. Lo resumo de esta manera: robar al sistema de salud en Colombia es una ganga. Hay que ser casi un idiota para no delinquir dentro de ese sistema de salud. Porque esto se sabe desde el 2011 y hay pruebas de sobra de lo que estaba pasando, sin que nadie en la cúpula tomara correctivos.

Voy a hacer una enumeración rápida de las gravísimas denuncias que he presentado en esta plenaria desde el 2011. No nos pueden salir a despachar de un baculazo, como lo hace el fiscal Perdomo, con que nada ha ocurrido. En el 2011 adelanté un debate en el que me detuve en la sanción que se veía venir de la Superintendencia de Industria y Comercio contra lo que llamó en ese momento “el cartel de la salud”, conformado por 14 EPS y por Acemi, la organización que las agrupa. El asunto se volvió después una condena de 15 mil millones de pesos, con afirmaciones textuales de este calibre: “La formación del cartel para ocultar y falsear la información remitida a los entes reguladores (…) para no competir entre ellas y determinar uniformemente cuáles servicios y cuáles de ellos serían negados”. Acordados por las EPS, con todas las pruebas detalladas, y yo las di, porque las publicaron con mucho detalle. En tercer término, “negar la prestación de servicios contemplados en el POS con cargo a la UPC y recobrarlos ante el Fosyga vía aprobación de tutela”, con el propósito de cobrar dos veces el mismo servicio. Y además, con la manipulación de las cifras, y esto es muy importante en el presente debate, “manipular la fijación de la UPC”, o sea, manipular el costo real de los servicios de forma tal que se infle la UPC en relación con los auténticos costos del sistema, lo que produce un robo continuado. Porque si la UPC es de 100 y logran volverla de 105 ó 110, estamos hablando de un impacto mayúsculo que genera una defraudación continuada. Y todo esto lo detalla la SIC. No lo voy a repetir hoy aquí, ese debate ya lo hice y se encuentra en internet. Solo estoy recordando una serie de hechos de extrema gravedad que al señor fiscal Perdomo no le parecieron ser pruebas.

Ya en el 2010, la SuperSalud de esos días había sancionado a Saludcoop obligándola a devolver 627 mil millones de pesos que se estaba robando de la plata de la salud. Y el superintendente de este gobierno intentó echarla para atrás y no pudo, porque no se lo permitieron ni el Tribunal Superior de Cundinamarca ni el Consejo de Estado ni la Contraloría General de la República. La Sentencia quedó en firme, pero es la hora en que nadie ha pagado un peso, un embuchado del que tampoco nadie habla.

En el mismo debate demostré, con datos de un centro de investigación de la Universidad Nacional, cómo el Grupo Saludcoop —Saludcoop EPS, Cruz Blanca EPS y otra— había inflado los precios de los medicamentos en 825 mil millones de pesos con el propósito de inflar también el precio de la UPC. Lo escandaloso del dato que dimos en esos días queda resumido en esta cifra: el promedio del costo de medicamentos del Grupo Saludcoop fue de 207 mil pesos, según datos de la Universidad Nacional, y el promedio de las 18 EPS restantes, de 36 mil pesos. No solo estoy hablando de drogas costosas, no, estoy hablando de medicamentos comunes, de consumo ordinario. Sobreprecio en Lovastatina, 246%; en Loratadina, 227%; en Omeprazol, 135%; en Acetaminofen, 187%; en Ibuprofeno, 34%.

En esta última semana, teniendo que ver en parte con las denuncias de aquellos días, la Contraloría General de la República ha tomado dos decisiones que confirman el horror de lo que está pasando. Una, al anunciar un hallazgo por 42.591 millones de pesos contra 39 EPS, incluida Saludcoop, por medicamentos recobrados al Fosyga con sobreprecios hasta del 900 por ciento. Y otra, ayer, al acusar a unas EPS y a unos altos funcionarios por recobros ilegales al Fosyga y otras formas por 51 mil millones de pesos.

El robo de los 1,4 billones, uno entre muchos

Y la Contraloría General de la República, en investigación que abrió a partir de mi debate, concluyó que los de Saludcoop se habían embolsillado 1,4 billones de pesos de recursos de la salud.

¿Por qué la diferencia entre los 600 mil millones de la Supersalud y los 1,4 billones de la Contraloría? Porque la Contraloría General de la República toma más años, pero el sistema de análisis es el mismo. Y qué fue lo que descubrió. Que estos personajes se inventaron una manera de pasar los recursos públicos a los fondos privados de la EPS, en este caso de Saludcoop —pero también lo hacen otras—, y con ellos comprar edificios, ambulancias, clínicas, lo que fuera, en México y Ecuador, mediante un subterfugio jurídico que voy a explicar al final de mi intervención. Entonces la Contraloría los obliga a devolver 1,4 billones, una plata que ellos no podían coger en beneficio de su propio patrimonio.

Hay 34 procesos distintos en la Fiscalía durmiendo el sueño de los justos. Todo está allá y no pasa nada. Y hay otro caso que también reposa en la Fiscalía, el de los cheques sin cobrar. Los señores de Saludcoop le cobraban al Fosyga cheques que habían girado y que aún no se habían pagado, porque los firmaban, los llenaban, armaban los papeles y los depositaban en una caja fuerte. Estamos hablando de 8.021 cheques por 27 mil millones de pesos, otro fraude hecho por los señores de Saludcoop en contra del sistema de salud.

En virtud de estas denuncias, todas con pruebas suficientes, la Procuraduría condenó a Carlos Palacino y a varios de los jefes de Saludcoop. A Palacino lo sentenció a pagar una multa y le impuso una inhabilidad de 18 años en cargos públicos. ¿Por qué? Por cobrarle al Fosyga cuentas no pagadas, en el caso de los cheques, y por hacer recobros al Fosyga con sobreprecios. Y miren esta que hizo, increíble: Saludcoop tenía su propia IPS, que le vendía los medicamentos. Saludcoop aparecía entonces, nominalmente, comprándolos a un precio y a ese precio se los descontaba al Fosyga, pero la IPS le hacía descuentos sobre esos medicamentos del orden del 30 por ciento, y así los cobros pasaron de 1.500 millones de pesos a 61.800 millones de pesos.

Con este tipo de maniobras, los resultados de la EPS eran maravillosos y entonces el doctor Palacino se hacía aprobar de la junta directiva bonificaciones por sus éxitos, del orden de 180 y 200 millones de pesos, dos y tres veces su sueldo. También increíble, pero hace parte de la historia patria de este país. Concluye la Procuraduría aseverando que, además de las faltas disciplinarias, ahí hay estafa y enriquecimiento ilícito que entran en el terreno de la ley penal.

Estalla el lío de Saludcoop en Cafesalud

Qué pasa hoy en Saludcoop, en Cafesalud, todo intervenido y tomado por el gobierno nacional desde hace mucho rato. Nosotros le pedimos una información al actual presidente de Cafesalud, el doctor Carlos Alberto Cardona, y él nos informa que están haciendo como 20 ó 30 investigaciones muy grandes, porque él está aterrado de lo que se ha encontrado allí —voy a usar mis palabras, no las de él—, de la vagabundería que ha encontrado en la contratación de Cafesalud, que hasta ya un muerto tiene a bordo. No se sabe muy bien qué pasó, pero la coincidencia no deja de ser curiosa: un auditor de Cafesalud.

Está el caso ilegal de IAC Gestión Administrativa, que maneja 2.600 trabajadores tercerizados sin ninguna autorización legal para hacer intermediación laboral. Le hicieron un contrato de 17 mil millones y lo ejecutaron por 60 mil millones. No presentó pólizas que amparen el contrato. Su solvencia económica declarada es de 10 millones de pesos. Y es uno de los contratistas de Saludcoop.

Otro, Geohealp online S.A., una empresa de software. Le hicieron al contrato cinco otrosíes a un año. El contrato se prorrogó, sin explicaciones, por cinco años más a finales del 2015. Carece de póliza, no se justifica el servicio y, lo más curioso, no había que pagarles a ellos, sino a IAC Gestión Administrativa. El presidente calcula que es para algún tipo de torcido. Él no utiliza esa palabra, yo la uso para facilitar la comprensión y ganar tiempo.

Otro, Heon Healt on line S.A S.A.S. —y le advierto, señor ministro, que todo esto viene sucediendo en esta administración—, que no contaba con habilitación para hacer lo que estaba haciendo. No la aprobó el comité de riesgos y presenta sobrecostos en la contratación que también escandalizan al doctor Cardona.

Otra, y esta es de las más graves, IAC Jurisalud. Decía el doctor Cardona, son palabras de él, “no existía ni la más mínima ofición jurídica al interior de Cafesalud”. Y por qué no existía. Porque resulta que los señores de Cafesalud contrataron con Jurisalud, leo, “en materia de derecho laboral, civil, comercial, constitucional, jurisdiccional, administrativo, responsabilidad médica, seguridad social y corporativo”. Así reza el contrato. Y agrega con un cierto humor el señor presidente Cardona: “Quedando al parecer al margen de ese contrato solamente la asesoría tributaria”. Pero además entra él en detalle a explicar las cuentas de estos tipos de Jurisalud y, en todos los casos, “Las cifras son inciertas”. Y estamos hablando de números grandísimos, de tutelas, de fracasos en las tutelas, de contestaciones por fuera de los términos, de desgreño total. O sea, Cafesalud no reconoce que las cifras que dan estos personajes de Jurisalud puedan ser aceptables.

Y al final pasa algo también como increíble. Cuando en mayo de 2016, con la nueva presidencia, estaban viendo en Cafesalud qué iban a hacer, se les aparecieron allá los de Jurisalud y terminaron unilateralmente el contrato sin ningún preaviso. Y en el mismo momento se apareció también un señor llamado Gustavo Rumbo Montaña y le ofreció a Cafesalud que ellos continuarían el contrato con una firma nueva que se llamaría IAC Jurisalud SAS. La noticia salió incluso en la prensa.

A pesar de que estos personajes de Jurisalud tuvieron diez años toda la contratación de Cafesalud, ¿por qué hay contratos vigentes en este momento por 2.105 millones de pesos, nada menos que con el doctor Enrique Vargas Lleras? Estamos esperando que alguna explicación nos den al respecto, porque no deja de ser bien curioso que ese contrato o esos contratos estén allí.

¿Qué dijo la Corte Constitucional hace días sobre el sistema de salud? Lo voy a leer, porque si no es leído, uno no es capaz de transmitir entero el pensamiento de la Corte: “Esta Corte evidencia que el alto grado de corrupción, la prevalencia absurda de intereses particulares, la debilidad manifiesta en el control estatal, el inadecuado manejo administrativo por ineficiencia son algunas de las causas generales que afectan los recursos de salud. Así mismo, el cobro de comisiones para levantar las glosas, la presentación de cuentas a nombre de personas inexistentes, la falta de una base de datos unificada, el aumento doloso en los valores de los medicamentos y procedimientos que no estén señalados en el POS, los recobros de insumos y medicinas que nunca fueron utilizados o entregados a los pacientes, el pago de servicios no incluidos en el POS”, y sigue. Una cueva de Rolando. Y vamos a ver qué sucede, porque el Estado colombiano no ha movido un dedo en serio para impedir que la corrupción se enseñoree. Y esta es la parte principal de la denuncia que estoy haciendo. El fiscal Perdomo pone a los de Saludcoop como una especie de víctimas, pobrecitos, víctimas de esos malos abogados que no interpretan bien los incisos o no sé que otras baratijas.

Las causas

Entro a un punto clave en este debate, y con un cierto sentido propositivo: demostrar las causas del fenómeno, porque el problema no es quedarnos solo en los dolores que recibimos del sistema de salud, sino en escudriñar cuáles son sus causas, las causas profundas que van más allá de las personas, porque claro que hay manzanas podridas, pero el problema es ver si el sistema está montado para que las gruesas de manzanas podridas hagan de las suyas.

El problema empieza con la Ley 100 de 1993, que institucionaliza dos errores extremadamente graves. Es una ley del tiempo de César Gaviria y cuyo senador ponente fue el doctor Álvaro Uribe Vélez. Primer error, convierte la administración de los recursos de la salud en el negocio de las EPS, creando un riesgo moral insoportable, que dirían los banqueros, doctor Gaviria, usted que ha sido banquero. ¿En qué consiste? En que la EPS gana más plata mientras menos gaste de la plata del sistema de salud. Cuando una EPS le niega a alguien una cirugía, un medicamento, un especialista, de inmediato le suena la caja registradora, como dirían los viejos comerciantes. Porque en la medida en que disminuyan sus gastos, aumentan sus ganancias. La ley fue diseñada además para que la ganancia de la EPS saliera de la plata de la Unidad de Pago por Capitación, UPC. Fue un error garrafal. Pero es un debate viejo que no voy a repetir.

Me voy a detener en un aspecto si se quiere más grave. Y es que metidos por la ley en la lógica de que todo debe ser privatizado y que las EPS, como las reinas del sistema, deben hacer ganancias porque son las que pagan y las que definen qué va o no a un médico y qué IPS se quiebra y cuál no, lo menos que se habría requerido era haberle montado un esquema de vigilancia y auditoría supremamente riguroso para impedir que pasara lo que está pasado. Era lo mínimo.

Y aquí permítanme una digresión que guarda relación con temas muy profundos. Poner al Estado a contratar con los recursos públicos como si fuera empresa privada es una atrocidad, porque las lógicas de los negocios privados son completamente distintas a las de los públicos. Si usted es su propio gerente, a la fija no se deja robar un peso, porque es su plata la que se están robando y usted no va a corromperse contra sí mismo. Y si es una empresa privada grande y con administración contratada, el dueño se dedica a impedir a toda costa que el gerente lo robe. Es en buena medida la sabiduría de la administración privada. No estoy diciendo que cada gerente sea un ladrón, pero así funcionan las cosas.

¿Qué sucede en la administración pública? Que los riegos son mayores, porque el gerente, por definición, no es el propietario. Luego al gerente le puede resultar buen negocio defraudar el erario, porque finalmente no es la plata de él la que se está perdiendo. Son dos filosofías completamente distintas y desde el primer semestre se les enseña a los estudiantes de derecho a apreciar diferencias tan notorias como esta: si usted está en el sector privado, la ley le permite hacer todo lo que no le esté prohibido, pero si usted es funcionario público, la norma solo lo faculta para hacer lo que le esté expresamente autorizado. Pero todo lo público lo viene desmontando la privatización y probablemente una de las peores cosas es meter al Estado en la lógica de la empresa privada.

Se desprenden de ahí los hechos más inauditos. Ese robo horroroso de Reficar ¿cómo se explica? Le impusieron al Estado un contrato de costos reembolsables, precisamente el que más fraudes permite, sin interventoría y en inglés. Colombia no sabía lo que decía el contrato y pasó lo que tenía que pasar. Cuando investigamos el fraude en mi oficina, yo pregunté, asombrado: ¿cómo es posible que los recursos públicos se pusieran en riesgo con semejante irresponsabilidad? Me explicaron, es que todo se organizó para que se contratara con las normas privadas, en que puede no haber interventoría y redactarse el texto en noruego o en chino, porque finalmente el privado verá si despilfarra su plata o qué hace con ella.

La Ley 100, la madre de todos estos horrores

Entonces miren ustedes los defectos escandalosos de la Ley 100. En mi oficina nos tomamos el trabajo de estudiar qué pasó con los cerrojos que ha debido tomar esa ley para impedir que las corruptelas se den. No los hubo. Primero, porque la ley determinó que la UPC, es decir, lo que se les paga a las EPS, se fijaría solo con la información de las mismas EPS. Pero además, no definió qué eran los costos de administración y dejó abierto un boquete enorme para sacar de todo por ahí. Algo de estas anomalías se corrigió después en parte. Pero me estoy limitando a exponer lo que dice el texto. La Ley 100 no definió de qué parte de la plata salía la ganancia ni fijó tampoco el porcentaje. No creó un sistema de auditoría pública, se sometió a aceptar lo que al Estado le dijeran las EPS y no les ordenó a las autoridades acopiar datos propios diferentes a los de las EPS. La única auditoría del sistema la ejerce el revisor fiscal de cada EPS y todos sabemos que en los actos de corrupción, el primer socio es el revisor fiscal, no hay que ser un genio para descubrirlo. La ley no prohibió la integración vertical, otra fuente inmensa de corrupción. No les exigió a las EPS contratar ni siquiera una porción de sus recursos con la red pública, aunque algo de eso apareció tiempo después. No les prohibió comprar activos fijos con la plata de la salud. No les limitó el objeto social. Porque si ustedes miran las empresas de servicios públicos, todas tienen limitado su objeto social.

Cuál fue la gran teoría que se inventaron. Que la autorregulación y la vigilancia de unas EPS sobre otras iban a impedir que algo malo pasara. Aquí un día un ministro de Salud, Mauricio Santamaría, nos metió el cuento de que en el mundo de la libre competencia unos se vigilan a otros, y se alguien hace algo indebido, la gente se va para donde el que sí hace las cosas bien. Y este es entonces el reino de la felicidad y de las mil maravillas, porque el mercado se encarga de cuidarlo todo. Ni en el paraíso terrenal es todo tan perfecto. Pero así nos la pusieron. Miren cómo me lo explicó el ministro Santamaría en el debate que hice en el 2011, y lo cito textualmente porque cobra toda la vigencia: “De acuerdo con lo normado debe concluirse que el Estado no regula los costos de los servicios o venta de bienes y servicios que las empresas les hacen a las EPS, pues los precios son el resultado de la libre competencia que tienen su propio marco regulatorio. La regulación comercial se deja a las reglas del derecho privado”. Le pregunté, ministro, cómo controvierten ustedes las informaciones provenientes de las EPS. Y él me respondió: “Las cifras son cotejadas con las declaraciones de gasto que remite el representante legal de cada EPS y los estados financieros que son reportados a la Super Salud, los cuales están respaldados por la firma del revisor fiscal de la EPS, que se convierte en persona auxiliar de la supervisión y veracidad de la información que se remite”. ¡Háganme el favor, y en Colombia! “El ministro de la Protección ha resaltado la importancia de la colaboración de las EPS para que suministren la mejor información con el fin de establecer si las primas pagadas con el sistema son suficientes para financiar los planes económicos”.

Sigo leyendo textualmente: “En medicamentos, el principio general que existe es la libertad de precios”. Otro: “La base de datos del Ministerio se construye a partir de la información de gasto en salud que envían las EPS. Es pertinente aclarar que cada EPS tiene sus bases de datos y sus sistemas de información particular”. Es como increíble, porque ni siquiera sobre ellos han informado las EPS. Y la Superintendencia habla de unas tales mallas validadores que se inventaron y que presentan como el gran control, pero no sirven para nada. Son unas mallas que no cogen ni ballenas. En resumen, estos tipos hacen con la plata de la salud lo que se les da la gana.

¿Cómo es la falacia esa de la supervisión de Supersalud? Voy a dar los datos actuales, aunque siempre ha sido igual. El presupuesto de la Supersalud, la entidad que supuestamente debe vigilarlo todo, es absolutamente ridículo. Tiene que vigilar a 40.882 empresas y con apenas 94 funcionarios. ¿Saben ustedes cuánto es el gasto en auditoría como porcentaje de la UPC, que es al final la masa total de recursos? Un irrisorio 0,025 por ciento. Les pregunto a quienes están metidos en el medio: usted aceptaría que su plata del negocio de la salud, un negocio complejo y con mil trámites, lo único que se gastara en auditoría para que no le robaran la plata fuera el 0,025 por ciento? Inaudito, pero es la realidad que tenemos en la estadística de hoy.

Ahora, aquí estamos hablando de que las tentaciones son muy grandes. La plata de la UPC, sumado todo, es del orden de 39 billones de pesos al año. El que se logre robar el 10 por ciento, se embolsilla nada menos que 3,9 billones de pesos. Si se embolsilla el 5 por ciento, se gana 1,85 billones de pesos. Les hago entonces una pregunta al Congreso y a Colombia: ¿no es mejor gastarse una suma importante de los recursos de la UPC para impedir que se roben la plata? El ministro Gaviria se alborota a cada instante que porque le parece el colmo que las tutelas le saquen un dinero al sistema y ha escrito artículos y gasta tiempo fraguando teorías que no resisten un análisis. ¿Qué alega para atacar la tutela? Que hay que preocuparse por los recursos de la salud. Pero esa misma preocupación no se la vemos por ninguna parte en el caso de las EPS.

El primer debate que hice grande fue en el 2011 y el doctor Santos, la víspera, montó un sainete descomunal con procuradurías, contralorías, fiscalías y todo, a decir que ahora sí, que se agarren los de la corrupción. Dijo: “Esto es una defraudación no de miles de millones de pesos, sino de billones. Seremos implacables, escogimos el sector salud, porque sabíamos que había incrustada una verdadera mafia que se estaba robando los recursos de la salud”. Y a estas alturas ¿cuál ha sido la actitud del presidente Santos? Este gobierno intentó echar atrás la sanción de los 600 mil millones de pesos del supersalud anterior, Conrado Gómez. Ese mismo supersalud señaló que era posible coger la plata de la UPC y gastársela en activos fijos.

¿Y el ministro Santamaría qué hizo? Cuando los técnicos le dijeron que los incrementos de la UPC debían ser en el contributivo del 1,91 por ciento y en el subsidiado del 1,07%, al estallar el escándalo de los precios de los medicamentos, el ministro los subió 4,25 y 4,20 por ciento, respectivamente. Se sigue manteniendo un sistema diseñado para ángeles, el que acabo de describir. La Corte Constitucional le ordenó al ministro Gaviria tomar cartas en el asunto, por ejemplo, en el tema de los costos de administración y en el cálculo de la UPC, y muy poco se ha hecho. Seguimos además sin auditoría seria. Y para colmo se le dio el pase a la integración vertical, la fuente de todo tipo de problemas.

Se pierden 1,7 billones y no es noticia

Y ojo, lo denuncié también aquí en un debate en la Plenaria y lo demostré minuciosamente con cifras: los interventores del gobierno en Saludcoop siguieron actuando como Palacino. Los interventores de Saludcoop demandaron para que los jueces tumbaran la sanción de los 1,4 billones interpuesta por la Contraloría General de la República. Y les doy esta noticia. Ya están perdidos esos 1,4 billones de pesos, más los 300 mil millones de pesos en intereses, o sea, 1,7 billones de pesos. Es más, por ahí tiré un twitter hace días que decía: “Por qué será que en Colombia no es noticia que se pierdan 1,4 billones”.

Miren ustedes cómo se perdieron y aquí hay una responsabilidad grave de este Congreso. La Contraloría General de la República le dice en forma perentoria al liquidador: usted no me puede meter esa plata en la masa liquidatoria, porque si usted la mete ahí, se puede embolatar. Es lo que manda una Sentencia del Consejo de Estado y también las resoluciones de Supersalud. Sin embargo, el liquidador les saca el cuerpo y aduce que no son recursos parafiscales, precisamente para justificar meterla en la masa liquidatoria. Y al entrar en la masa liquidatoria, empieza la discusión. Como la plata no alcanza para pagar todas las acreencias, cuáles se pagan de primero. Según la normativa anterior, estaba en el primer nivel, pero aquí se aprobó una ley, la 1797 de ese año, con el respaldo de la Unidad Nacional y el Centro Democrático —se pusieron ambos de acuerdo—, que modificó la manera cómo se organizaban las acreencias en el caso del sistema de salud para que se pudiera hacer lo que se hizo.

Qué terminó sucediendo. Que como la metieron a la masa liquidatoria, la plata ya se perdió. La ley anterior establecía que había que tenerla en primer puesto, pero ¿saben de qué quedó con la nueva ley? De quinta categoría, ese engendro al que se llama deuda quirografaria, es decir, la que nunca se va a pagar. Porque si una empresa paga el quinto nivel de acreencias, es porque no está quebrada. Y esta, como se sabe, sí estaba quebrada. Fue una decisión tomada por este Congreso y que yo rechazo.

Entonces la plata se perdió. Se perdieron los 1,4 billones de pesos. Me imagino que algo se van a inventar ahora para justificarlo. Pero lo cierto es que los 1,4 billones de pesos se perdieron.

Y me parece un precedente extremadamente grave, porque abre el camino para todo tipo de situaciones irregulares. Aquí seguimos teniendo una normativa que facilita todo tipo de anomalías. Algún día, si es que no lo cambiamos antes, se va a aburrir el país de oír tanta denuncia y los debates van a desaparecer. Y sucederá que las EPS van a hacer lo que se les dé la gana en Colombia sin ningún tipo de control, que es finalmente a lo que le están apuntando.

La tesis de Montealegre y Perdomo

¿De dónde sale la teoría del fiscal Perdomo? Es de suponer, aunque no tenga la certeza, que la toma del doctor Eduardo Montealegre, quien asesoró a Saludcoop con contratos multimillonarios que hizo en el 2004, indicándole cómo podía trasladar los recursos de la salud a su propio patrimonio como EPS. No tengo tiempo para detallarlo, pero entre los hechos más inauditos está la tesis levantada por el doctor Montealegre, y por supuesto, acogida por Carlos Palacino, de que se deben hacer análisis mensuales para saber en los recursos de la salud qué es ganancia y qué no es ganancia. O sea, que el estado de pérdidas y ganancias no se debe hacer anual, sino mensual. Y entonces, claro, la teoría le dio a Saludcoop con qué apropiarse 600 mil millones de pesos, los primeros que se metió al bolsillo.

Pero esta teoría del doctor Montealegre, que es absurda, no se la aceptó el superintendente de Salud que lo sancionó, uno distinto al doctor Conrado Gómez, no se la aceptó el Tribunal Superior de Cundinamarca y no se la aceptó el Consejo de Estado. Y era obvio que no se la podían aceptar, porque era un truco de contabilidad, cada vez más usual en el mundo, un truco mediante el cual usted mueve los números de un sitio a otro para poder hacer lo que se le dé la gana. ¡En qué tipo de mundo estamos!

¿Por qué se llega a esta situación tan anormal y por qué, aun así, la Fiscalía anda hoy sacándole a Saludcoop las castañas del fuego? Porque el doctor Eduardo Montealegre, antes de ser nombrado fiscal de la nación, había sido gran contratista de Saludcoop, como lo denuncié desde este mismo estrado y protesté. Dije, cómo es posible que el santismo, entre los miles de abogados que tiene entre sus filas, solo pueda poner de fiscal preciso al beneficiario de contratos con Saludcoop por 5 mil millones de pesos, o, para ser más precisos, por 4.953 millones de pesos. Y sucedió lo que era previsible. Que en los cuatro años de reinado de Montealegre en la Fiscalía, estos procesos no se movieron para nada. Él se declaró impedido y le pasó el caso a su vicefiscal, que solo podía pensar como pensaba él. Imagínense si podía pensar distinto. Y hoy estamos entonces en el punto en que se terminaron embolatando los recursos y, además, con los procesos perdidos.

¿Qué irá a hacer el doctor Néstor Humberto Martínez? No lo sé. Él es de esos abogados a quienes aquí se llama sofisticados, abogados capaces de decir cualquier cosa, la que sea. Nos tocará esperar. Pero lo cierto es que la plata ya se perdió y, conociendo al presidente Santos, me temo que le vayan a terminar dando la Cruz de Boyacá a todos estos personajes involucrados.

Acuso al presidente Juan Manuel Santos y a todos sus ministros de no haber asumido una actitud enhiesta desde el año 2011, cuando las denuncias quedaron claras, a fin de impedir que estas anomalías siguieran sucediendo. La normativa sigue siendo básicamente la misma disparatada con que se aprobó la Ley 100. Y todo puede seguir pasando, porque está montado con la lógica del negocio privado. Campean en el sector de la salud unos administradores de recursos públicos a quienes nadie vigila. Inaudito. Cómo es posible que una sociedad funcione así.

La razón de fondo, este es un gobierno muy tomado por las EPS. Las EPS no solo detentan una enorme influencia en el Congreso, como todos sabemos, sino más grave aún, tienen a mi juicio un gran poder sobre el Ejecutivo. Las EPS son los verdaderos ministros de Salud en Colombia. Veamos algunos casos.

El supersalud Conrado Gómez, tantas veces mencionado, era accionista de una EPS y a la vez hermano del presidente de Afrido, la organización de las trasnacionales de los medicamentos, con un peso específico en el negocio de la salud.

El supersalud Gustavo Morales Cobo, difícil encontrar uno peor, fue vicepresidente de Fasecolda, la agremiación de las compañías de seguros. Hoy es el presidente de Afidro.

El doctor Juan Carlos Echeverri, ex ministro de Hacienda, fue un importante contratista a quien se encargó darle la línea a Saludcoop de cómo defender sus intereses. Y entre las asesorías, se inventó una para defender la integración vertical de esa EPS.

La esposa del también ex ministro Sergio Díaz-Granados fue importante funcionaria de Saludcoop y después contratista de una empresa ya mencionada aquí, AIC Jurisalud. Su misión, “alertar al grupo Saludcoop sobre posibles puntos del articulado o de las leyes que puedan afectar de una u otra manera la empresa”.

Recusé al doctor Alejandro Gaviria por venir de la junta directiva del Banco de Colombia, del Grupo Empresarial Antioqueño y de SURA EPS. No han debido nombrarlo ministro, lo he dicho muchas veces y me aburre decirlo, pero me toca. Y lo recusé también porque su señora esposa era en ese momento nada menos que vicepresidenta ejecutiva de Fasecolda, la organización de las compañías de seguros, que es lo que son las EPS.

Y el caso probablemente más escandaloso es el del doctor Enrique Vargas Lleras, hay que decirlo. El doctor Roy Barreras, tan ilustrado sobre estos asuntos, sostiene que en Colombia, “el señor Enrique Vargas Lleras es el hombre más poderoso del sector de la Salud”, y lo estoy citando textualmente, doctor Roy Barreras. Y si se mira bien, es así. Él fue de la junta directiva de Cafesalud Prepagada, que era parte del grupo Saludcoop. Fue abogado de Carlos Palacino en el escándalo bochornoso del cartel de las EPS. Su bufete de abogados tiene contratos con Saludcoop, reconocidos por él mismo, por 3.400 millones de pesos. Tiene contratos con Cafesalud por 2.105 millones de pesos. Es el presidente de la junta directiva de la Nueva EPS. Y como si le faltara músculo, es nada menos que el hermano del vicepresidente de la República.

Por todo lo explicado, concluyo que sufrimos el peor sistema de salud que se pueda diseñar, por su concepción privatizadora y por los detalles con los que se montó y que se mantienen. Y padecemos un monstruo financiero muy poderoso con enorme influencia sobre el gobierno nacional, el Congreso y los Ministerios. Y si ese tipo de matrimonio vitando no se logra modificar, y si no aparece una normativa realista, no para ángeles sino para el país en el que estamos, que sea capaz de entender las contradicciones entre el sector público y el privado, aquí no se va a poder resolver nada. Y al final, seguramente por cansancio, si antes no cambiamos este país, la gente va a terminar sometiéndose y aceptando que la vida es así y a ver cuánto me toca de este desastre. Es en cierto sentido lo que están promoviendo.

La situación es extremadamente grave para el sistema de salud y si no se modifica el régimen actual, tiempos todavía peores nos van a llegar, porque estamos ante un fracaso rotundo del sistema y ante unas mayorías gobernantes que se empecinan, contra toda evidencia, en aducir que vivimos en el país de las maravillas y que todo se podrá cambiar, todo, y se podrá morir hasta el último colombiano, menos perturbarles el reinado a las EPS, el verdadero Ministerio de la Salud en Colombia.

Astuto, minsalud Gaviria evade el debate de corrupción (Réplica)

Una intervención muy breve. Es la tercera o cuarta vez que me pasa con el doctor Gaviria, siempre con la misma astucia. En estos debates es imposible hablar de todo y yo empecé mi debate aclarando que hay muchas cosas que no iba a mencionar. Entonces siempre nos pasa igual con el doctor Gaviria. Habla uno de la letra A y B y C, y él se pone furioso porque no le hablo de otras cosas y lo sindica a uno de indeseable por no haberle echado flores a su administración. La próxima me indica, doctor Gaviria, de qué hay que hablar, y me pasa el listado de las flores que hay que echarle a sus supuestas genialidades.

Usted volvió a guardar silencio por tercera vez sobre un hecho muy grave: que sus interventores en Saludcoop se siguieron robando la plata de la salud, cerca de 700 mil millones de pesos, de la misma manera que cuando estaba Palacino de jefe de Saludcoop. Siguieron haciendo la misma operación, cogiendo la plata de la UPC y pasándola al patrimonio de la EPS. Y eso a usted le parece un cargo menor. Claro, de eso usted no puede hablar porque en su delicadeza cómo se va a referir a ese tipo de cosas.

Los que me oyeron con atención entenderán que el eje de mi debate fue señalar que aquí hay una concepción que facilita la corrupción. Y el doctor Gaviria lleva varios años ahí y no ha tocado esa concepción y no la toca porque es un hombre de las EPS. Y por eso lo señalé a usted y a su señora esposa, porque son parte del sistema financiero de este país y ustedes cualquier cosa harán, y lo dije también en el debate, menos tocar a las EPS. Entonces usted sí puede recetar unos pañitos de agua tibia, pero no se atreve a ponerle el cascabel al gato. Y el gato aquí se llama EPS.

No siga con esa astucia, que ya lo tenemos cogido, doctor Gaviria. No. Aquí los debates se hacen para que el ministro hable de lo que habla el citante. Qué tal. Ya nos ha pasado con otros ministros de este gobierno. Uno habla de la letra A y ellos le citan el resto del abecedario, menos la letra A. Y yo le hice unas cuantas denuncias. Es de extrema gravedad, doctor Gaviria, que usted le haya aceptado al liquidador de Saludcoop haber afirmado que la plata que se robaron los de Saludcoop no eran recursos parafiscales. Esa es la tronera de cómo se roban aquí la plata, la confusión que han montado entre los recursos de la salud y los recursos privados.

Tal vez se me pasó mencionar que usted, en un proyecto de ley que se le hundió, metió un artículo buscando estipular que los recursos públicos de la salud se volvían privados con solo tocarlos las EPS. Les llamo la atención a los senadores para que no se dejen enredar. El señor ministro no se refirió a los cargos que yo le hice en el debate. En general los evadió y se puso a hablar de otras cosas, que tienen su importancia y el día que quiera las debatimos, pero que no se refieren al tema del debate citado para hoy. Y usted sabía de qué se trataba el debate. Le parece de menor cuantía que se pierdan 1,4 billones de pesos. Bueno, y él dice que al final daba lo mismo. No. No daba lo mismo, porque en uno violaron la ley y en el otro no se debía violar. Si daba lo mismo, ¿para qué primero violaron la ley y después la acomodaron para poder hacer lo que quisieran?

Sobre cómo Robledo desnudó las falacias del minsalud Gaviria (Réplica)

La segunda itervención del señor ministro, por demás irreglamentaria, señor presidente: nos repite la dosis de la primera intervención en la que no habla de los temas del debate, sino de lo que se le antoja. Se echa su autopropaganda. Pero además se pone bravo porque uno no le aplaude una especie de figura que a él le gusta hacer y que nos la ha hecho otras veces, y es que primero se pone la medallita y después le pide al público que se la aplauda.

Una actitud que entraña en buena medida un irrespeto al Congreso, señor ministro, porque estos son debates de control político. Aquí no lo citamos a que usted nos rinda un informe de sus genialidades, sino a controvertirle sus políticas y a que usted las defienda ante el país. Y por supuesto, es en los términos en que cada uno de nosotros según su leal saber y entender comprende las distintas problemáticas. Los congresistas no somos subalternos del Ejecutivo, aun cuando ustedes detenten el pote de la mermelada. Es una distorsión inmensa que hay en Colombia. Que los ministros mandan a callar y gritan y maltratan a los congresistas porque se sienten superiores. No. Cero superioridad, así el Ejecutivo tenga en sus manos el pote de la mermelada.

Usted montó un cuento para confundir acusándome de traer un refrito, como si fuera un crimen. Un refrito, lo aclaro para quienes no lo saben, es repetir ciertas cosas. En muchísimas ocasiones hay que repetir, porque la repetición en pedagogía es muy importante. Y hay que hacerlo sobre todo con los malos gobiernos, decirles y decirles y decirles que están haciendo las cosas mal.

Segundo, es falso que todo lo que dije fueran repeticiones. No. Hice muchas y gravísimas denuncias que usted evadió. Paso entonces a comentar las unas y las otras.

Como lo acaba de aseverar el senador Jorge Iván Ospina, el lío de Saludcoop en Cafesalud le estalló en sus narices, ministro, un completo desastre. Empecé mi debate mencionándolo y es un hecho nuevo, de las últimas semanas. Lo que usted se propuso con la decisión de pasar Saludcoop a Cafesalud le está fracasando estruendosamente. Está estallándole el sistema en las narices. Cafesalud está perdiendo 56 mil millones de pesos al mes, según las cifras que me da el propio presidente de Cafesalud. Las pérdidas patrimoniales son descomunales. Se le está hundiendo el entable, ministro. Y es un fracaso suyo que yo nunca había mencionado antes, porque es reciente.

Hice un análisis cuidadoso de la Ley 100 y de las normas que la acompañaron, un análisis que nunca se había hecho en el Congreso, estoy seguro, para mostrar los gravísimos vacíos que ha dejado esa normativa. Usted puede no estar de acuerdo, ministro, pero eso yo nunca lo había hecho en el Congreso y creo que nadie lo había dicho antes. Y con un fondo inmenso, porque la mata de la corrupción de este sistema de salud hunde sus raíces en un sistema montado como para ángeles y resulta que aquí no hay ángeles. Aquí les han dado la administración de los recursos públicos a unos privados a quienes no hay Estado que los vigile ni guardia que los ronde ni control que funcione ni nada, de eso es de lo que se trata el asunto. Nunca lo había dicho y, claro, a usted le irrita, porque por supuesto usted abriga una visión distinta y le encanta que aquí sigan con el cuento de que unas EPS cuidan a las otras, porque estamos en la libre empresa y no sé que más falacias de ese tipo.

Repetí una denuncia y se la voy a repetir una vez más. El artículo 23 de la Ley 1438 le ordenó a usted aclarar cómo es lo de los fondos de la administración de las EPS y a usted no se le ha antojado hacerlo. Los que entendemos de esto sabemos que buena parte de la corrupción tiene que ver con un enredo que se ha montado, de dónde sale la ganancia y cuántos son los recursos de la administración. Y a usted le dieron orden de aclararlo y no se le ha antojado.

Y no solo eso, sino que usted le toleró hace año y medio al superintendente Gustavo Morales que me mintiera en un debate en la Cámara de Representantes y me dijera que los 700 mil millones de pesos que los interventores de Saludcoop siguieron gastándose como si fueran “palacinos”, que dizque se habían pagado con la plata de la administración, cuando era matemáticamente imposible que eso sucediera. Aquí me acaba de escribir alguien pidiéndome meterle una acción de cumplimiento al ministro Alejandro Gaviria a ver si cumple con la Constitución y la ley que juró cumplir y con las órdenes de la Corte Constitucional. Sí, un refrito, dirá usted. Pero es mi oficio repetir las verdades hasta que por fin se reconozcan.

Tampoco fue una repetición lo que revelé sobre la corrupción de Cafesalud. Quién lo había dicho antes en Colombia si la información la dio el presidente de Cafesalud la semana pasada. Aquí nadie sabía esos detalles que él dio. Que esa corrupción se haya dado bajo su Ministerio, señor ministro Alejandro Gaviria, a usted no lo perturbó en lo más mínimo, tanto que no se refirió a ella para nada.

El caso de Grosso, ese sí que clama al cielo. No pudo decir aquí el ministro de qué partido era Grosso. Pero sí sirvió para que alguien me mandara el siguiente mensaje, que me permito leer: dígale al doctor Gaviria que el doctor Grossso era nada menos que el hermano de Martha Grosso, brazo derecho del doctor Palacino. O sea que cuando nombraron a Grosso, le nombraron a Palacino un interventor de su círculo íntimo. Es lo que se comenta en el mundo de la salud. O por lo menos la coincidencia es manifiesta. Y sobre un hecho tan grave tampoco hace usted ningún tipo de referencia.

Yo dije algo que nadie había dicho en Colombia. Lo dije en la calle y ahora aquí. Denuncié que el señor fiscal Perdomo, según él lo declaró, no había encontrado señas de corrupción en Saludcoop y, además, que lo perdido en relación con la denuncia de la Contraloría de 1,4 billones de pesos no era esa suma, sino apenas el 6 por ciento. Estos temas de la salud, explicó en seguida Perdomo, son muy enredados y hay mucha controversia. Claro, ahí mismo cité por eso a este debate, porque, mientras pueda, no voy a tolerar que este tipo de afirmaciones se digan impunemente. Y fue por eso que le repetí la historia de la corrupción en Saludcoop, que a usted no le gusta oír, para mostrar la gravedad de lo dicho por el señor fiscal Perdomo, heredando las tesis del fiscal puesto por el doctor Santos, el doctor Montealegre. Saludcoop es el eje de cómo es que se defrauda al sector público en Colombia. Y no le oí su protesta ni ahora ni antes en relación con esa intervención del doctor Perdomo. Parte de su deber, señor ministro, radica en erigirse con dignidad en guardián de los recursos de la salud, no en atacar las tutelas interpuestas por los pobres de Colombia.

Y también hice una afirmación nunca oída antes en este Congreso y que parece no ser noticia. Y es que los 1,4 billones de pesos de la salud ya se perdieron. Usted ha logrado que los medios de comunicación tapen el hecho, señor ministro Gaviria. Resulta evidente que aquí hay un gran poder impidiendo que los colombianos sepan que esa plata se perdió. Y se perdió, qué vamos a hacer, hice mis mejores esfuerzos para que no pasara. La Contraloría General de la República llegó a esa conclusión por una denuncia que hicimos Daniel Coronell y yo. La plata se perdió y nadie lo sabía. Bueno, yo lo destapé aquí y usted se puso bravo. No, más bien debería haber lamentado que la plata de la salud se hubiera perdido de esa manera tan vil.

Y usted intentó armar un enredo en relación con la decisión y cómo fue que se perdió la plata, para intentar concluir que usted era un gran amigo de las IPS y como sugiriendo que yo no lo era. Háganme el favor. El hincha de las EPS, el ministro de las EPS, dizque quiere mucho a las IPS. Nadie que conozca de salud se va a comer ese cuento, porque todos sabemos que las IPS en Colombia, públicas y privadas, son ferozmente maltratadas por las EPS y por las normas que usted impone, señor ministro.

Pero además el punto del debate es que usted terminó por fin aclarando la cosa. Afirmó que en todo caso la plata terminó llegando. Y ahí podemos ponernos de acuerdo, o sea, que la primera cierta acusación que intentó hacer la tuvo que recoger, porque usted sabe que no era así. Y aquí tenemos un debate de fondo, porque usted está hablando sobre el fin y yo estoy hablando sobre el principio. La decisión que ustedes tomaron es inconstitucional e ilegal y aquí hay que respetar las leyes. Ese cuentico de que la conveniencia me permite pasarme por encima de la ley es inaceptable en cualquier país que respete mínimamente el ordenamiento jurídico.

Y ojo con esto. Para hacer lo que hicieron, que es ilegal, tuvieron que poner a su liquidador de Saludcoop a decir que los recursos esos que ordenó devolver la Contraloría no eran parafiscales, un sofisma de una gravedad inaudita. ¿Cómo se roban el grueso de la plata que se pierde en salud? Sencillo. Con el truco de hacer creer que los recursos parafiscales no son parafiscales. ¿Para qué? Para poder embolsillárselos como si fueran recursos privados. Lo sabe cualquiera que haya estado en el sector de la salud. Entonces no me diga que son iguales.

Al ministro le molesta que yo mencione unos nombres, incluido el de él, y, la verdad, no crea que me alegra. Solo lo hago porque tiene su sentido y es que estamos mamados de la puerta giratoria de los que van de los negocios privados a los públicos y de los públicos a los privados. Cuando uno los menciona con nombre propio, algunos de ellos se delican, como dicen hoy los muchachos. En resumen, no me gusta que el ministro tenga las relaciones familiares que tiene, ni me gusta cómo llega al Ministerio ni me gusta que Morales vaya y venga de los negocios públicos a los privados ni me gustan las demás denuncias que presenté.

¿Por qué? Porque aquí hay un problema de intereses creados. Quien viene de representar de alguna manera los intereses de las EPS y entra al gobierno sigue a mi juicio representando los intereses de las EPS. Y sale del gobierno a seguir haciéndolo. Por eso es que los menciono, es la única razón, para que los colombianos vean cuáles son las realidades y no crean que los debates son por allá en la nubes. No, hay intereses concretos y cuantiosos en juego.

En resumen, no retiro una sola palabra de lo dicho y lamento que nuevamente el doctor Alejandro Gaviria evada lo que denuncié aquí y lo que denunció el doctor Jorge Iván Ospina. Fueron denuncias con todas las sustentaciones del caso a las que usted les sacó el cuerpo y además exigiéndonos que le aplaudiéramos las medallitas que usted mismo se colgó al pecho.