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EL MINISTRO ARIAS NO REFUTÓ LAS ACUSACIONES

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Polo denunciará a Santos por traición a la patria

Intervención del senador Jorge Enrique Robledo, en las conclusiones del debate sobre el predio Carimagua, plenaria del Senado, 25 de marzo de 2008

Si es tan legal lo que hizo, ¿por qué Arias no sigue con el negocio? Uno de los posibles favorecidos es tío del ministro de Hacienda. Un capitalismo de roscas y favoritismos. El ministro le sacó el cuerpo al concepto sobre la ilegalidad de la licitación dado por la Procuraduría. El modelo malayo que el ministro ve como ejemplar lo encabeza un rey en un Estado corrupto. Al país le conviene un modelo dual de desarrollo agrario, con empresarios y campesinos respaldados por el Estado.

Después de haber oído con toda atención el ministro de Agricultura y por un tiempo bastante largo hace una semana y de contrastar lo que dijo el doctor Arias con lo que dijimos la senadora Cecilia López y yo, no me queda otra posibilidad que ratificarme en todas las aseveraciones que hice en ese debate. Porque el doctor Arias fue incapaz de refutar las argumentaciones mediante las cuales condenamos su proceder en el caso Carimagua. El ministro no solo no refuta nada, sino que intenta escaparse de las graves acusaciones que le hicimos recurriendo a dos astucias que uno tiene que repudiar. La primera, hacer afirmaciones francamente falsas, como lo acaba de demostrar con detalle la senadora Cecilia López y como lo mencionamos la semana pasada. El ministro Arias falta a la verdad de manera sistemática en el debate jugando un juego muy propio de este gobierno. Ellos calculan que los colombianos informados pueden ascender a un porcentaje de 10 ó 20 ó 30 por ciento y que aun cuando ese porcentaje se dé cuenta de las mentiras, el otro 70 ó 80 por ciento no entiende de qué se trata y entonces, ante ellos, el ministro queda como haciendo afirmaciones veraces y nosotros expresando falsedades. Es un análisis elemental de costo-beneficio en el que la mentira paga. Y recurriendo también a silogismos de primero de bachillerato, mediante los cuales, a partir de una afirmación cierta, se saca una conclusión absolutamente falsa y se posa de genio confundiendo a colombianos elementales.

Dentro de esta lógica, señora presidenta y colombianos, me ratifico en la idea de que el ministro Arias debe renunciar por un problema de la pulcritud en el manejo de la función pública. El ministro Arias no debiera ser ministro de Estado, porque su comportamiento en representación de la nación avergüenza a los colombianos de bien. Es un ministro que les quitó 17 mil hectáreas que estaban destinadas a los pobres para entregárselas a alguien seleccionado a dedo por su cartera. Es un ministro que dijo falsedades. Y es un ministro que violó la ley. No lo dice el Partido Liberal, no lo dice el Polo Democrático Alternativo. Lo dice el Procurador General de la Nación. Y les llamo la atención a los senadores y a los colombianos que oyeron el debate. Este es un tema de importancia capital. Hablamos de un ministro que viola la ley, que puede estar incurso en los delitos de prevaricato, de fraude a resolución judicial y de peculado. Esa fue una sindicación que el ministro Arias se saltó a la torera con el cuento de que él era muy transparente. Y como él es muy transparente, según él y sus amigos, entonces no tiene que explicarles a los colombianos si violó o no la ley, en una acusación que le hace en persona el propio Procurador General de la Nación. Y de una vez le disparo esta pregunta al señor ministro: si es tan legal lo que hizo, ¿por qué no sigue con el negocio? Que saque a Carimagua a licitación, que se la entregue a alguno de los amigos del gobierno nacional y que le ponga el pecho a la brisa de las acusaciones de ilegalidad de las que fue objeto en el Senado de la República y que no contestó de manera alguna.

Miremos la historia de la transparencia del ministro Arias. Es que aquí se paran los ministros menos transparentes y se autoadjudican la transparencia como una de sus virtudes y no la demuestran de ninguna manera. Y los colombianos tenemos que aceptar bajo pena de fusilamiento que esos ministros son transparentes. Les llamo la atención a todos ustedes, senadores de la República y colombianos. Cuál es la transparencia de un ministro que convierte en prueba exhibir a un campesino a quien le va mal como campesino, según el mismo se aviene a confesar. Y de ahí el ministro Arias concluye que ser campesino en Colombia es una desgracia, que es mejor ser obrero agrícola y que la idea de entregarles tierras a los campesinos de Colombia es una idea reaccionaria. Cómo es posible, con qué lógica de seriedad o transparencia se pone a un campesino a hacer una afirmación: Pedro Pérez dice una cosa, luego todos los campesinos de Colombia piensan como Pedro Pérez. ¡Que falta de seriedad! Me excusan, estuve en la Academia toda la vida, el doctor Arias ha estado en la Academia y él sabe que esa es una pirueta que si la hubiera hecho en un examen de la universidad, el profesor le habría puesto uno y eso siendo demasiado generoso con él. Pero además, cuando el ministro Arias nos muestra la famosa foto, ni siquiera nos dice por qué ese campesino está empobrecido. ¿No estará empobrecido por las políticas de este gobierno, que aumentaron las importaciones de alimentos en dos millones de toneladas en los últimos tres años? ¿No se irá a empobrecer más en los próximos meses de este gobierno, que va a aumentar las importaciones de maíz, golpeando a los campesinos de Córdoba, en otras seiscientas mil toneladas en el año 2008, si las cosas le funcionan como lo tiene calculado? Son temas que también evade el doctor Arias y que expresan una lógica manipuladora que hay que rechazar de manera enfática.

El ministro Arias tampoco nos dijo por qué la hacienda Carimagua, que estaba destinada a entregársela a mil familias de desplazadas, se la feria a un solo gran empresario, a un hipermegarrecontraultragran empresario. Por qué no se la destinaba, pregunto yo, a 17 grandes empresarios de a mil hectáreas o a 34 de a 500 ó a 170 de a cien hectáreas. Si es que no era para campesinos rasos, por qué no se buscó otros sectores del empresariado y no solo uno para concedérsela. ¿Por qué esa lógica? Ese es un cabezal que el ministro Arias no pudo ni podrá quitarse. Por qué esa lógica de Robin Hood, pero al revés, porque Robin Hood les quitaba a los poderosos en los bosques de Inglaterra para entregarles a los débiles y el ministro Arias les quita a los débiles para entregarles a los poderosos. Con el agravante de que un probable favorecido aparece en círculos muy cercanos al presidente de la República y al propio ministro de Hacienda. El ministro Arias no explica por qué uno de los que pretenden quedarse con esas 17 mil hectáreas es tío del ministro de Hacienda, hace parte de la junta directiva de Acción Social, detenta ya otras 6.500 hectáreas de tierra en ese territorio y decide retirarse de la operación cuando estalla el escándalo. Qué gobierno es este en el que un miembro de la junta directiva de Acción Social, en vez de defender esas 17 mil hectáreas de tierra para entregárselas a los desplazados de Colombia, como es su deber, se hace el loco a ver si en la licitación se las embolsilla a menos precio. Y al respecto el ministro tampoco dice nada en su debate.

Y en vez de salir a denunciar, nos monta el cuento de que las tierras no son útiles. Este fue uno de los pasajes más vergonzosos de la argumentación. Hay pruebas de sobra de que las tierras pueden ser explotadas en proyectos no necesariamente de gran plantación. Aquí leí un documento suscrito por los 22 principales investigadores de la Universidad del Llano, la gente que hizo la investigación en Carimagua, encabezados por el señor rector, y ellos dicen que no es cierto de ninguna manera la idea de que allí solo se puede montar una plantación del orden de once mil seiscientas hectáreas, como lo sostiene el ministro Arias. Y hay estudios del año 1988, según los cuales se puede allí montar en 80 hectáreas una producción de ganado vacuno con cincuenta reses y una rentabilidad adecuada sin hacerles grandes cambios a los suelos. Además pensemos en esto, senadores y colombianos: las fincas que están en vecindades de Carimagua no todas son haciendas del orden de 17 mil hectáreas, sino fundos de extensiones menores que están produciendo agricultura.

Y ahora nos han salido los amigos del uribismo con el cuento de que es que el Polo y el Partido Liberal tienen una posición contra el empresariado colombiano. Esa es una falacia, que se suma a las trampas y mentiras esgrimidas por el ministro Arias en el debate. Una más. No. Este no es un debate contra el empresariado agrícola colombiano, empresariado que el Polo defiende y que yo he defendido en múltiples ocasiones, empresariado al que le deseamos la mejor de las suertes. Es un debate contra un proyecto de Robin Hood pero al revés. Es un debate contra el proyecto de un capitalismo de amiguetes, contra un capitalismo de roscas, contra una actividad económica contraria al progreso nacional que no favorece una relación democrática de la nación colombiana con los medios de producción. Y ahora nos salen con que estamos en contra de todos los empresarios colombianos. Por supuesto que no. Pero no estamos a favor de esas actividades que lindan con lo ilegal, como lo ha expresado el Procurador General de la Nación, o mejor, que violan la Constitución de la República. Es que el Procurador General de la Nación dice que lo hecho por el ministro Arias se opone manifiestamente a la Constitución y a la ley, que desconoce los artículos 1, 2, 4, 6, 13, 93, 209 y 363 de la Constitución Nacional, que desconoce la prevalencia de la normatividad internacional de los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario, que desconoce las decisiones tomadas por la Corte Constitucional, que desconoce la noción de interés público y social, que el interés público se viola en tanto el cambio de destinación se opone al imperativo de asegurar el acceso a las tierras a los desplazados colombianos, que el cambio de destinación es lesivo al interés público y social: de eso es de lo que habla el Procurador General de la Nación. Y aquí nos salen con que nosotros no queremos que haya economía empresarial en Colombia. Pero claro que sí queremos que, además de la economía empresarial, haya economía campesina en Colombia, que es la otra parte del debate con el ministro Arias. Es que es difícil concebir una concepción más retardataria que la del ministro Arias, expresada en la entrevista de hace quince días en la revista Semana, en la cual este personaje es capaz de decir que si se les da tierra a los campesinos se convierten en guerrilleros y paramilitares. Temas complejos de la vida nacional. Violencia que nos espanta a todos, pero achacársela a los campesinos pobres de Colombia, que son las primeras víctimas, es realmente inconcebible. Todo para justificar que 17 mil hectáreas que se les han debido dar a los pobres de Colombia se quieren o querían entregar a alguien amigo del gobierno nacional. He aquí el debate de fondo.

Dije además, y lo confirmo, que el ministro Arias puede tener la concepción más retardataria que quiera sobre el agro nacional. Puede ser partidario del modelo malayo de economía, el modelo de un monarca corrupto, con un Congreso de bolsillo, un modelo de agudísima concentración de la tierra y mano de obra barata, producción que no es positiva para el desarrollo nacional. El ciudadano Arias puede pensar así, pero aquí hay una Constitución y una ley que él juró defender y que lo obligan a entregarles la tierra a los desplazados y a los campesinos de Colombia como un factor de democratización del acceso a la propiedad. Y eso lo ve como conveniente la Constitución Nacional. Entonces si al ministro Arias no le gusta la Constitución de Colombia, que renuncie y que consiga cupo como ministro en Malasia para que desarrolle el modelo agrícola malayo, con reyezuelo y todo. Pero aquí en Colombia un ministro de Estado debe cumplir con la Constitución y con la ley.

El doctor Arias duró un mes diciéndonos que el debate era de fondo sobre el modelo agropecuario de Colombia y amenazándonos con el modelo malayo. Pero cuando yo conté qué era el modelo malayo, se tragó la candela, no se atrevió a defenderlo, se le olvidó lo que nos presentaba como una gran genialidad, quitarles las tierras a un poco de pobres para entregárselas a un solo monopolista. Que defienda de frente el modelo malayo y que nos diga que lo que él quiere es un modelo de agudísima concentración de la tierra, de favoritismos del emperador o del monarca en beneficio de tres o cuatro. Este modelo no es conveniente para el desarrollo nacional. A este país le conviene un modelo dual, un modelo de producción empresarial respaldado por el Estado, eficiente y productivo, y un modelo de producción campesina respaldado por el Estado, eficiente y productivo. Eso es lo que es democrático, eso es lo que genera mercado interno, eso es lo que genera progreso y desarrollo. El modelo dual ya está inventado. Sobre él hay teorías económicas de sobra para mostrar que fue el que aplicaron los países que han salido adelante, y estoy hablando dentro del capitalismo, Estados Unidos, Francia, más recientemente Taiwán, Corea del Sur, el propio Japón. Y entonces aquí nos salen con una concepción retardataria para ocultar ese empresarismo de amiguetes, de rosca, de favorecidos por el poder del Estado. Y eso nos lo quieren presentar como una fuente de progreso.

Me confirmo en la idea insistiendo en que en otro país el ministro Arias se cae, pero aquí no. Porque, digámoslo con franqueza, aquí hay una simbiosis detestable entre el poder del legislativo y el poder del ejecutivo. Al ministro Arias aquí lo juzgan sus socios, quienes se benefician de la administración del doctor Arias sobre los recursos del Ministerio de Agricultura, quienes se benefician de una u otra manera de los puestos y de los contratos y la concentración del crédito. Le entiendo muy bien eso al uribismo, gente toda muy bien educada, que sabe que hablar con la boca llena es un gesto de muy mala educación. Y que para ellos resulta mucho más prudente cerrar el pico que salir a acusar a un ministro que ha sido cogido con las manos en la masa en actos tan graves como los que estamos denunciando. Pero que no sea condenado por ustedes no quiere decir que el hecho no sea de extrema gravedad, no quiere decir que este hecho no refleje un ambiente de descomposición nacional que está destruyendo al país. Que por debajo de la superficie supuestamente tranquila y donde todo funciona muy bien corren aguas turbias, aguas del favoritismo, de la rosca, de la conveniencia, del poder del Estado, no en beneficio del progreso de la nación, sino en pro del enriquecimiento de tres o cuatro.

Este es el país que representa el doctor Arias. Y es el país que nosotros no podemos compartir, así estemos en minoría. Porque dónde esta escrito que el ser mayoría concede la razón. Suelo poner como ejemplo de manera casi sistemática el hecho de que los alemanes y los italianos adoraron a Hitler y a Mussolini y definitivamente estaban equivocados. No quiero decir con esto que el doctor Álvaro Uribe Vélez sea idéntico a Hitler o Mussolini, de ninguna manera. Empezando porque Hitler y Mussolini aspiraron a construir grandes imperios, a ser jefes de imperios, mientras que aquí lo que tenemos es un Estado vasallo. Pero sí me sirve la comparación como prueba de que no necesariamente las multitudes tienen razón.

En el caso Carimagua, el ministro Arias y este gobierno han sido analizados y han sido encontrados culpables. Si no se caen del puesto no es porque abriguen la razón, sino porque al país se le han bajado las defensas en la lucha contra la corrupción, el favoritismo y la rosca. Es un hecho doloroso que casi todos los colombianos, gente en su mayoría buena, tengan una actitud de mirar hacia otro lado, de taparse las narices y de hacerse los locos para facilitar que este tipo de horrores ocurran en Colombia.

Cuenten, mayorías uribistas, cuente el gobierno nacional, cuente el doctor Andrés Felipe Arias, que vamos a seguir haciendo estas denuncias, porque es deber de amor a la patria, ese sí de verdad, no de los gritos con los que concluyó el doctor Arias su intervención en este debate. Se trata de amor de verdad al progreso de Colombia, que tiene que ver con defender un modelo económico democrático y con oponernos al capitalismo de amiguetes, de rosca, que viene entronizándose en esta administración.

Muchas gracias.