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EL DESTAPE DEL MINISTRO BOTERO

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Jorge Enrique Robledo Castillo

Bogotá, 20 de mayo de 2004.

Estados Unidos ya anunció que en el TLC no negociará la parte fundamental de sus subsidios agrícolas, lo que quiere decir que dichos subsidios se mantendrán en, por lo menos, 54.639 millones de dólares anuales. En contraste, la administración Uribe Vélez ya aceptó que eliminará los aranceles a las importaciones agropecuarias estadounidenses. ¿Cómo explican ambos gobiernos posiciones tan dispares?

 

George Bush comentó su concepción sobre la Seguridad o la Soberanía Alimentaria, que es lo que en últimas explica sus subsidios, así: “¿Pueden Ustedes imaginar un país que no fuera capaz de cultivar alimentos suficientes para alimentar a su población? Sería una nación expuesta a presiones internacionales. Sería una nación vulnerable. Por eso, cuando hablamos de la agricultura (norte)americana, en realidad hablamos de una cuestión de seguridad nacional”. Y es obvio que sus exportaciones agropecuarias también tienen como objetivo convertir en vulnerables a otras naciones.

 

Rudolf Hommes Rodríguez, en defensa de la posición oficial, dijo que no le parece nocivo que Colombia duplique sus importaciones hasta “diez u once millones de toneladas de alimentos” y que no se debe “acoger el concepto que tienen (los gringos) del interés nacional” (El Nuevo Día, 09.05.04). Por su parte, Jorge Humberto Botero, el ministro que supuestamente representa a los colombianos en las negociaciones del TLC, se tomó el trabajo de publicar un artículo (La República, 21.04.04) para “demostrar” que el país no debe tomar para sí el concepto de Seguridad o Soberanía Alimentaria de los estadounidenses y que, en cambio, debe imitar a 48 de los 63 países “más pobres del mundo”, que “son importadores netos de alimentos”, los cuales exportan otras cosas que les financian sus importaciones de comida. Pero agregó que las crisis alimentarias de los dos últimos siglos “han obedecido a problemas políticos o económicos” y “no a la falta de víveres” en el mundo y que “no se avizoran conflictos internacionales que pongan en jaque el comercio mundial de bienes alimenticios”.

 

Mister Hommes Rodríguez confirma una práctica inveterada de los neoliberales criollos: cuando las teorías del Imperio nos sirven a los colombianos, predican renunciar a ellas. Y Botero no sólo cae en el absurdo de invitarnos a imitar a países más atrasados que Colombia. También se autoderrota en el debate cuando acepta que han existido “crisis alimentarias”, aun cuando haya víveres en el mundo, y que los “conflictos internacionales”, así no los avizore, pueden poner “en jaque el comercio mundial” de comida. Porque lo que se discute no es si otros países pueden producir la comida de los colombianos, sino si, como dijo la FAO sobre Seguridad Alimentaria, “toda la gente, en todo momento, tiene acceso físico” a esos alimentos, lo que por supuesto no puede garantizar la nación que no los produzca en su territorio, aun si tuviera con qué comprarlos.

 

En su destape, Botero fue más allá. En entrevista en La Patria el 16 de mayo de 2004, agregó: “Mil y mil gracias por los subsidios (agrícolas extranjeros), porque nos permiten, por ejemplo, comprar trigo barato” para los sectores populares. Pero además del despropósito de los agradecimientos, no es cierto lo de la comida barata, porque los propios estudios del Ministerio de Agricultura de Colombia demuestran que la comida que se importa a precios menores golpea la producción nacional, pero les llega cara a los consumidores.

 

Queda en evidencia que con el TLC se perderá, en el lapso que acuerden, una parte sustancial del agro nacional. Y el plazo que le concederán a la quiebra no obedece a razones nacionalistas: así intentan impedir una oposición general y concentrada a la eliminación de los aranceles y ese es el tiempo que requieren los estadounidenses para aumentar su producción. Además, es obvio que la especialización de Colombia en cultivos tropicales de exportación –que es la alternativa, por lo demás falsa, que les ofrecen a los que arruinarán–, no resuelve la amenaza que se advierte. ¿O es que alguien se imagina alimentándose, en cada comida e indefinidamente, con una taza de café, un banano, dos pitahayas y cinco uchuvas, en una mesa adornada con un ramo de flores?

 

¿A quién le sirve la posición de Botero? ¿Cómo defenderá el interés nacional en las negociaciones del TLC, según aduce con demagogia, si no usa el argumento fundamental de ataque de la contraparte? “Pan comido”, comentarán con sorna los negociadores gringos del “libre comercio”.