Jorge Enrique Esguerra

Arquitecto, Magíster en historia y teoría de la arquitectura, Universidad Nacional de Colombia. Profesor durante 28 años en la Universidad Nacional de Colombia, sede Manizales, y miembro correspondiente de la Academia Caldense de Historia.

En el escenario de confrontación y debates por la aspiración a la alcaldía de Bogotá se ha podido establecer una enorme diferencia entre la posición del exsenador Jorge Enrique Robledo y la de los demás candidatos. Para estos, la inmediatez y falta de rigor es lo que impera, mientras para el exsenador la integralidad de la visión urbana es determinante para hacer un buen gobierno.

Esa mirada integral viene de sus épocas de docente en la Universidad Nacional de Colombia, sede Manizales, donde adelantó profundas investigaciones sobre la historia urbana de esa ciudad y su entorno, las que plasmó en dos de sus muchos libros, uno sobre la particularidad del bahareque en la región y otro sobre el desarrollo urbano de la capital caldense, que se titula La ciudad en la colonización antioqueña: Manizales.

Este obtuvo el premio Carlos Martínez Jiménez, categoría Teoría, Historia y Crítica, de la XVII Bienal de la Sociedad Colombiana de Arquitectos de 2000. Este reconocimiento institucional había sido antecedido por el concepto autorizado del historiador Jorge Orlando Melo, quien apunta, sin eufemismos, a resaltar la calidad literaria y el rigor histórico de la obra, cuando presentó dicho libro en la Universidad Nacional, en 1996.

Apreciemos algunos de sus comentarios:

De entrada, afirma Melo: “Este es, en mi opinión, uno de los mejores libros que se ha publicado en el terreno de la historia colombiana. Es sorprendentemente bueno…”; y agrega: “…realmente representa una ruptura en la historia urbana hecha en Colombia”.

Y se sorprende el historiador porque comprueba que quien escribe lo hace desde una disciplina ajena al quehacer de la escritura, no con un prurito despectivo hacia la carrera del autor, sino con toda seguridad porque es sabido que la arquitectura tiende a sustentarse en la expresión y comunicación con imágenes y no con textos.

Por eso, Melo, además de resaltar el “estilo extraordinario” y “transparente” del libro por “la clara agudeza en el manejo de la documentación y el balance en el análisis de las pruebas que tiene para cualquier argumento…”, concluye: “A pesar de que el autor […] es arquitecto, supera muy rápidamente el análisis tradicional de edificaciones y planos urbanos… Se desborda hacia una visión integral del proceso de desarrollo de la ciudad…”

Ese enfoque integral es el que le permitió al arquitecto Robledo mostrar cómo Manizales creció en un cortísimo período, en el que la modernización comenzó a llegar a un medio provincial y aislado, y en el que se fueron diferenciando las maneras y las formas pueblerinas que imperaban, de las de los procesos civilizatorios universales que las elites dirigieron en estrecha relación con el auge cafetero de la región.

Dos ciudades contrapuestas pudo detectar el historiador Robledo al hacer el estudio de ese rápido desarrollo urbano en el tránsito entre el siglo XIX y el XX, la del apego localista que se aferraba al pasado y la que miraba a Europa como su paradigma urbano y arquitectónico. Y no se queda en la descripción, sino que apunta a explicar los hechos dentro de un contexto histórico.

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El concepto del historiador Melo concuerda con el del arquitecto y crítico, Alberto Saldarriaga Roa, quien afirma en el prólogo que “Gracias a sus valores, este libro es un aporte indiscutible a la historia urbana colombiana, que apenas comienza a plantearse como uno de los apoyos esenciales para la construcción del futuro”.

Esa construcción del futuro del hoy candidato Robledo, que es la que requiere el método que emplea el historiador para aproximarse a la realidad del pasado, no surgió de una formación académica formal, sino de su contacto con la vida misma, más concretamente de su vinculación con la práctica social activa, con las luchas de trabajadores, campesinos y empresarios, que es lo que ha caracterizado su quehacer político por más de cincuenta años, incluidos veinte como senador.

Por eso, en su estudio integral de Bogotá ha detectado también dos ciudades, la de la modernidad, que hay que cuidar, y la del atraso más profundo, que hay que transformar. Y ha avizorado también las causas y los condicionantes en el estudio del contexto histórico en el que se ha desarrollado.

Labor que contrasta con la ocurrencia efectista para captar votos de los demás candidatos, que refleja ese apoyo interesado en su personal beneficio que siempre le han dado a quienes han mal gobernado a Bogotá y a Colombia.

El exsenador, por el contrario, insiste en que toda acción que se emprenda en Bogotá para afrontar los factores de profunda desigualdad, de descomposición social e inseguridad y de caos en la movilidad, pasan necesariamente por entender las causas, que son estructurales e históricas, y en gran medida atienden a la Nación y a su entronque global. La visión urbana integral, que es la que siempre ha escogido Robledo, es la que debe guiar al buen gobernante.

 

Noticia tomada de: https://mascolombia.com/arquitectura-la-faceta-desconocida-de-robledo/